Crónicas Catalanas / 12 J: Visto para (¿Qué?) Sentencia

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12 J: VISTO PARA (¿QUÉ?) SENTENCIA

Ha terminado la fase procesal de uno de los juicios, me atrevo a decir, más importantes para el Estado español. Y para Europa posiblemente.

Este ha sido, en realidad, como ha dicho Andreu Van den Eynde, el abogado del presidente de ERC Oriol Junqueras, una "causa general contra el independentismo". Y también, como ha sido dicho en los alegatos finales, de este juicio saldrá definida la jurisprudencia que se aplicará a partir de ella a la protesta y disidencia política. A toda, no sólo a la independentista catalana.

La fiscalía del Estado ha estado indagando desde hace años, mucho antes de que apareciera cualquier "delito", sobre el independentismo catalán. También los policías de las cloacas del Estado. Uno de los testigos clave de la fiscalía, el teniente de la guardia civil Baena, llevaba espiando y siguiendo los pasos de los independentistas por orden de uno de esos fiscales acusadores. A la vez, paralela y anónimamente, en su cuenta de twiter, se dedicaba a atacar y calumniar al independentismo. Pues bien, con tales "testigos imparciales" es cómo la fiscalía, la abogacía del estado y VOX, el partido fascista que ha ejercido de "acusación popular", han urdido una historia inventada de "rebelión", "sedición" y "malversación".

No han podido presentar ni un testigo creíble. El juez Marchena ha impedido el careo de dos mandos policiales que la Policía Nacional y los Mossos (policía catalana) que se contradecían abiertamente y que fue pedido por los abogados de la defensa. Ha impedido que los vídeos fueran presentados en el momento de las declaraciones porque desmentían toda la sarta de mentiras de testigos policiales que afirmaban que hubo violencia y odio de los pacíficos votantes, mientras que se veía los mamporrazos de las fuerzas policiales.

Al final, los alegatos de los abogados y de los presos políticos han mostrado un elevado ejercicio de autocontención, de dignidad y de democracia, demostrando que lo que pretendía el Estado con todo ese juicio, que era amedrantar y doblegar la voluntad del independentismo catalán, no lo ha conseguido. El más claro de ellos, quizás, ha sido el presidente de Ómnium, Jordi Cuixart, quien ha afirmado: "lo volveremos a hacer"- "ho tornarem a fer".

El Estado no ha conseguido demostrar nada del supuesto crimen. Nacional e internacionalmente ese juicio ha mostrado al mundo que ha habido una persecución política, que los procedimientos han sido retorcidos y usados en función de condenar la protesta, la libertad de expresión, el derecho de reunión, de voto. Un sinfín de asociaciones, parlamentarios, dirigentes políticos y comisiones de derechos humanos, entre ellas de la ONU, han manifestado que se trataba de un juicio político, de que eran presos políticos, de que el abuso de la prisión preventiva era por ese motivo, y han exigido su libertad.

El Estado español está más aislado que nunca. La sentencia de este juicio decantará el próximo futuro. Los alegatos finales han sido valientes, han dicho verdades como puños, se lo han dicho a la cara de los carceleros y de quienes tienen en sus manos los próximos años de sus vidas, como decía Dolors Bassa. Pero como no se doblegan ni han aceptado el marco impuesto por la fiscalía, la abogacía del Estado y VOX, la sentencia debería que servir para algo. ¿Para qué?

Todos los abogados defensores y los acusados han mostrado una vía posible, un camino para "devolver a la política y la negociación lo que jamás debiera haber tenido que salir de ese cauce". Sin embargo el Estado español -entendido en su forma más amplia posible: rey, fuerzas armadas, judicatura, vasallos políticos, medios de comunicación afines, empresarios afines...- ha empujado el carro hasta esta confrontación judicial. Ese era su terreno propicio, más que el policial o militar que hubiera removido recuerdos demasiado evidentes. Ese ha sido en verdad el "golpe a la democracia": aprovechar un momento de inflexión para dar un golpe al independentismo y que no levante cabeza por muchísimos años. Ese era el plan. Por tanto, al final del proceso y justo cuando llegamos al "visto para sentencia", todo este plan no ha servido de nada. O les condenan duramente, o el independentismo se saldrá victorioso.

Ciertamente la lucha por la independencia y la República catalana no ha triunfado. La declaración de la gran mayoría de abogados y procesados partía de ello. Llegó donde llegó. A un 1 de octubre glorioso donde dos millones cuatrocientos mil ciudadanos y ciudadanas expresaron su voluntad mayoritaria de convertirse en un nuevo Estado, desafiando las leyes y prohibiciones, las porras y los heridos que provocó el Estado ese día. A un 3 de octubre donde se sumaron otras decenas de miles más. Y a una proclamación simbólica el 27 de octubre, ya sin plan ni estrategia, donde quienes lideraban política y formalmente el proceso se paralizaron, se entregaron o se fueron para el exilio. Todo ello ha sido reconocido durante este juicio.

Pero ese recorrido que no fue victoria, no significa derrota. Eso es lo que quería el Estado y las fuerzas políticas que apoyaron el 155, auténtico estado de excepción política y económica. Más bien hay que hablar de tablas. Sí, tablas entre el Estado y el independentismo catalán. Pero unas tablas en las que el más débil sufre más, como siempre. Catalunya está acostumbrada a ello. Pero dentro del dolor, recuerdan el "lo volveremos a hacer". Cuixart ha hablado por millones. El independentismo, poco a poco, va avanzando en las comarcas y barrios obreros. Lo han mostrado las elecciones sin discusión. La dignidad, la perseverancia, la democracia, avanzan en Catalunya.

Por tanto, difícil papeleta la que le toca al Tribunal, como han aceptado algunos de sus magistrados a los abogados defensores: "nos lo habeis puesto difícil". Sí, les va a ser difícil pronunciar la sentencia, que será condenatoria. Y creo, con riesgo de equivocarme, que será dura o muy dura. ¿Porqué lo creo así? Porque el Estado a estas alturas no tiene la flexibilidad de hacer un cambio de toda su estrategia contra el independentismo catalán. Para ellos es su principal enemigo. Siempre lo fue. A un ministro de Justicia del PP, Alberto Ruiz Gallardón, ilustre continuador de la saga del ministro franquista Gallardón, se le escapó: "Catalunya jamás puede ser independiente porque sino España sería inviable". Ese es el pensamiento de la élite del poder. Su pensamiento es el mismo que Franco; el mismo que repetía Juan Carlos, nombrado rey por él, quien decía "lo que más me insisitió el Generalísimo fue que no permitiera nunca que se rompiera la unidad de España". Y su hijo Felipe VI continúa esa misma idea. Todo el poder. Por este motivo el encargo que tiene el Tribunal Supremo es que dé un "castigo ejemplar" al independentismo.

Escuchemos esos presos independentistas. Son de diferentes partidos, diferentes tendencias. Algunos muy alejados de mis posiciones políticas, otros mucho más cercanos. Uno completamente opuesto. Pero lo que aparece claro es que ellos son una expresión de la lucha de un pueblo. Son individuos, dirigentes políticos y sociales, que están ahí porque les ha tocado en este espacio de tiempo liderar unas organizaciones y un proceso. Pero podían estar otros. Una consellera lo dice: "ya hay nuevos políticos". Vendrán otros. Porque el derecho a la autodeterminación del pueblo catalán hunde sus raíces en la historia. Igual que el absolutismo castellano, que el franquismo y el postfranquismo. El pueblo catalán lo está encarando y va ganando espacio en la sociedad catalana y en la conciencia democrática de los pueblos del Estado español.

Así que Europa tiene un problema, igual que España. O, mejor, una oportunidad. Catalunya y su lucha no desaparecerán, salga la sentencia que salga. Es la oportunidad de establecer sobre bases democráticas, pacíficas, por medio de votación, unas relaciones entre los pueblos basadas en el respeto, en la igualdad, en la fraternidad. O sea, la oportunidad de volver a establecer un pacto social basado en valores republicanos. Y dentro de ese pacto las organizaciones de izquierda tienen ocasión de fortalecer su vínculo con las clases y capas trabajadoras, para hacer un nuevo tipo de Estados republicanos donde la clase trabajadora esté en el corazón, en el núcleo del concepto del bien común y de las leyes y normas de una sociedad avanzada.

Alfons Bech

https://www.eldiario.es/politica/alegatos-acusado-video_0_909210036.html



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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