EEUU justifica injerencia electoral en otros

"Cuando intentamos manipular o influir en las elecciones de otras
naciones, o incluso cuando hemos querido derrocar sus gobiernos, lo
hemos hecho pensando en los mejores intereses de la gente de esos
países".

Esa filosofía tan tierna fue la que declaró ante un comité judicial en
Washington, D.C., el 8 de mayo de 2018, con toda naturalidad, James
Robert Clapper Jr, ex jefe de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA)
pretendiendo justificar la injerencia electoral de Washington en más
de ochenta países.

En igual sentido se manifestó este señor cuando promocionaba su libro
Facts and Fears (Hechos y Temores), donde aborda temas como la
supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados
Unidos y en el conflicto de Siria, donde Estados Unidos ha sido el
principal soporte de los terroristas que buscan derrocar al gobierno
legítimo de ese país del Medio Oriente.

La interferencia en los procesos electorales de más de ochenta países
a lo largo de la historia se hizo pensando "en los mejores intereses
de la gente" de estas naciones, es reiterada igualmente por Clapper en
una entrevista concedida a Bloomberg, al hablar
del historial estadounidense de injerencia en los comicios de otras naciones.
Clapper es recordado en su país por haber ocultado la verdad sobre el
programa de vigilancia masiva desarrollado por la Agencia de Seguridad
Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) antes de que lo sacara a la
luz Edward Snowden.

Ciertamente, la intervención en procesos electorales ajenos ha sido
durante mucho tiempo un componente muy reiterado de la política
exterior de Washington.

En América Latina se considera la expulsión del poder de un mandatario
legítimamente electo la intervención mas condenable aunque abundan,
prácticamente, en la historia de todos los países en la región. Jacobo
Arbenz, en Guatemala; Salvador Allende, en Chile, o Joao Goulart, en
Brasil, son solo algunos ejemplos que han antecedido en el tiempo a
los recientes de Manuel Zelaya en Honduras; Fernando Lugo en Paraguay
y Dilma Rousseff en Brasil.

A escala mundial, se conoce que, en 1947, EE.UU. obligó al gobierno
italiano a excluir a todos los comunistas y socialistas que integraban
el primer gabinete de la posguerra a cambio de la ayuda económica
estadounidense para reconstruir a Europa destruida por la Guerra
Mundial. A partir de entonces, la CIA (Agencia Central de Inteligencia
estadounidense) hizo todo lo que estuvo a su alcance, legal o
ilegalmente, para evitar la llegada de comunistas al gobierno
italiano, al tiempo que financió de manera encubierta a candidatos
democristianos en ese país y en los demás de Europa occidental.
Las elecciones italianas de abril de 1948 fueron las primeras en las
que se hizo sentir la intervención de la CIA en los asuntos de otro
país. Sin la CIA, el Partido Comunista Italiano habría ganado con
amplitud esas elecciones de 1948. A partir de entonces, y durante
décadas, cada vez que los comunistas, ya fuera en alianza con los
socialistas o por su cuenta, amenazaban con un triunfo electoral
Estados Unidos alzaba la amenaza de exclusión del Plan Marshal para
impedirlo.

El ya retirado funcionario de Inteligencia explica que escribió el
libro para informar al público de las amenazas "tanto internas como
externas" que enfrenta Estados Unidos, y explicar que el presidente
Donald Trump, no es el problema del país norteamericano, sino sólo
símbolo de un problema más amplio porque "la verdad es relativa".
El 13 de febrero, los directores estadounidenses de inteligencia
advirtieron al Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos que
"Rusia parece estar preparándose para repetir las artimañas que desató
en 2016 ahora que se aproximan las elecciones de mitad de periodo de
2018: ciberatacar, filtrar, manipular las redes sociales y quizá
otras.

Días después, el fiscal especial Robert Mueller utilizó las redes
sociales para formular imputaciones contra 13 rusos y 3 empresas
dirigidas por un empresario vinculado al Kremlin con el fin de atacar
a Hillary Clinton, apoyar a Donald Trump y sembrar discordia.
La mayoría de los estadounidenses fueron comprensiblemente impactados
por lo que consideraron un ataque sin precedentes contra su sistema
político. Sin embargo, los veteranos de inteligencia y académicos que
han estudiado las operaciones encubiertas tienen una opinión distinta
y bastante reveladora.

Si algún gobierno del mundo carece totalmente de autoridad y moral
para condenar la intromisión de una nación cualquiera, poderosa o
débil, grande o pequeña, rica o pobre, en los asuntos internos de
otra, esa nación es Estados Unidos por su largo historial de abusos
contra sus enemigos y también contra sus aliados.

Pero que salga Washington a denunciar o a protestar por la intromisión
de cualquier nación en sus asuntos electorales es sencillamente un
insulto a la inteligencia colectiva de la Humanidad; una vergüenza
inaceptable desde cualquier punto de vista.



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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