¿"Nueva normalidad"? o ¿(des)normalizar la vieja normalidad?

Últimamente está en boga la utilización de este término, inventado en 2008 con la crisis financiera del capitalismo mundial. Hoy ha sido retomado y puesto en boca por altos funcionarios de todos los gobiernos. Es un término un tanto sospechoso, por no decir tramposo.

En verdad, no hay que hacer un esfuerzo hermenéutico profundo para descubrir la existencia de un interés soterrado de grupos de poder en camuflar la crisis terminal de esta sociedad capitalista.

Sabidos las clases dominantes y los llamados super-ricos que la normalidad de la vida postpandémica en la sociedad global capitalista ha entrado en un proceso de franca desnormalización, no les queda otra que reinventar una nueva manera de mantener el ritmo de ampliación de la renta en sus negocios, así sea llevando al matadero a millones de trabajadores, aludiendo que les preocupa el futuro desempleo de gente pobres y no la merma de sus capitales.

Claro, para evitar la presión pública mundial entonces recurren a subterfugios lingüísticos. Así hablan de un tal regreso a una nueva normalidad, aunque en el fondo lo que se busca es continuar con la vieja sociedad, donde lo anormal (entiéndase lo irracional, lo ilógico e injusto) siga pasando como normal (entiéndase especie de destino natural, extendido a lo correcto o justo, incluso lo deseable).

Uno de estos países presionados por un pronto regreso a esa fulana nueva normalidad es Argentina; no obstante, a Alberto Fernández que venía controlando en cierto modo la pandemia, le salió el tiro por la culata. El rebrote pandémico ha obligado a las autoridades de ese país retomar medidas más fuertes aún. Igual suerte corrió Corea del sur. Conviene, entonces, preguntarse ¿Es que, acaso, el covid no se conforma con una nueva normalidad por etapas y solo con el uso de tapa bocas y guantes, lavarse las manos y guardar distancia de dos metros, entre otras elementales medidas postpandémicas? Esto es correcto.

Pretender una nueva normalidad, o lo que es lo mismo reiniciar (resetear) la vida social y económica (privada) en las grandes ciudades, sin hacer las grandes transformaciones sociales, es no haber entendido bien las lecciones dadas por este minúsculo mensajero.

El coronavirus: vigilante y mensajero

A todas luces el covid-19 es un virus vigilante, exigente y listo. No está dispuesto que le jueguen camunina. Como buen mensajero está dispuesto a quedarse hasta que la gente capte bien el mensaje: "hacer las cosas al revés de cómo se ha venido haciendo hasta ahora"; pues muchas de estas cosas que en este mundo están pasando como normal o necesaria, deberían ser consideradas anormales o ilógicas, por tanto, repudiadas y relanzadas.

Cómo entender la desnormalización de la vieja normalidad

Una correcta lectura sobre el coronavirus es su exigencia no de una nueva normalidad sino desnormalizar la vieja normalidad, que en un lenguaje más llano, significa:

1- Denunciar la injusticia de la subvaloración del trabajo frente al capital. ¿Cómo va a ser tan normal que lxs trabajadorxs del mundo reciban un salario mínimo, mientras que los super ricos y ricos no tienen límites en sus ganancias. Los saqueos multitudinarios en Italia a pocos días de la cuarentena, son demostración de un sistema social perverso. Miles de personas en condición de parados y trabajadorxs por cuenta propia no resistieron siquiera un mes de confinamiento para salir a las calles a reclamar la propina prometida por el gobierno. Lo normal sería un mundo donde todxs lxs trabajadorxs del mundo, también tengan el derecho a disfrutar de una renta, la renta básica universal mientras dure la pandemia.

2- Revelar lo inhumano de movilizarse en transporte masivos en donde lxs usuarixs en su mayoría (pobres y pobres muy pobres) van confinadxs, y en consecuencia corren el riesgo de contagiarse de cualquier enfermedad. Entre tanto, difícilmente podrán ser infectadas por el coronavirus las clases denominadas super-ricas cuyo medio de movilizarse es en helicópteros o aviones privados, y las clases ricas en lujosos carros con choferes privados y las clases acomodadas utilizan como transporte su carro individual.

3-Deconstruir el concepto de ciudad hipermoderna. En contra del influjo del capitalismo global, de las ideologías neoliberales y de la crisis financiera internacional que imponen megaciudades y ciudades postmodernas demandante de tecnologías y energías (eléctricas), derrochadoras de agua, debemos acercarnos a una ciudad más democrática, más igualitaria, con menos fracturas sociales y geográficas. Nos referimos a ciudades medianas o pequeñas que no ameriten complejos sistemas de movilidad urbana. La pandemia nos demostró que el uso de alternativas de movilidad no motorizadas como las ciclovías y caminerías es lo más recomendable para un mundo más saludable, humano y ecológicamente más responsable con nuestra madre naturaleza.

4- Deconstruir el concepto de casa como simple refugio por el de vivienda-habitable que lleve a los seres que la habitan pasar más tiempo y momentos más agradables o satisfactorios dentro del espacio doméstico. A modo de evitar hacinamiento y por ende posibles contagios, es necesario erradicar las "normalitas" cajitas de fósforos y "normalitos" apartamenticos o bloquecitos. En todo caso se debe continuar e incentivar la construcción de viviendas amplias, espaciosas con estrecha relación con la naturaleza.

Postdata: No estoy muy convencido que este pequeño virus sea un hijo homodemens del capitalismo, como sostienen algunos filósofos. ¿Por qué no considerarlo como un mensajero cuerdo que intenta hacer una parada o freno a tiempo del tren capitalista que nos lleva flechado por un despeñadero?. ¿Acaso es un desorden mental (Devereux) pensar en una justa parada para que lxs trabajadores del mundo descansemos lo suficiente en nuestras viviendas, alimentándonos bien y reencontrándonos con nuestra familia por más tiempo que el que nos deja la sociedad de eterno trabajo?. .



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Francisco Hernández

Profesor universitario

 franc2604@gmail.com

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