Un nuevo desorden mundial II

La primera parte de este estudio contiene los ingredientes del análisis. Esta segunda, los del augurio, consecuencia del anterior, decía en mis reflexiones anteriores.

Tenía pensado y escrita buena parte de la segunda entrega basándome en esa visión patética de un futuro no lejano.. Pero he visto un vídeo de 1995 que me ha impresionado. Es de un biólogo canadiense, Pierre Gilbert, que expone los propósitos "transgénicos" en el ser humano por el ser humano. que me han hecho desistir de exponer esa visión. Aparece el vídeo en las Redes Sociales. Y a las Redes Sociales en esta materia les doy mucho crédito, como muy poco o ninguno a las noticias oficiales que se me antojan, todas manipuladas. El biólogo, en francés, con la cabecera "El gobierno Mundial", dice lo siguiente:

"…Y finalmente en la destrucción biológica existen tempestades organizadas por los campos magnéticos. Luego vendrán los venenos que colocaremos en la sangre y en las venas de la humanidad, creando estas infecciones voluntariamente mediante la creación de leyes que obligarán a la población a recibir vacunas. Y en estas vacunas habrá todo lo que sea necesario para poderles controlar. Introduciremos en estas vacunas cristales líquidos que se alojarán en las células de sus cerebros, y se convertirán en micro receptores de campos electromagnéticos enviados por ondas ultrasónicas de muy muy bajas frecuencias que les impedirán pensar. Podremos hacer de ellos unos zombis. Esto es lo que les digo ahora, pero no piensen que es solo una hipótesis. No, ya está hecho… ¿Se acuerdan de Ruanda?"

Por otro lado me encuentro con la noticia de un periódico de tirada nacional que se tiene por independiente (como todos), de que en Rumanía la vacunación es desastrosamente renuente, pues la población desconfía de los gobernantes, de los medios de información y de los médicos.

Pues bien, ambas cosas me han cambiado el paso por completo y me obligan a recapitular. En mis apuntes para la segunda entrega partía de una hipótesis redactada desde el mismo marzo de 2020 que, incluidas razones de "buena fe" por parte de los inductores y autores, describe lo que más o menos nos espera. De lo que nos espera, no sólo de las consecuencias de un supuesto o verdadero virus variante de la gripe, sino de los efectos colaterales en la economía y en la salud individual causados por las medidas adoptadas por los gobiernos de todo el planeta, arrastrados por quienes, en esa hipótesis, vienen desarrollando un plan tramado desde hace mucho tiempo. Pero ya digo, dejo ahora a un lado esa hipótesis.

Porque al hilo del binomio confianza/desconfianza que en mi anterior entrega relaciono con la economía, con el ámbito mercantil, con el comercio, con la Bolsa, etc,, en esta materia de la salud pública pero también de salud individual, la confianza o desconfianza en quienes dicen tutelarlas tienen la máxima importancia. Y una gran parte de la población de todos los países va sufriendo progresivamente grandes dosis de desconfianza hacia todo, y hacia quienes están asumiendo toda clase de responsabilidades públicas. Porque la sociedad humana entera si siempre ha estado más o menos corrupta, ahora da la impresión de que la corrupción no se libra absolutamente nadie. Sea por acción o por omisión.. Y desde la corrupción se maneja todo. No importa que unos gobiernos sean más y otros menos corruptos. Como un manto gigantesco, por encima y por debajo de la superestructura económica la podredumbre se extiende por todo el planeta y actúa además como potenciadora del cambio climático. Pero ahora también hemos descubierto que la corrupción actúa por debajo y por encima de la superestructura médica y de la farmacéutica. De ahí procede la resistencia de millones y millones de personas en el mundo a vacunarse, aparte su personal criterio de ver en ese suero indebidamente llamado vacuna una grave agresión a su naturaleza y a su instinto. Así es cómo "la desconfianza" general pasa a un primer plano. La ciudadanía, a medida que avanza en edad está harta de comprobar cómo y cuánto mienten los gobernantes. Siempre y en caso de guerra o sucedáneos, como la situación presente, mucho más. Cuando prometen no cumplen. Cuanta más rotundidad imprimen a sus afirmaciones, más mienten. No sólo a nivel doméstico en cada nación, sino también en la política global en un mundo ya globalizado en el que todos los gobiernos de uno u otro bando están concertados para eso, para mentir a los gobernados. Ése fue el caso de las invasiones en Oriente Medio y Libia del último tercio del siglo XX. Mentiras tan gigantescas como infantiles que no engañaron a los espíritus avisados que intentaban solapar estaban detrás de las guerras en Afganistán, Irak, Libia, la ejecución de Hussein, la de Gadaffi, etc, Todo para convencer al mundo de que había razones poderosas para llevar la democracia (burguesa) a países absolutamente incompatibles con ella. Y todo sin embargo, para destrozar y saquear a países que vivían en paz. Una monstruosidad tras otra… Hablo de política internacional. Y nada más internacional que esta pandemia supuesta en la que están implicados todos los gobiernos y escuadrones de médicos, de biólogos, de farmacéuticos y de epidemiólogos. Nadie se fía, y quienes se fían es porque les asfixia el miedo. Primero fue el miedo al contagio, luego el miedo a perder el trabajo, luego al fallecimiento y efectos adversos de los sueros que inoculan… No necesitan los poderes obligar físicamente a la gente a vacunarse. Poniendo trabas inasumibles al desenvolvimiento personal a la vida de la ciudadanía, a la larga lo conseguirán.

Pues bien, ese vídeo, el biólogo Pierre Gilbert, el discurso transcrito y la noticia sobre la respuesta generalizada negativa del pueblo rumano, me han hecho desistir de seguir por el otro camino de deliberación y de reflexión que había iniciado. No vale la pena esforzarme en responder a estupideces y absurdos, ni en refutar contradicciones e incoherencias,. He dejado de pensar y de razonar sobre el plano de la hipótesis. Pues está muy claro: discurrir para convencerme y convencer a los demás sobre la desconfianza absoluta que nos merecen los poderes públicos, los medios de información y los médicos involucrados, después de año y medio de indagar sobre un disparate tras otro, es una tarea extenuante; una encomienda similar a la de quien, absolutamente cuerdo, razona a un loco. Que piensen los gobernantes sobre mí, sobre nosotros, lo que quieran; que hagan lo que quieran. No pienso vacunarme nunca. Soy un negacionista más. Convicto y confeso, acepto gustosamente lo que de mí, de nosotros, digan quienes razonan con las posaderas, quienes se dirigen al pueblo como si ya fuese una masa informe de cadáveres vivientes que acabarán siendo, quienes actúan como bárbaros ilustrados…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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