Del mito al dato nuevo opio del pueblo

"la infalibilidad del algoritmo puede convertirse en arma de represión social y política. El dogma de la inteligencia artificial, en herramienta de discriminación y segregación. Porque los algoritmos ni olvidan ni perdonan." Cathy O’Neil,

Qué tiempos los que se viven, la mayoría percibe incertidumbre, miedo, pánico, la especie humana condenada por una visión de mundo que Occidente impuso con la cristiandad y el dogma de la fe y la creencia en el único creador. Y así llegamos después de 2021 años, a poco de haber matado a Dios, oh sorpresa, vuelve, pero convertido por una simbiosis místico cuántica, y de nuevo está entre los mortales ateridos frente al ‘Deus ex machina’, bajando de su nave suspendida en el aire como idea novedosa y con la virtud de lo virtual. Ya no lo acompañan ni ángeles ni compele demonios, quienes antagonizaron repartiéndose el Paraíso y el Averno, puesto que son los datos, los algoritmos, los cuales conjurarán a los alienígenas, los virus extraterrestres que son las nuevas armas de control masivos, que solo la ciencia y la tecnología combatirán, controlarán y extinguirán, gracias a los salvadores del mundo, los Ceos, que dominan a la naturaleza y la sociedad desde la singularidad de la partícula. Ya ni imperialismos, ni potencias, ni más instituciones bajo gobernantes en el planeta sin rumbo cierto, más bien en dirección hacia la hecatombe del apocalipsis mentado que llegará como novedad para incautos que siguen las pautas de los ensotanados, que predican, pero no practican; se acata pero no se cumple, no se hace lo que se puede sino lo que se quiere, y sálvese quien pueda, porque a soldado preparado no lo cogen descuidado, aunque deba cumplir la orden y luego pasar la novedad, cuando ya no hay nada que hacer, puesto que es cosa del pasado y la dinámica actual es palante, patrás ni pa cogé impulso.

Somos millardos de individualidades buscando lo que falta, lo que se ha perdido, lo que nunca se ha tenido a pesar de haberse planteado repetidas veces por quienes han hablado en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Sobran las preguntas, y faltan las respuestas, si es cierto que Dios ha muerto, y si también es cierto que ha resucitado, y como sugerido Fredric Brown en base a la posible respuesta, que antes requirió ponerse en honda con la onda tecnológica, y crear la supercomputadora de todo el mundo capaz de almacenar y deducir al instante el cómputo de toda la información del universo, del conocimiento acumulado, y el saber de las mayores inteligencias jamás habida hasta ahora en el planeta Tierra, y por medio de algoritmos, de variables y fórmulas magistrales, hacerle la única y exclusiva pregunta que nos ha tenido en ascuas desde que hay todo lo que hay, incluso de la nada. Y esa pregunta de las mil lochas es: "¿Dios existe?", y en menos de lo que canta un gallo, al segundo siguiente, y sin lugar a dudas, con toda la certidumbre responde que: "Ahora, sí". He aquí la suprema inteligencia con la que nos hemos topado, ya no es el homo deus de Yuval Noah Harari, no es seguir venerando a los santos, yoguis, dioses ni diosas, a tal o cual mesías; baste sólo mirar fijo la pantalla, y en modo virtual interpretar los signos, las imágenes, los símbolos, y llegar a lo máximo, a los datos, y el milagro ha sido concedido. Quieres saber de qué están hechas las cosas, la ciencia lo sabe, quieres conocer, contar, cantar y contar, narrar, explicar y mostrar, la ciencia y la tecnología lo hacen. Es el artificio por excelencia, que muestra los elementos, los componentes, las moléculas, y sabe a ciencia y conciencia, por qué existimos, si vivimos o morimos, por qué, por qué, por qué. El para qué, para qué, de qué te vale, bueno a menos que tengas poder, control, que estés en las altas esferas y confíes en los datos.

Y puesto que ni mitos, ni magias, ni religiones, ni ideologías, ni cuentos ni leyendas, sino datos, la información de lo concreto y objetivo, de lo material, sin que se suponga o pretenda que pueda haber algo más, lo intangible, no evidente, secreto, oculto, enigmático, eso y lo subjetivo, se les deja a los intelectuales, a los irracionales, a quienes buscan idealismos, pajaritos en el aire, en sueños, y que no levantan la piedra, ni la reja, nie el vidrio, ni las catedrales. Porque los datos no es cosa de muchos, más bien de los pocos que todo lo pueden y si no lo mandan a hacer a la medida, y tienen para pagar, les sobra el dinero, son capitalistas por excelencia, los amos y señores del sistema, los neoliberales, los que juegan a la bolsa y se embolsan lo de los bolsas, y los invitan para que cierre la bolsa golpeando con el mazo sobre la mesa. Además, son los que gobiernan, los que mandan, los que ordenan, y los únicos que hablan con sus bocotas y parloteos frente a las cámaras, están sobrados, creen sabérselas todas más una y media. Entonces surge la pregunta, si la conciencia es la que crea la masa, y por ende la realidad, que es todo lo que hay, como entonces es la Inteligencia Artificial la que desde hace un par de años o tres, ya ha desplazado de sus puestos de trabajo a unos veinte millones de personas, en medio de la pandemia, del encierro y del secretismo con el cual se viene colando subrepticiamente el Nuevo Orden Global. Qué nos salvará de la aniquilación total a los desempleados, al proletariado, a los pobres del mundo, a los obreros, dentro de los EEUU-Canadá, China, Rusia, UE, India, Japón, Alemania, Francia, y pare usted de contar y de contabilizar. Es la implantación como sustituto del sistema burgués, el mismo que arrancó en el siglo XI en Europa y ha permanecido al ir alcanzando los objetivos que paulatinamente fue apropiándose, luego de haber pasado por Jerusalén y la Meca, entre los viejos y nuevos órdenes en el concierto de las naciones, ante un coro de viudas, de huérfanos, de desheredados de la tierra, del campo y los mercados, pasando a ser los parias en su propia tierra de nacimiento.

Estaremos de nuevo presenciando la nueva era de los colosos, ahora digitales, virtuales, los cuatro apóstoles de los nuevos evangelios: Google, Apple, Facebook y Amazon (GAFA), omnipresentes, omnipotentes y omniscientes; con las capacidades de producir y reproducir sueños y fantasías, de insertarle en las mentes de los más de siete mil setecientos treinta millones de individuos e individuas, más y más evasiones, más consumismo, más materialismo, más hedonismo, más ilusiones, pan, circo, opio, mucho opio, que ya no es necesario inyectarlo en las venas, puesto que a través de los datos se van confundiendo a los tejidos neuronales de lo sintético a lo biológico, combinando moléculas y ácidos, los mismos componentes preprogramados, más allá de las propios bases de cálculos, que igual sirven para la visión por ordenador, que en redes neuronales convulsionales, procesos de datos en ricas cascadas de imágenes especializadas, que en este momento prometen darnos respuestas, aunque nos sigamos haciendo nuevas preguntas, será entonces que los datos serán el nuevo opio del pueblo. Pues pareciera que esta nueva era arranca con un nuevo demiurgo, con sus adoradores de algoritmos, el nuevo dogma desde la Inteligencia Artificial, sin normas, sin juicios morales, sin falibilidad, sin que puedan ser sometidos a juicio, a penas, y lo más delicado y peligroso; serán armas que pueden volverse represoras de la propia sociedad planetaria.



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Franco Orlando


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