La guerra mediática contra Cuba y las dos hijas bastardas del Imperio

Las campañas de propaganda contra la Revolución Cubana han alcanzado los ribetes más escandalosos e increíbles durante toda su historia, desde los mismos inicios de su génesis con el Asalto al Cuartel Moncada. Noticias más falsas que verdaderas han circulado y han sido propaladas por los medios de todas las latitudes, y en especial por los de los Estados Unidos. A pesar de los años transcurridos desde el triunfo de la Revolución, se ha mantenido hasta hoy la más furibunda campaña publicitaria con el propósito de dañar el prestigio de la obra de la revolución y, con ello, falsear la imagen y la realidad de la Cuba revolucionaria.



Los Estados Unidos han orquestado la campaña más colosal y compleja que jamás ha diseñado contra país alguno. Sus numerosos y potentes medios de propaganda han contado adicionalmente con el apoyo de cuantos medios en el mundo les sirven de caja de resonancia como aliados serviles del monopolio informativo made in USA. Así se ha estructurado una larga cadena mediática lista para la desinformación y el ejercicio del anatema contra Cuba.



No satisfechos con lo logrado con medios específicos como Radio Swan, al principio de la Revolución, y todas las emisoras radiales localizadas en territorio de Miami y otros puntos, utilizaron como radioemisora insigne a la Voz de las Américas, su órgano oficial. Fue así que crearon y sacaron al aire en 1985 a un apéndice oficial titulada radio Martí, durante el gobierno de Reagan. Y al devenir los años, como no bastaba, se les ocurrió crear la TV Martí en 1990, durante el gobierno de George Bush (padre). A ambos órganos mediáticos se les asignan anualmente millones de dólares en el presupuesto de la nación.



Con la creación de estos supermedios financiados por el gobierno de los Estados Unidos, éstos han puestos sus esperanzas -oh, esperanzas de burbujas de jabón- en que Radio y TV Martí proclamen las palabras mágicas del “ábrete, sésamo”, para con ellas encantar a la población cubana y fomentar y desarrollar una conciencia mayoritariamente contrarrevolucionaria en Cuba. Con la creación y mantenimiento de esta agresión electrónica, los Estados Unidos viola las regulaciones internacionales de telecomunicaciones, y al invadir y ocupar frecuencias y canales en el espacio radioeléctrico de Cuba, realiza una acción contra la soberanía de su territorio, tal como estipulan las normas y leyes internacionales sobre esta materia.



No obstante los cuantiosos recursos invertidos por Estados Unidos, los técnicos cubanos han logrado bloquear la señal televisiva, y la radio y la TV son medios de escaso o nulo efecto propagandístico dentro de la población cubana.



Los lectores habrán observado que a dichas Radio y TV no les bautizaron con el nombre de George Washington o el de otro patricio cualquiera de Norteamérica. En su osadía o estupidez escogieron el nombre de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, quien peleó por la independencia de Cuba de España y contra la influencia de Estados Unidos en América Latina. Fue un latinoamericanista consecuente y un antiimperialista visionario, capaz de desentrañar las esencias y tendencias avasalladoras de los Estados Unidos.



Con las ideas que reflejaremos a continuación se tendrá una comprensión clara de lo absurdo y ofensivo de denominar con ese nombre sagrado a dos medios de propaganda que son, desde todos los ángulos que se les considere, enemigos del pueblo y la nación cubanos.



Martí en el siglo pasado hubo de referirse a los Estados Unidos de varias maneras para expresar la actitud de ese país hacia otros pueblos de América y hacia el pueblo de Cuba. Le llamó: “vecino esencialmente hostil”; “vecino avieso”; “desdeñoso vecino”; “Norte injusto y codicioso”; “Norte revuelto y brutal”; “república autoritaria y codiciosa”; “Roma Americana”.



Es bueno recordar las palabras visionarias de José Martí, que certeramente dijo sobre Estados Unidos: “ Un pueblo que comienza a mirar como privilegio suyo la libertad...y a invocarla para privar a los otros pueblos de ella...”

“Es probable que ningún cubano que tenga en algo su decoro, desee ver su país atado a otro...”

“No pueden creer honradamente que el individua­lismo excesivo, la adoración de la riqueza y el júbilo prolongado de una victoria terrible, estén preparando a los Estados Unidos para ser la nación típica de la libertad”.



Sobre el maridaje posible entre los Estados Unidos y los vendepatrias de dentro y de fuera, basta con la caracterización que hiciera en su tiempo José Martí. También expuso con nitidez las fuerzas morales presentes en los patriotas cubanos que se les oponían.

.“Es preciso que Cuba sepa quiénes y para qué, quieren la anexión(...) Esta clase de hombres que favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos(...) Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los observadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas a apoyar esta solución(...)”

“El pecado no está en equivocarse de ruta, y creer que sea remedio lo que no lo es, sino en perpetuar el carácter flojo e indeciso”.

“Cuba es así, y hay rábanos y coles, nacidos en suelo cubano, que desconfían de su país (...)”

“Los más sórdidos .”Los mas menguados e incapaces, los mas sórdidos,

e inútiles, los más serviles y mercenarios, befan o rebajan el sacrificio noble a que jamás ayudaron con sangre, ni bolsa, o que por cortedad de alma, no pueden entender ni amar”.

“De los gruñones, de los descontentos, de los impotentes, no hay que sacar modelo (...)”

“Esos cómodos son ladrones; son desertores; son míseros, que en el corazón del combate huyen, y dejan por tierra las armas.”

“Los que se miran flojos, y se ven flojos, todo lo tienen por flojo, lo mismo que ellos; sin ver que Cuba está ahíta de valor(...)” “No se da un paso en Cuba sin encontrar una virtud(...) En mi tierra hay todas las virtudes que se necesitan para hacerla por fin respetada y dichosa (...) porque la mayor parte de los cubanos somos buenos.”

“(...) Y en Cuba no peleamos por la libertad humana solamente; ni por el bienestar (...) ni por el bien exclusivo de la isla idolatrada, que nos ilumina y fortalece con su simple nombre: peleamos en Cuba para asegurar, con la nuestra, la independencia hispanoamericana.”



Tal como nos alertara Martí en su tiempo, ante propósitos seme­jantes, “A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñar­nos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin nuestra Patria libre.

Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque”.



De José Martí, Apóstol de la Independencia y Héroe Nacional, líder máximo de la última guerra por la Independencia, heredamos su pensamiento visiona­rio:

“Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento. Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad. Y si hay esta diferencia de organización, de vida, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques, por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que sólo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes que ellos se legislan?

Imitemos ¡No! – Copiemos ¡No! – Es bueno, nos dicen. Es americano, decimos.- Creemos, porque tenemos necesidad de creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse. La sensibilidad en nosotros es muy vehemente. La inteligencia es menos positiva, las costumbres son mas puras ¿cómo con leyes iguales vamos a regir dos pueblos diferentes?

Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”



“En Cuba las idea de la anexión, ha mudado de intento y motivo, y no es hoy más, que el deseo de evitar la Revolución. ¿Por qué querer anexarla? Por lo grande de esta tierra. Y ¿ por qué es esta tierra grande, sino por la Revolución?

Sólo el que desconozca a nuestro país, o éste, o las leyes de formación y agrupación de los pueblos puede pensar honradamente en solución semejante, o el que ame a los Estados Unidos más que a Cuba.

Jamás fue Cuba para Estados Unidos más que pose­sión apetecible.

¿Y una vez en Cuba los Estados Unidos, ¿quién los sacaría de ella?

Cambiar de dueño, no es ser libre.

No deduzco de los vítores que sean reconocidos por los Estados Unidos los derechos cubanos.

Es preciso que se sepa en nuestra América la verdad de los Estados Unidos.

Yo estoy en peligro de dar mi vida por mi país y mi deber puesto que lo entiendo y tengo ánimo con que realizarlo, de impedir a tiempo con la inde­pendencia de Cuba que se extienda por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestra tierra de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.

En silencio ha tenido que ser y como indirectamente porque hay cosas que para lograr­las han de andar ocultas.

Esto es muerte o vida y no cabe errar...; un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos.”



Las fuerzas dirigentes de los Partidos Republicano y Demócrata han desoído las advertencias y denuncias de la comunidad internacional por sus acciones de bloqueo contra Cuba, cumpliéndose así, una vez más, el juicio profético de José Martí:



“Por la supremacía(...) contenderían los Estados

Unidos, que en esto no son demócratas ni

republicanos, y apetecen por igual, los de un

partido y los del otro, privilegios interna­

cionales que están fuera de relación con los

servicios prestados al país de quien los

exigen, y con el respeto que un pueblo libre

ha de

tener por las libertades de otros (…)”

También nos preguntamos con Martí, “con justo asombro, cómo puede, quien quiera ver, imaginar que Cuba viniese a ser jamás norteamericana”.



Y con Martí proclamamos “que mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes. Y quien no se sienta gigante de amor o de valor, o de pensa­miento, o de paciencia, no debe emprenderla... Pero si las revoluciones no pasan en vano por los pueblos, si un pueblo antes de la revolución no puede ser después de ella como era, si no puede olvidarse jamás una revolución...”, también “nunca fue tan vehemente y tan tierno en nuestras almas el culto de la revolución”.



Finalmente deseamos poner de manifiesto su legado antiimperialista que se refleja en las ideas contenidas en su carta inconclusa, víspera de su muerte en combate.

Testamento político

Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895.
Sr. Manuel Mercado.

Mi hermano queridísimo: Ya puedo escribir; ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y obligación; ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo-de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias pª alcanzar sobre ellas el fin. Las mismas obligaciones menores y públicas de los pueblos,-como ese de Vd., y mío,-más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino, que se ha de cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de la anexión de los pueblos de nuestra América al Norte revuelto y brutal q. los desprecia,-les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a este sacrificio, que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas;-y mi honda es la de David. Ahora mismo; pocos días hace, al pie de la victoria con que los cubanos saludaron nuestra salida libre de las sierras en que anduvimos los seis hombres de la expedición catorce días, el corresponsal del Herald, q. me sacó de la hamaca en mi rancho, me habla de la actividad anexionista, menos temible por la poca realidad de los aspirantes, de la especie curial, sin cintura ni creación, que por disfraz cómodo de su complacencia o sumisión a España, le pide sin fe la autonomía de Cuba, contenta sólo de que haya un amo, yankee o español, que les mantenga, o les cree, en premio de su oficio de celestinos, la posición de prohombres, desdeñosos de la masa pujante,-la masa mestiza, hábil y conmovedora, del país,-la masa inteligente y creadora de blancos y negros. Y de más me habla el corresponsal del Herald; Eugenio Bryson:--de un Sindicato yankee,-que no será,-con garantía de las Aduanas, harto empeñadas con los rapaces bancos españoles pª q. quede asidero a los del Norte,-incapacitado afortunadamente, por su entrabada y compleja constitución política, para emprender o apoyar la idea como obra de gobierno . Y de más me habló Bryson,-aunque la certeza de la conversación q. me refería, sólo la puede comprender quien conozca de cerca el brío con que hemos levantado la revolución,-el desorden, desgano y mala paga del ejército novicio español,-y la incapacidad de España pª allegar, en Cuba o afuera, los recursos contra la guerra q. en la vez anterior sólo sacó de Cuba:-Bryson me contó su conversación con Martínez Campos , al fin de la cual le dio a entender este q. sin duda, llegada la hora, España preferiría entenderse con los E. Unidos a rendir la Isla a los cubanos:-Y aún me habló Bryson más: de un conocido nuestro, y de lo q. en el Norte se le cuida, como candidato de los Estados Unidos, pª cdo. el actual presidente desaparezca, a la presidencia de México. Por acá, yo hago mi deber. La guerra de Cuba, realidad superior a los vagos y dispersos deseos de los cubanos y españoles anexionistas a que sólo daría relativo poder su alianza con el gobierno de España, ha venido a su hora en América, para evitar, aún contra el empleo franco de todas esas fuerzas, la anexión de Cuba a los Estados Unidos, que jamás la aceptarán de un país en guerra, ni pueden contraer, puesto que la guerra no aceptará la anexión, el compromiso odioso y absurdo de abatir por su cuenta y con sus armas una guerra de independencia americana. -Y México-¿no hallará modo sagaz, efectivo e inmediato, de auxiliar, a tiempo, a quien lo defiende? Sí lo hallará,-o yo se lo hallaré. Esto es muerte o vida, y no cabe errar. El modo discreto es lo único que se ha de ver. Ya lo habría hallado y propuesto. Pero he de tener más autoridad en mí, o de saber quien la tiene, antes de obrar o aconsejar. Acabo de llegar. Puede aún tardar dos meses, si ha de ser real y estable, la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo. Nuestra alma es una, y la sé, y la voluntad del país; pº estas cosas son siempre obra de la relación, momento y acomodos. Con la representación que tengo, no quiero hacer nada que parezca extensión caprichosa de ella. Llegué, con el General Máximo Gómez y cuatro más, en un bote, en que llevé el remo de proa bajo el temporal, a una pedrera desconocida de nuestras playas; cargué, catorce días, a pie por espinas y alturas, mi morral y mi rifle,-alzamos gente a nuestro paso; siento en las benevolencia de las almas la raíz de este cariño mío a la pena del hombre y a la justicia de remediarla; los campos son nuestros sin disputa, a tal punto que en un mes sólo he podido oír un fuego; y a las puertas de las ciudades, o ganamos una victoria, o pasamos revista, ante entusiasmo parecido al fuego religioso, a tres mil armas; seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas. La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas q. antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana,-la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios. Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé cómo se encienden los corazones, y cómo se aprovecha para el revuelo incesante y la cometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres con quienes las hacen. Me conoce. En mí, sólo defenderé lo que tenga yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.-Y en cuanto tengamos forma, obraremos, cúmplame esto a mí, o a otros.

Y ahora, puesto delante lo de interés público, le hablaré de mí, ya que sólo la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce, y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Vd. lo enorgullece. Ya sé sus regaños, callados, después de mi viaje. ¡Y tanto q. le dimos, de toda nuestra alma, y callado él¡ ¡Qué engaño es esta y qué alma tan encallecida la suya, que el tributo y la honra de nuestro afecto no ha podido hacerle escribir una carta más sobre el papel de carta y de periódico que llena al día¡ Hay efectos de tan delicada honestidad,”

Después de conocer el pensamiento revolucionario y antiimperialista de José Martí y el contenido de esta carta inconclusa, ¿alguien puede entender las razones que tuvo Estados Unidos para denominar a esa Radio y TV pirata con el nombre de Martí? ¿ Alguien puede pensar que ese nombre le correspondan a una Radio y a una TV que son un engendro y un instrumento de agresión del Norte revuelto y brutal, que denunciara? ¿Alguien en su sano juicio lo puede justificar?

Pero, estimados lectores, estas son las verdades que parecen increíbles sobre la política de Estados Unidos, en relación con la guerra mediática contra Cuba.



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Wilkie Delgado Correa


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