La mentalidad

Más allá de la cuna, más allá del influjo de la capacidad económica de la familia a que se pertenece, más allá de las ideas predominantes en el espacio social en que se vive o del territorio en que se nace; más allá, en fin, de la ideología, está la mentalidad, un concepto mucho más amplio. La mentalidad es un conjunto de factores que determinan la personalidad individual y colectiva, un conjunto de creencias y costumbres que conforman el modo de pensar, el modo de enjuiciar la realidad y el modo de actuar de un individuo o de una colectividad.

Pues bien, en España la mentalidad más extendida sigue siendo la nacional-catolicista, la franquista. No en el conjunto de la población, naturalmente ya bien lejos de ella, sino en el grueso de los centros nerviosos del sistema. La judicatura, la administración del Estado, la jerarquía católica, las diputaciones... E incluso en el principal partido político progresista; un partido dominado aún, desde lejos y en la sombra, por la "mentalidad" de los personajes de la política que en su día y tras la Transición tomaron la riendas para efectuar tímidos cambios en la sociedad. Y digo tímidos cambios, porque pese a que su propósito bien hubiera deseado ser otro, las ideas o restos de ideas de la dictadura a las que debían enfrentarse eran lo suficientemente poderosas todavía como para verse obligados a ceder en diversos aspectos y ocasiones, aconsejados por la prudencia que, para algunos, no fue sino debilidad o cobardía...

En suma, España en su conjunto (y rara vez quien razona desde los medios o desde la política no lo expresa así o se calla ante quien lo dice), es eminentemente nacional-catolicista y monárquica. Lo que significa que en la mentalidad "final" el concepto de "unidad" política franquista e isabelino se imponen (véase la disparatada reacción del Estado ante las aspiraciones catalanas a elucidar por referéndum el sentimiento de independencia, frente a la actitud que periódicamente adoptan los gobiernos de Gran Bretaña ante las pretensiones de Escocia, o de los de Canadá ante las de Quebec). Lo mismo que se impone el concepto socioeconómico de "libertad de mercado" llevado a sus últimas consecuencias, por la presencia y potencia de la ideología "neoliberal" que se extiende en el mundo. Ideología frente a la que poco puede hacer la mentalidad de quienes esperan fervientemente un cambio profundo en la sociedad española que supone romper varios moldes…

De ahí resulta que no se aborde el referéndum monarquía/república, que no se plantee la idea del Estado federal, que no prospere iniciativa legislativa alguna sobre el cambio de la ley electoral, que no se impugnen las numerosas inmatriculaciones de la iglesia católica de numerosos edificios en detrimento del dominio público, que no se denuncie el Concordato, que no se suprima la casilla de la Iglesia católica en la liquidación de la declaración sobre la renta, etc, etc

En resumen, la resistencia de la mentalidad reinante en España ante el empuje de la mentalidad nueva sólo irá cediendo a medida que vayan desapareciendo de la vida pública y privada, del poder eclesiástico y del poder económico y financiero (aunque aquí el proceso será mucho más lento) personajes anclados en ideas y costumbres que si por un lado favorecen considerablemente su economía personal, por otro robustecen el sentimiento de poder y de influencia que a su edad es lo más valioso que les queda...



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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