Muy grave!: Errores garrafales de García Márquez sobre el Libertador Simón Bolívar

  1. Es casi imposible explicarse, que un escritor de las dimensiones de don Gabriel García Márquez, que se preciaba por ser cruelmente exigente consigo mismo en cada trabajo al que se entregaba; que llegó a escribir que hasta un error de mecanografía era para él un error de creación, que se veía cuando escribía como una víctima implacable de su criterio exacerbado de la responsabilidad…, que así, que con todo esa carga de disciplina intelectual, digo, estampara graves inconsecuencias y equivocaciones bárbaras sobre la personalidad del Libertador Simón Bolívar.
  2. He leído casi toda la obra de Gabriel García Márquez, y en estos días me metí de lleno en las 579 páginas de sus memorias "Vivir para contarla" (Grupo Editorial Norma -2002). Es un libro triste, con un humor averiado y difuso que nos termina presentado a un hombre muy tímido, aparentemente inseguro, al servicio siempre de una pléyade de negociantes de los medios de comunicación colombianos (El Universal, El Heraldo, El Nacional, El Tiempo, El Espectador,…), que a la postre fueron los que sacaron el mayor provecho de su talento, de su genio de gran ficcionador. Da la sensación en toda su obra, que García Márquez fue de joven el más grande pordiosero de la literatura neogranadina. Voy, en todo caso, a referirme lo que en ella muestra, con deprimentes y garrafales errores en relación con la personalidad y la obra del Libertador Simón Bolívar.
  3. En cada una de sus novelas, García Márquez siempre tuvo un asesor académico, un personaje con vivencias noveleras a los que él le extraía los más ocultos detalles como reportero nato que era, tal como lo logró en Relato de un náufrago con Luis Alejandro Velasco. No dejaba Gabo de consultar expertos en determinados temas quienes le facilitaban los accesorios esenciales para armar sus tramas. Sobre Bolívar tenía un conocimiento muy elemental, aunque la idea del tema para estructurar El general en su laberinto daba para un argumento genial, que era lo que a él le importaba. El poco conocimiento que tenía de la obra del Libertador era un obstáculo severo para presentar un cuadro creíble para sus lectores, y fue por ello por lo que se fue asesorando con varios historiadores; así podía armarlo lo mejor posible, y entre todos los mejores arquitectos que le prestaron ayuda, estuvo el venezolano Vinicio Romero.
  4. Sobre Vinicio Romero dice Gabriel García Márquez, entre las gratitudes del libro "El General en su Laberinto": "El historiador bolivariano Vinicio Romero Martínez me ayudó desde Caracas con hallazgos que me parecían imposibles sobre las costumbres privadas de Bolívar – es especial sobre su habla gruesa -, y sobre el carácter y el destino de su séquito, y con una revisión implacable de los datos históricos en la versión final. A él le debo la advertencia providencial de que Bolívar no pudo comer mangos con el deleite infantil que yo le había atribuido, por la buena razón de que aún faltaban varios años para que el mango llegara a las América".
  5. Vean esta estampa del niño García Márquezniño sobre la idea del Libertador: "... el abuelo colgó en el comedor el cuadro del Libertador Simón Bolívar en cámara ardiente. Me costó trabajo entender que no tuviera el sudario de los muertos que yo había visto en los velorios, sino que estaba tendido en un escritorio de oficina con el uniforme de sus días de gloria... Fue mi abuelo quien me enseñó y me pidió no olvidar jamás que aquel fue el hombre más grande que nació en la historia del mundo. Confundido por la discrepancia de su frase con otra que la abuela me había dicho con un énfasis igual, le pregunté al abuelo si Bolívar era más grande que Jesucristo. Me contestó moviendo la cabeza sin la convicción de antes:

- Una cosa no tiene nada que ver con la otra".

6 - en la página 374 de las referidas memorias, dice que Bolívar fue el fundador y el sustentador del Partido Conservador. No se explica uno esta barbaridad en un genio como él que escribió El general en su laberinto, y que para hacerlo debió haberse leído al menos más de cien libros sobre la obra del Libertador, sus memorias, sus cartas y proclamas. Bolívar jamás tuvo que ver con ningún miembro de ese llamado Partido Conservador que ha sido junto con el Liberal la maldición de Colombia. Que el Partido Conservador colombiano se haya apropiado abusiva y criminalmente el nombre de Bolívar para sustentar sus tropelías eso es otra cosa. Bolívar siempre estuvo contra toda forma de partido porque sabía muy bien que estas agrupaciones politiqueras siempre terminan sosteniéndose sobre los peores valores de sectarismo, grupos mafiasos, intrigas, odios y proyectos para estafar, desfalcar, al Estado. Lo dijo en su última proclama antes de morir.

  1. Lo más insólito de las barbaridades de este escritor sobre Bolívar aparece casi al final de su libro "Vivir para contarla". Ya para entonces don Gabriel se había convertido en el más genial de los creadores de historia de ficción y novelera de Colombia. De algún hecho sensacional, noticioso importante, era capaz de crear toda una fantasía que atrapaba a millones de lectores. Con estos cuentos se hacían millonarios los dueños de los poderosos medios de comunicación colombianos y él así se iba creando una respetable fama en su país, fama que ya amenazaba con llegar a otros países. El ejemplo más famoso en este sentido fue esa historia que se publicó por entregas (por El Espectador): el relato novelado de un náufrago. Resulta patético, cuando el director de El Espectador, el magnate don Gabriel Cano, en aquellos días frenéticos del Gabo, que cuando iba por el relato séptimo de aquella historia, que tenía en vilo a Colombia, se le acerca y le dice: "- Dígame tocayito, ¿cuántos capítulos va a tener el náufrago?", y éste le responde que unos siete más, y el magnate se escandaliza: "- No, tocayito, no. Tienen que ser por lo menos cincuenta capítulos".
  2. De allí en adelante García Márquez creyó que con la magia de su intelecto podía hacer una obra cojonuda con cualquier historia sensacionalista o misteriosa que se le presentara. Andaba en esta tónica de genial compositor de relatos asombrosos, cuando le pidieron de urgencia que se presentara al bar del hotel Continental. Unos amigos le llevaron a un conocido empresario, ingeniero de minas que estaba haciendo excavaciones en un terreno baldío a doscientos metros de El Espectador, en busca de un tesoro de fábula que había pertenecido al general Simón Bolívar. Lo cierto fue que aquello que le estaban refiriendo al genial fabulista de García Márquez, acabó también atrapándole. Añade García Márquez que aquella historia le parecía sospechosa por su sencillez, y que el "Libertador cuando se disponía a continuar su último viaje desde Cartagena, derrotado y moribundo, se supone que prefirió no llevar un cuantioso tesoro personal que había acumulado durante las penurias de sus guerras como una reserva merecida para una buena vejez". Este último párrafo retrata a la perfección el alma, la condición moral y humana de García Márquez, lo que era para él la vida, un perfecto sensualista a lo Santander. Otro que nunca entendió a Bolívar, un hombre que tendría que finalmente pedir una camisa prestada como mortaja. El hombre que rechazó el millón de pesos que le otorgó el Congreso de Colombia, que nunca supo de sus propiedades en Venezuela, y que fue repartiendo entre viudas y pobres, en esa marcha a Cartagena todo lo poco que le quedaba.
  3. Según el cuento del tesoro que le estaban echando, al ingenuo o al pendejo de García Márquez, para que se lanzara de inmediato en otra entrega por relatos como los del Náufrago, pensó que cuando Bolívar "se disponía a continuar su viaje amargo –no se sabe si a Caracas o a Europa- tuvo la prudencia de dejarlo escondido en Bogotá, bajo la protección de un sistema de códigos lacedomónicos muy propios de su tiempo, para encontrarlo cuando le fuera necesario y desde cualquier parte del mundo. Recordé –dice el ingenuo o pendejo Gabo- estas noticias con una ansiedad irresistible mientras escribía El general en su laberinto, donde la historia del tesoro habría sido esencial, pero no logré los suficientes datos para hacerla creíble, y en cambio me pareció deleznable como ficción". Es de suponer entonces que el genial e ingenuo Gabo estuvo armando con mucho fervor el cuento, y que da vaina no llegó a tomarlo para meterlo en su famosa novela. Qué catástrofe. Ese cuento salió a flote porque el fulano empresario llegó a verlo como otro tesoro por el tremendo impacto que había tenido la historia del náufrago.
  4. Sigue diciendo sobre el punto del tesoro el señor García Márquez: "Fuimos al terreno. Era el único baldío al occidente del parque de los Periodistas y muy cerca de mi nuevo apartamento. El amigo (empresario) nos explicó sobre un mapa colonial las coordenadas del tesoro en detalles reales de los cerros de Monserrate y Guadalupe. La historia era fascinante y el premio era una noticia tan explosiva como la del náufrago, y con mayor alcance mundial… Seguimos visitando el lugar con cierta frecuencia para mantenernos al día, escuchábamos al ingeniero durante horas interminables a base de aguardiente y limón, y nos sentíamos cada vez más lejos del milagro, hasta que pasó tanto tiempo que no nos quedó ni la ilusión. Lo único que pudimos sospechar más tarde fue que el cuento del tesoro no era más que una pantalla para explotar sin licencia una mina de algo valioso en pleno centro de la capital. AUNQUE ERA POSIBLE QUE TAMBIÉN ÉSA FUERA OTRA PANTALLA PARA MANTENER A SALVO EL TESORO DEL LIBERTADOR". Juzgue el lector la verdadera catadura moral del personaje que con tanto genio pudo alucinar con sus escritos a medio mundo o al mundo entero.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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