La historia "imaginaria" a cerca del terrorismo

"Gadafi fue la contención del "terrorismo" desde África hacia el norte", Nicolás Maduro

El arma "terrorista" es nueva. Es solo usarla palabra como un calificativo negativo del uso de la violencia y de repente, ¡Voalá!, se hace un arma moderna y poderosa. Si usas la violencia como resistencia social contra las tiranías crueles, altamente violentas y criminales; como la de los zares en el siglo dieciocho y diecinueve, se conoce como "terrorismo". Pero si tienes que calificar (ahora) la que usaron los zares; o los "métodos" de guerra usados en la primera y segunda, en la guerra de Corea y en Vietnam, solo son eso: "recursos bélicos" (hablamos del gas Sanín, las armas bacteriológicas inventadas en laboratorios de la CIA, el Napalm, el fósforo Blanco, etc.)

Hoy se piensa que terroristas fueron los anarquistas rusos; que terroristas fueron los atentados a los zares con bombas, dinamita, granadas etc. "Terroristas y terrorismo", ahora está asociado a la violencia, no nada más a los atentados dinamiteros a trenes, plazas, concentraciones etc., sino a todo tipo de violencia, aplicada fuera de la lógica del poder; la empleada por aquellos Estados que monopolizan su uso; que se erigen ( por su poder bélico y tecnológico) en legítimos administradores de ella. Es decir, ahora existe una violencia buena y una mala. Sin que nadie se atreva a explicar claramente cuáles son los criterios para calificar el uso legítimo de la violencia.

El "terrorismo", como método de resistencia, de guerra en una guerra legítima, pasó a ser sinónimo de locura, de patología política, de virus ideológico, cuando toda resistencia al poder fue considerada una" falta", un "delito", para la Ley y para la sociedad que esta representa. Terrorismo ahora califica cualquier cosa que atente contra la paz de la democracia burguesa, contra el capitalismo, que atente en contra a su orden. Terrorista ahora es cualquiera que use la violencia (sea militar o legal, "constitucional", que rompa con el modelo social burgués capitalista) así esté asociada ésta a los discursos; esté en las intenciones o deseos de cambiar el sistema.

Pero ese método, tal y como ahora lo conocemos fue un invento americano. Los sabotajes "diplomáticos". Es el caso de la voladura de Maine, en la bahía de la Habana (Perl harbor, Vietnam, las Torres gemelas). Perfeccionado por el Sionismo israelí, en tiempos de la Palestina colonia inglesa.

Métodos heredados, ¿De quién? De los ingleses. Y de toda la tradición colonial europea. Las mil y una formas de amedrentar a los pueblos rebeldes, haciendo públicos los castigos, quemando "herejes" y brujas, desmembrando a los blasfemos, despellejando seres vivos, exhibiendo cabezas de los rebeldes decapitados, en las entradas de los pueblos.

De ahí nace la idea del terrorismo. Se trata de amedrentar a los pueblos rebeldes, a los "indignados", a los explotados, a los esclavizados, de producir mediante su violencia "terror". Igual hacen ahora los paramilitares estrenados por especialistas israelíes y americanos: no fusilan, no ahorcan a sus víctimas, las desmiembran, las pican con una cierra eléctrica, les vuelan la cabeza con dinamita.

Y graban sus fechorías y las publican. Conscientes de que serán publicados sus crímenes con todo detalle, aprovechándose de la cultura morbosa de los medios modernos de divulgación; del internet y de los noticieros de televisión.

Es eso lo que ahora hacen los asesinos del famoso EI (Estado Islámico), a saber: hacen de sus crímenes un show mediático, gracias al capitalismo mediático, que solo "rinde" mediante el rating, o de aquello que ahora mida la "frecuencia de visitas" en el interne, en el tuiter, o sea como sea que se llame su equivalente de medición en el internet. Un método tan efectivo, tan eficiente en engañar y asustar a la población incauta, donde se pueden hasta simular los crímenes.

Sin embargo, gracias al avance tecnológico, a aquellos que los deconstruyen para descubris sus trampas; que delatan la "falsedad mediática", a los que usan este método propagandístico, les vale mejor que sean "muertes o ejecuciones reales". El morbo y el miedo hacen el trabajo. Y el resto lo terminan los llamados de "alerta o niveles de seguridad", los cuales pueden manipular mucho más eficiente a las mentes débiles y amedrentadas de las poblaciones embrutecidas; lo hacen mejor que los mismos actos terroristas con los cuales se suponen cuidan a la población. ¡Es el miedo! El corazón de todo.

Entonces. ¿Qué tenemos?: un calificativo de la violencia llamado "terrorismo"; unos medios que lo divulgan; unos gobiernos que pelean por mercados y poder, en nombre de unas corporaciones que son los dueños de estos medios y sus tecnologías y de todo el universo capitalista o de aquel que podaría llegar a serlo (como lo es el medio oriente; Iram, y todo lo que huela a socialismo).

Una de las tareas de los Estados amenazados de "terroristas" –de los Estados y pueblos que se resisten a ser esclavos del consumo, la depredación, de ser colonias de occidente, y de ser acusados a su vez de "terroristas"- es la de desmontar la carga moral del calificativo, de hacer un poco de historia e ir, por ejemplo, hasta esos años en los cuales el partido sionista amenazaba a la Palestina colonial con bombas matado civiles (Que todavía lo hacen, de manera más subliminal, incitando a sus fanáticos, a sus soldados a matar mujeres embarazadas y niños. Y de eso nada que hablan en la ONU.

Venezuela no está para que condene el "terrorismo", sin antes condenar al fascismo, al imperialismo y al capitalismo, que son lo mismo. Ya resulta chocante explicar por qué deben ser condenados los tres, como partes de una misma persona. Como sin embargo dicen muchos pendejos que entienden el misterio de la Santa Trinidad.



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Héctor Baíz

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