Los militares y los políticos

Con razón Platón decía: "dadme un pueblo de cantores, no quiero políticos"…

Los militares lo son para la guerra. En todas las naciones son como los galgos de las carreras, impacientes por salir de sus jaulas para correr tras la liebre. Los políticos son los únicos capacitados para contenerlos, o para dar rienda suelta a sus ansias de hacer la guerra abriendo la jaula…

Las democracias, aun las burguesas, convencionales, a duras penas lo son pues entre los poderes financiero, religioso y militar dominan las naciones. El poder de los políticos es muy débil frente a los otros tres. Sólo con el paso de los siglos y de muchas guerras aniquiladoras se ha ido avanzando un poco en el cultivo de la paz. Pero los militares de las naciones belicosas no se dan tregua. Su vocación es la guerra, y su empeño acaba siempre por salirse con la suya. Sobre todo los militares de los dos países anglosajones y especialmente los del imperio americano. Estos, como los de la antigua Roma, resuelven su pulsión de guerra fuera de la metrópoli. Ninguna de las dos mundiales dañó ni un farol de una ciudad yanquí. Fuera de la metrópoli se desahogan. Fuera de la metrópoli cometen toda clase de atrocidades. Las invasiones del imperio, de Afganistán, la de Irak, Libia o Siria, con la colaboración ocasional de naciones mercenarias se han llevado a cabo en menos de veinte años. A ellas se añade en estos momentos la de Ucrania en la que los países de la OTAN ayudan a los ucranianos incluso sobre el movimiento de las tropas rusas. Y a saber hasta qué punto han contribuido a provocarla.

Las guerras en todas partes hasta la actual son libradas por soldados mercenarios y nacionales voluntarios, generadas o inspiradas por mandos anglosajones que los lanzan a la batalla desde sus despachos. Los militares de países tradicionalmente conquistadores pero con escasa o nula influencia fuera de su espacio geográfico, se agitan frustrados por no tener un enemigo a la vista fuera de la nación y se dedican a buscar enemigos fantasmales en el interior: el caso de España. Ya vimos los manifiestos de militares retirados dando voz a militares en activo echando espumarajos por la boca en las redes sociales pidiendo otra guerra civil en España. Se aburren, nunca se apaciguan. Ahora mismo no saben cómo contenerse para ir a Ucrania a guerrear sin ton ni son.

La misión del político y del gobernante es excelsa cuando consigue controlarles, y despreciable cuando el lenguaje y las sinrazones de éste avivan el ansia de guerra de los militares y con ellos los fabricantes y empresario de armamento, pese a que una guerra es siempre injusta e irracional, tanto por parte de quien responde a la provocación como de quien la provoca…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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