La oligarquía busca un pacto tipo frente nacional para intentar solventar la crisis desatada por el triunfo del No a la paz en el plebiscito del pasado 2 de octubre.
Santos, Uribe y Pastrana se reúnen para enterrar la apertura democratica y la paz con justicia social.
Se quiere desconocer el Acuerdo de paz de Cartagena para imponer una paz neoliberal, de los sepulcros y los falsos positivos.
Es difícil agotar la reflexión sobre el significado, el sentido y las implicaciones del plebiscito del pasado 2 de octubre y la derrota del Acuerdo de paz firmado en Cartagena para poner fin al conflicto armado, por el triunfo de la campaña del NO promovida por el ex presidente Uribe Vélez y su partido el Centro democrático.
Las derivaciones serán diversas y el campo político y social, sentirá gradualmente los impactos correspondientes.
Ofrezco algunas valoraciones de mi propia cosecha con el fin de contribuir al debate en curso, enfocado en interpretar las probables rutas de la historia futura de Colombia.
Primera.
El pasado 2 de octubre llego a su fin el segundo periodo presidencial de Juan Manuel Santos. Su desgaste llego al máximo nivel con la derrota plebiscitaria de su principal bandera, la de la paz neoliberal. La baja aceptación que arrastraba Santos entre los colombianos, desde hace más de dos años, como resultado de su impopular gobierno, al servicio de las oligarquías, prácticamente quedo en ceros con la reciente debacle electoral. El Jefe de la Casa de Nariño perdió su gobernabilidad, agudizando la crisis del sistema político que seguirá a la deriva. Los próximos 20 meses de Santos serán completamente irrelevantes. Sera como un corcho en un remolino dando vueltas sin llegar al fondo y sin avanzar a ninguna parte.
Las renuncias de los Ministros seran el pan de cada dia y la inestabilidad sera cronica.
En este desorden y anarquía, los militares anticomunistas seguirán desafiando con sus vuelos rasantes de Kfir sobre la Casa de Nariño para notificar que ellos son el verdadero poder.
Regresará el autoritarismo y los estados de excepcion para aplastar la rebelion popular.
Dos.
El triunfo del NO, por un escaso margen, más que una solución a nuestros problemas, es igualmente el reflejo de la profunda crisis sistémica que carcome el sistema político. La manipulación antropológica con mentiras y miedos de la campaña contra la paz promovida por Uribe Vélez, es un síntoma de la crisis generalizada de nuestra sociedad que se margino ampliamente de las votaciones, pues la abstención fue del 63% y la baja participación se consiguió mediante una absurda agitación del miedo, el resentimiento y el soborno clientelar desde el oficialismo santista.
Tercero.
El fiasco del SI y la motivación del No, debe buscar una explicación clave en la manipulación clientelar y la corrupción de las campañas gubernamentales sustentadas en la mermelada, la contratación a dedo y una falsa pedagogía que disfrazaba la propaganda oficial. Haber colocado al frente de la maquinaria del SI, al señor Cesar Gaviria, emblema del neoliberalismo más salvaje, y a la camarilla de los gamonales fue fatal. Un anuncio anticipado de la derrota del domingo pasado. Muchos de los votos por el NO fueron más bien una protesta contra esta mafia saqueadora del presupuesto público.
Cuarto.
La Izquierda postplebiscito se consolida como una colcha de retazos y un ente descuadernado que, de no replantearse rápidamente en todos los aspectos, políticos, programáticos y organizativos, tendera a desaparecer en su actual versión. Los movimientos y tendencias que se presentan como de izquierda fueron y serán marginales por causa de su prepotencia, engreimiento, dogmatismo y sectarismo. Por causa de sus pequeños y cómicos caudillos de vereda. Sus prácticas son aberrantes, por no decir ridículas. Delirantes y desfasadas de nuestra realidad popular y cultural. Necesitamos una Nueva Izquierda, acorde con el Acuerdo de Paz y la transición a un nuevo ciclo político. Necesitamos una izquierda dispuesta a asumir los retos de la construcción de una nueva hegemonía en la batalla de las ideas.
Quinto.
En el postplebiscito se destapara la gigantesca crisis económica, fiscal y financiera que ha sido maquillada por la mentira santista. Tendremos un cataclismo económico, presupuestal y financiero. La reforma tributaria, que ha proyectado el Fondo Monetario, azotara con severidad a millones de colombianos pobres, con el incremento del IVA y otros tributos diseñados para afectar a la población y exonerar a los ricos. Estas medidas, obviamente, desataran la ira y el rechazo social que se manifestara en acciones de protesta y huelgas.
Sexto.
La paz se sostendrá en sus elementos más importantes como el Cese Bilateral del Fuego y hostilidades. No habrá desplazamiento de la guerrilla a las mencionadas zonas veredales y menos dejación de las armas en los próximos meses. El movimiento guerrillero avanzara con nuevos referentes de inserción en la movilización política y social sin renunciar a sus principales conquistas y acumulados. En tal sentido no es descartable nuevas conferencias y encuentros guerrilleros para definir colectivamente las rutas a seguir.
Séptimo.
El texto del Acuerdo final de paz, construido en la Mesa de diálogos de La Habana, en los últimos años será defendido en su integridad por un potente movimiento social y popular que se construirá como sujeto central del campo político.
Manifestaciones, marchas, plantones, agitación en los medios, conferencias, mesas redondas, debates, redes sociales y otros repertorios de los movimientos sociales harán parte de una potente campaña que demandara el fin de la guerra y el inicio de la construcción de la paz.
Octavo.
Los intentos por revivir un frente nacional o un pacto oligárquico para reconducir el proceso de paz en los términos de la impunidad y la visión retrograda del uribismo y la ultraderecha fascista serán resistido por el pueblo y las fuerzas democráticas. Un acuerdo Santos-Uribe-Pastrana esta en contravía de la apertura democrática y la paz con justicia social consignada en el Pacto final de paz firmado el 26 de septiembre en Cartagena entre Santos y el Comandante de las Farc Timoleon Jiménez.
Noveno.
Ayer 3 de octubre quedo dibujada la campaña electoral para escoger el próximo Presidente del gobierno. Serán casi 20 meses de ese sainete. Uribe y su candidato (Duque, Holmes o Zuluaga), Vargas Lleras, Sergio Fajardo, De La Calle, serán los personajes más mencionados en la vida pública y sus imágenes y discursos intentaran engañar, nuevamente a la sociedad. Entre tanto, como en los últimos 30 años, las guerrillas revolucionarias representadas por las Farc, el ELN y el EPL, serán el caballito de batalla de todos para el momento de hablar o vincularse con los demás.
La paz y las guerrillas, será el tema que utilicen estos candidatos para estigmatizar o definir, con golpes de sorpresa, un eventual triunfo presidencial
Decimo.
La hipótesis de convocar y organizar una Asamblea Constituyente soberana y popular cobrara forma para darle una salida al Acuerdo de paz.
Once.
La comunidad internacional no saldrá de su sorpresa y confusión con los resultados tan absurdos del plebiscito. Nos verán como unos locos y desadaptados. Como una sociedad arcaica y confesional. Como unos trogloditas jurásicos que votamos para que una guerra continúe y la paz no prospere.