Base de operaciones

**** Las mayores víctimas morales de la invasión al Líbano son las comunidades judías que viven pacíficamente en el resto de la geografía del planeta.

El ataque hebreo al Líbano apoya la tesis que liga el subdesarrollo a la indefensión. El país más prospero en el Asia Cercana, llamado la “Suiza del Medio Oriente, fue convertido en un estado fallido como producto de una guerra civil interna estimulada por los EEUU. En ella perdió su capacidad de dominio sobre el uso legítimo de la fuerza. Es una comunidad indefensa, que ni siquiera tiene el control de sus aguas, secuestradas por Israel desde la ocupación del área de Shebaa, durante la invasión de 1982. Su persistencia como comunidad política, se posibilitó sólo por la protección Siria. Así se contuvo la amenaza yanqui, indirectamente materializada por la acción militar judía, en combinación con una “quinta columna” conformada por miembros de las minorías cristianas. De allí que el retiro de las fuerzas militares sirias del Líbano en el 2004, fuese señal de desamparo y estimulo para la ofensiva israelí, usando como cubierta una represalia por la captura de 2 soldados de esa nacionalidad. Es un ataque trocado en un acto de terrorismo bélico, al apuntarse contra blancos civiles, ante la ausencia de objetivos militares. Se encubre la acción, calificándola de un acto de defensa –y así lo dice la Casa Blanca- contra el “terrorismo” de las milicias palestinas del Hezbulá, que juntamente con proteger los campos de refugiados de esa nacionalidad, ejercen la resistencia legítima frente a la ocupación hebrea de Shebaa.

Ciertamente esta acción responde a la estrategia de los neoconservadores gringos, destinada a buscar el control de los yacimientos petroleros cardinales para usar la energía como medio de presión frente a sus rivales en la escena internacional. Se ataca al Líbano por ser el eslabón más débil de la cadena en el Medio Oriente, teniendo en mira a Siria y a Irán, sin importar la suerte de la comunidad hebrea, cuya presencia es colocada en riesgo extremo. No responde esta acción a la defensa de un interés vital estadounidense, ni menos, a una amenaza real a Israel. Es la conducta desesperada de los “Vulcanos”, encabezados por Rumsfeld, ante el fracaso de su estrategia de guerra preentiva, que les ha enajenado la opinión pública en momentos en los cuales se disputa el control del poder en los EEUU.

Así se aclara el rechazo venezolano al terrorismo bélico en el Medio Oriente, cuyo triunfo implicaría la destrucción de la OPEP. Una coalición que, aparte de defender el valor económico del petróleo, le proporciona al país un poder de negociación para influir en la política mundial. La victoria yanqui en esta guerra de intervención, prácticamente implicaría la consolidación del Imperio, por lo que ella tendería a una escalada, que envolvería a otras regiones del planeta. Una escalada que afectaría a las comunidades judías que, pacifica y constructivamente, cohabitan en el seno de otras sociedades. Serían el blanco de la resistencia y el resentimiento de esos pueblos que empiezan a mirarlas como enclaves de intereses bastardos.


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Alberto Müller Rojas


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