Venganza hondureña por la vía de las urnas

La prestidigitación de los gobiernos burgueses patrocinados por
Estados Unidos no tiene límites. Unas pocas horas bastaron para que el
candidato a la reelección presidencial en Honduras Juan Orlando
Hernández (JOA), convirtiera, una diferencia del 5% de los votos
computados a favor de su contrario, Salvador Nasralla, en una ventaja
suya que lo proclamaría Presidente reelecto.

JOA se había mantenido en campaña electoral durante todo su gobierno.
Al tiempo que encerraba, desterraba o enterraba a sus adversarios,
regalaba pelotas, casitas de cartón, bolsitas de frijoles rotulados
con su fotografía y el logo de su partido y otros regalitos
sacramentados y "bendecidos con la sangre de Cristo". Distribuyó
incluso 50 Lempiras (equivalente a 2.5 dólares) a todos los
empobrecidos electores.

Deprimente fue la sorpresa para él y su cohorte cuando, al término de
la votación del 26 de noviembre el Tribunal Supremo Electoral (TSE)
anunció que el candidato de la Alianza Libre-PINU, Salvador Nasralla,
le aventajaba por 5 puntos.

Algunos minutos más tarde, el TSE suspendió el conteo por "problemas
técnicos del sistema" y poco después dio a conocer que, en un nuevo
cálculo, JOA iba delante de Nasralla por 1 punto.
Enseguida estallaron las protestas populares. Los hondureños no podían
aceptar plácidamente el monstruoso fraude, que venía a colmar la copa
de la humillación que infringió a la nación el golpe de estado que
defenestró al Presidente Manuel Zelaya en 2009.

Ollantay Itzamná, nómada quechua, hijo de la Pachamama, activista y
defensor reflexivo de los derechos humanos y de la Madre Tierra,
formado también como abogado, antropólogo y teólogo en la ciencia
occidental, ha narrado, como brillante periodista que es, una
comprensible síntesis de los antecedentes históricos del fenómeno que
está teniendo lugar en Honduras.

"El Estado de Honduras, en sus casi 200 años, estuvo controlado y
gobernado por una élite de terratenientes y comerciantes auto
titulados conservadores y liberales. Durante los primeros 100 años,
los dirigentes de Honduras eran colocados por medio de bayonetas y
escopetas. A principios del siglo XX, los conservadores, para hacer
aparecer democrática a la pantomima, crearon el denominado partido
Liberal y, a partir de ello, Honduras vivió todo un siglo bajo el
bipartidismo Nacional-Liberal.

Con el golpe de Estado político-militar de 2009, los ricos en el poder
aceleraron su propia desestabilización política y, de hecho, el
surgimiento del movimiento social que significó el Frente Nacional de
Resistencia Popular (FNRP) que exigía la restitución en el poder del
depuesto Presidente Manuel Zelaya y proponía cambios estructurales
profundos en la Honduras empobrecida y enajenada.

A partir del 2012, el FNRP dio origen al actual partido político
Libertad y Refundación Libre, conformado en su mayoría por políticos
ex liberales, que en su primera participación en comicios, ocupó el
segundo lugar en las elecciones generales del 2013, con 37 diputados
de los 128 que integran el Congreso de la República.

Pero el gobierno de JOA, coautor del golpe de Estado, tenía el control
de los poderes legislativo y judicial, y les hizo la vida política
casi imposible. No sólo les excluyó de comisiones parlamentarias, sino
que les impidió sistemáticamente sus iniciativas legislativas.

Después del golpe de 2009, Honduras vivió una sistemática dictadura
"democrática", donde la ilegalidad, la corrupción y disolución de los
derechos fueron constantemente promovidas.

La ilegalidad de la dictadura de JOA alcanzó su máxima expresión
cuando en contra de lo dispuesto por la Constitución Política del
país, se autoproclamó candidato presidencial buscando su reelección,
bajo el lema: "La vida mejor para Honduras no puede parar". Algo
inverisímil en un país que conquistó la marca mundial de "país sin
guerra más violento del mundo", y donde el nivel de pobreza empeoró
más del 10% tras el golpe de Estado de 2009.

Disentir o difundir un pensamiento crítico se ha castigado con duras
penas y el irrespeto a los derechos humanos cobró visos dantescos con
las masacres y asesinatos selectivos, con el caso del homicidio de
Berta Cáceres como el más repudiado mundialmente.

"En estas condiciones, la hondureñidad fue obligada a volver al
ritual de las urnas. El dictador, creyendo que sus víctimas estaban
vencidas, intentó reelegirse en las urnas alegando ser el ungido del
Dios para seguir gobernando en Honduras para Cristo".

Pero, la resistencia no estaba muerta. Volvió sobre sus cenizas y
derrotó a la dictadura del miedo, la dictadura de los medios de prensa
y la dictadura divina en la que la oligarquía enroló hasta al
Cardenal, obispos, curas, pastores y apósteles, señala Itzamná.
Al cierre de este artículo sin conocer el pronunciamiento final del
TSE, todo parecía indicar un nuevo enfrentamiento entre la oligarquía
al servicio del imperialismo estadounidense y el pueblo burlado, que
pudiera ser ahora más violento y cruento que en 2009, si se desconoce
esta venganza electoral de los pobres.



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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