Quienes ligan contra Cuba revolucionaria en todo, están ponchaos. La novena peloteril de la Patria de Martí, acaba de dar una de las mayores demostraciones de pundonor que insignia deportiva alguna haya desarrollado en la historia universal del beisbol.
Luego de 55 años de ausencia en la Serie del Caribe, producto de la ignominiosa política de bloqueo con que el imperialismo gringo ha intentado infructuosamente aplastar la soberana decisión libertaria de los isleños, Los Vegueros de Pinar del Río estremecieron la fibra de los parciales cubanos en todo el mundo adueñándose de la Copa jugada en Puerto Rico. El último lugar el año pasado en nuestro país, donde estuvieron representados por Villa Clara, tan sólo sirvió para que la contrarrevolución apostara babosamente contra nuestros hermanos suponiendo, ilusamente, que aquel traspié sería eterno.
Pero, parafraseando a Carlos Puebla -el siempre presente cantautor manzanillero-, llegó Cuba y mandó a parar. Quienes desde niños soñamos con ver a nuestros hermanos antillanos en estas lides, participando y triunfando, estamos satisfechos. Es altamente reconfortante demostrar, por enésima vez, que el poder del dólar y tampoco mezquinas ambiciones individualistas, jamás estará por encima de valores donde el ser humano constituye su esencia principal.
Este campeonato es un duro golpe para quienes sueñan, burdamente, con el sepelio del Socialismo. En Venezuela, lamentablemente, reconocidos “expertos” anhelaron públicamente una actuación similar a la del año anterior. Se quedaron con las ganas.
Ni el asedio de que fueron víctima en Margarita durante la serie del retorno, ni la deserción de dos de sus miembros en esta, amilanaron en momento alguno el tránsito hacia la conquista. Por el contrario, supo la selección roja levantarse de una primera etapa en la que ganaron un juego y perdieron tres. ¡Buena por Cuba, buena por el mundo libre, buena por el Socialismo, buena por el deporte!
¡Chávez vive…la lucha sigue!
