No llores, Argentina

Decir que ahora, después de un ciclo de unos 15 años, el péndulo viene hacia la derecha en América Latina, es construir un cliché que, como todos los clichés, impide pensar. Es creer que hay una legalidad fija en la historia, a la manera de los ciclos del agua: evaporación, condensación, precipitación. Es tratar de lucirse con una frasecita que no explica nada.

Habría que pensar en dos cosas: por una parte, un balance descarnado del proceso cumplido; por la otra, el señalamiento de las perspectivas. Y para las dos cosas, un intervalo de reflexión necesaria. Una capacidad de procesar las críticas, de hacer una revisión, una rectificación y un relanzamiento. No será la primera ni la última vez.

No se trata de que la izquierda debe replegarse y dejar que la derecha actúe y realice el guión que ya está escrito en el Fondo Monetario Internacional y en Washington. El mismo guión que se aplicó durante la década perdida de los 80 y 90. La misma amarga receta que se aplica en Grecia y otros países europeos. El mismo plan que asesinó al estado de bienestar que alimentó las ilusiones tipo clase media durante las décadas de los 60 y 70. Habrá que luchar y pensar a la vez. Ojalá podamos.

La euforia que la derecha continental y mundial mostrará con proliferación de comentarios, imágenes, burlas por las redes sociales, no debe tapar que el sistema mundo capitalista vive uno de sus peores períodos críticos, de los más profundos, más violentos, más desastrosos.

Allí está el "estancamiento secular" que arrancó desde la crisis financiera de 2008, el gran fracaso de los "felices 90" de la globalización mitificada, que arrasó con las economías europeas, que provocó la quiebra, no sólo de gigantes financieros de Wall Street, sino de ciudades norteamericanas y países enteros en Europa, y que sigue sin solución visible, produciendo miserias de las mayorías y pingues beneficios a una ínfima minoría de capitalistas de casino; que ha empeorado con la "ralentización" de la economía china, la locomotora que empujaba la exportación de los "comodities" y el crecimiento del bloque emergente de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Suráfrica). Es hora de revisar el extractivismo, que en Venezuela se llama "Petroestado".

Allí está el 70% de capital procedente de la economía ilícita (drogas, tráfico de personas y órganos, contrabando, mercado negro de armas, etc.) en el capital financiero global, la verdadera cabeza del sistema global capitalista. Allí está la destrucción de países enteros y el alimento a esos frankensteins terroristas con justificaciones teológicas fundamentalistas. La violencia desatada. Las fuerzas del Mal sin control. El planeta que cocina a nuestra especie, con la mortal consecuencia de su voracidad capitalista.

Es obvio que se intentará revivir engendros como el ALCA, la extensión a toda América Latina del mismo acuerdo de Libre Comercio que convirtió a México en maquila, es un narcoestado, frente a cuyos desmanes voltean la mirada los organismos internacionales, tan celosos de la situación de los políticos presos en Venezuela, pero ciegos a las matanzas de estudiantes y campesinos mexicanos. Y por supuesto, se intentará desmontar el sueño de Bolívar que líderes como Chávez, Kirchner, Evo, Correa, Lula, Ortega u otros, habían logrado comenzar a realizar.

Vienen tiempos de lucha. Por eso, Argentina, no llores. No hay péndulos fatales. Sólo hay choques de fuerzas, decisiones, buenas y malas decisiones, pensamientos que impulsan la acción de los seres humanos. Y sigue habiendo sueños y mitos movilizadores. Por eso, Kirchner, Chávez y Bolívar siguen ahí, tercos frente a las mareas y las olas caprichosas de las circunstancias. Como dice Charly García: "no llores por mí, Argentina/ cada día te quiero más"



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Jesús Puerta


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