LA LUCHA POR LA UNIDAD LATINOAMERICANA CARIBEÑA ES UNA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL
Buenas noches a todos, compatriotas.
Me gusta usar el término compatriota. Porque “La patria es América” decía Bolívar, “Nuestra América” reafirmaba José Martí. Creo que, hoy, más que nunca, tenemos que utilizar este término.
Traigo desde la Venezuela bolivariana, revolucionaria, un abrazo de corazón para todos ustedes hermanos compatriotas chilenos. Desde el capítulo Venezuela, desde el Congreso Bolivariano de los Pueblos, desde las organizaciones políticas y sociales que lo integran. Es un honor realmente estar con ustedes, con dirigentes con tanta experiencia, realmente es una satisfacción.
Hace 180 años, en junio, precisamente un 22 de junio, abría las sesiones el Congreso Anfictiónico de Panamá. Yo creo que fue el intento más profundo que tuvimos los latinoamericanos caribeños para unirnos en una verdadera confederación de repúblicas. Este Congreso fue convocado, nada más ni nada menos, por el libertador Simón Bolívar. En el fragor de la lucha y de las victorias contra el colonialismo español, las nacientes republicas tenían allá, en Panamá, la posibilidad de unirse, de unirnos.
Claro, dos años antes, la batalla de Ayacucho había sellado la lucha independentista; unidos guaraníes, rioplatenses, altoperuano, chilenos, peruanos, colombianos, venezolanos, ecuatorianos, habíamos derrotado al imperio más poderoso de la época.
En unidad, con un Estado Mayor unificado, con una conducción de jóvenes, de muchos jóvenes, habíamos alcanzado la victoria. Quién conducía esa batalla era Sucre, 29 años. Otros de sus generales, Córdova 25 años, Suárez 31, Miller 30 años. Jóvenes definiendo en su época el destino de la América, eso es importante. Llamo a la reflexión a los jóvenes de Nuestra América sobre este ejemplo.
Ejército de Liberación, que era Ejército Popular, pueblo con uniforme -como lo define el Comandante Chávez-. Pueblo a secas, eso fueron aquellos soldados que lograron el triunfo. “A paso de vencedores” dijo el General Córdova en esa batalla, conduciendo a sus soldados. Pero ahí también estaba, por ejemplo, Jacinto Lara, un general de los llanos; un verdadero llanero venezolano, que los argentinos podríamos decir un gaucho, o los chilenos un huaso, hombre del pueblo, de pueblo pobre que arengó a esa tropa también en las palabras que solo entiende la gente del pueblo, diciendo: “zambos del carajo, frente a nosotros están los godos puñeteros, pero con nosotros está el general Sucre, que como ustedes bien sabe, no es ningún cabrón, así que apretarse los cojones, y a ellos”. Esa fue la consigna de Jacinto Lara, una consigna no “latina” ni “griega”, pero que traducía concretamente el componente popular del Ejército Unido. En Ayacucho entonces, el pueblo latinoamericano, el pueblo llano, de “pata al piso”, era el verdadero triunfador ante las fuerzas colonialistas.
Caro nos costó esa victoria, porque el enemigo descubrió que ahí, en la unidad, estaba el potencial de los pueblos, y que esa unidad se iba a cristalizar en ese Congreso Anfictiónico que había convocado el Libertador. El imperialismo inglés, el imperialismo naciente norteamericano, la santa alianza, unidos con las oligarquías locales se prepararon para derrotar el proyecto bolivariano de unidad.
Digo, caro lo hemos pagado… Porque el accionar imperialista y la derrota del sueño de Bolívar nos costó 180 años de miseria, de explotación, de veinte republiquetas, viviendo una de espalda a la otra, que cuando se miraban de frente, se miraban para enfrentarse, para generar guerras fraticidas, no por los intereses de los pueblos, sino por los intereses de las empresas imperialistas. Hemos visto peleando a chilenos con peruanos, a bolivianos con paraguayos, en Centroamérica recordarán ese partido de fútbol que provocó una guerra, guerras fraticidas, tremendas.
Fuimos derrotados y hay que reconocerlo. Ese proyecto de Bolívar -y digo, Bolívar como síntesis, no Bolívar para hacer la alabanza al héroe, sino Bolívar porque fue él quien entendió más cabalmente la necesidad de la unidad-. Entonces en Bolívar, incluimos a San Martín, O’Higgins, Artigas, Sucre, Morazán, la resistencia indígena y negra de Zumbi, Cririnos, Tupac Amaru, Katari, Lautaro, Caupolicán, Guaycaipuro, la síntesis, ese proyecto de patria y pueblo, de unidad e independencia.
Y ese proyecto bolivariano fue derrotado a tal punto que Manuelita Sáenz –la libertadora del libertador- lo dice, con gran claridad, escribiéndole a Bolívar: “Simón, para qué tanto sacrificio, tanta lucha, tanta sangre por la independencia si el indio aún sigue tendiendo la mano para pedir limosnas”.
Habíamos fracasado, a la idea, a la idea grandiosa como decía Bolívar en la Carta de Jamaica; a esa idea grandiosa no le había llegado su tiempo. Hemos fracasado, hubo de decir en los umbrales de su muerte Don Simón, “he arado en el mar”, fue la terrible frase. San Martín, O’Higgins, Artigas, Carrera, Manuel Rodríguez, Sucre, tantos patriotas, son asesinados, se van al exilio… ¡tantos pueblos traicionados! No había llegado el momento para esa unidad.
Pero, nuevos vientos están soplando en América Latina. Esas voces, que no han podido ser silenciadas, de nuestros patriotas, de nuestros revolucionarios, se empiezan a juntar con las voces de los revolucionarios de este siglo y del siglo pasado, con las de Allende, del Che Guevara, de Velasco Alvarado, de Camilo Torres, de Recabarren, de Omar Torrijos, de Carlos Fonseca, de Augusto Sandino… se empiezan a fundir y nos empiezan a señalar el fututo. Ahí está Fidel diciendo “sin unidad no hay salvación” y el Comandante Chávez “o nos unimos o nos hundimos”.
Y éste, el tema de la unidad de América Latina y el caribe, ya no es un tema nada más que importa solo a los latinoamericanos caribeños, es también un tema de trascendencia mundial. Hoy conversaba con un periodista, y le decía que los latinoamericanos caribeños somos apenas un 8% de la población mundial, somos poquititos, pero pese a eso podemos aportar mucho en la lucha por un mundo mejor. La lucha por la unidad latinoamericana caribeña es una etapa de la revolución mundial; y en esto no nos va en juego nada más que una idea, nos va en juego la vida, porque la contradicción actual, el el mundo capitalista, se sintetiza en: “vida o muerte”.
Este planeta se está destruyendo a causa de la irracionalidad del sistema capitalista, la que hace que el vector tiempo sea fundamental, tenemos que acelerar e imprimir aceleración a la lucha por una sociedad distinta, humanista, socialista, que trascienda, sin duda, a la sociedad capitalista actual. Eso es de vida o muerte, porque si no frenamos esa irracionalidad capitalista este planeta explota, corre riesgo la existencia de la especie humana.
Y nuestro aporte, en principio, es saldar la deuda histórica con nuestros pueblos, la unidad, la asignatura pendiente. La unidad latinoamericana caribeña es el aporte más grande que podemos hacer desde estos lugares del planeta a la humanidad y a la lucha antiimperialista; un aporte para derrotar a un enemigo poderosísimo que, como tuvimos en el siglo XIX, lo tenemos ahora.
Un enemigo poderosísimo que, aparte, maneja la lógica -la sinrazón- del fascismo; estamos enfrentados contra el nazi fascismo a nivel internacional, nos enfrentamos con un enemigo al que no podemos subestimar, mis compatriotas. No podemos darnos el lujo de estar divididos, no mis camaradas, no mis compatriotas. Ese enemigo es muy poderoso. El espíritu de Ayacucho tiene que volver a nosotros, ese espíritu de unidad, de Estado Mayor unificado, de pueblo, de lucha con nuevas ideas, con la creatividad y audacia de los jóvenes; “o inventamos o erramos” decía Simón Rodríguez. La revolución nuestra no será “ni copia ni calco”, nos enseñaba el amauta peruano Mariátegui. Con ese espíritu tendremos que enfrentar esta lucha histórica.
Tenemos que volver a esas fuentes, el desafío es inmenso, de eso no hay duda, pero, “para las grandes empresas están hecho los grandes hombres”, decía por ahí el argentino-chileno José de San Martín. Eso es el Congreso Bolivariano de los Pueblos. Una organización que retoma las viejas, nuevas y permanentes banderas de liberación. Venimos a pelear, unidos, con trabajo, con honestidad, demostrando que ese hombre nuevo y esa mujer nueva ya nacieron, que estamos acá; que ya es la hora, de cumplir con la misión histórica.
Aprovechemos esta nueva oportunidad para marchar decididamente hacia la 2ª Independencia, hacia la unidad de América Latina y el Caribe y, entre todos y todas, construir una sociedad sin explotadores, sin explotados, una sociedad humanista, con derecho a la vida, una sociedad igualitaria. Ojalá el Congreso Bolivariano de los Pueblos esté a la altura de esta circunstancia.
Lo fundamental entonces es, como dijo San Martín, que: “seamos libre, lo demás no importa nada”.
Bueno compatriotas, muchas gracias por escucharme.