El triunfo de Juan Manuel Santos en las elecciones del 15 de junio para el periodo 2014-2018, ha sido un verdadero plebiscito en favor de la paz. Fueron votaciones relativamente tranquilas, con una amplia y generosa participación de las corrientes de izquierda, populares, democráticas y sociales que apoyaron, sin negociaciones burocráticas o presupuestales de por medio, la candidatura de Santos y su campaña centrada en la Paz.
La Izquierda se anota una importante victoria con su apoyo a la candidatura de Santos, a pesar del lunar sectario de una facción dogmática como la que encabeza el Senador Robledo, hirsuto compadre de facto de las fuerzas retardatarias.
Santos también se comporto a la altura y denunció con vigor la amenaza de la ultraderecha fascista del militarismo y el paramilitarismo. Para la historia queda su dura denuncia de los actos criminales del uribismo y su candidato Zuluaga, a quien acuso de ser el artífice del saqueo a la salud, de las exoneraciones fiscales por 5 mil millones de dólares a las multinacionales, del raponazo a las horas extras de millones de trabajadores y de las chuzadas al proceso de paz. Habló de paz con justicia social, cosa que es buen síntoma de su compromiso político con los diálogos y negociaciones que se adelantan con las Farc en La Habana para superar el conflicto armado.
El triunfo de Santos es un triunfo del proceso de paz de La Habana. A los diálogos con la guerrilla de las Farc es preciso atribuirle el buen clima político que vive Colombia desde hace más de 24 meses, que ha facilitado la movilización agraria y el auge de la Izquierda democrática y moderna. La verdad es que la Izquierda cada vez se acerca más a los puntos estratégicos del Estado para aplicar sus principios de igualdad, solidaridad y democracia participativa. Tal resultado será una consecuencia de la superación de la guerra civil y la violencia de las castas feudales que persisten en las regiones y que son representadas por la tendencia militarista del uribismo.
Con el mandato recibido en favor de la paz que votaron millones de colombianos, que le otorga un amplio consenso que apenas hace unos días parecía haberse esfumado, Santos debe dar pasos efectivos en los temas que aún están pendientes en los diálogos con las Farc y con el ELN.
En las conversaciones de La Habana se han dado avances muy importantes en los aspectos agrario, político, de drogas y víctimas. Sin embargo, quedan pendientes dos bloques muy gruesos de la Agenda. Son los relacionados con la terminación del conflicto y la refrendación de los acuerdos.
Sobre la terminación del conflicto, los temas tienen muchas implicaciones que es preciso detallar en los consensos a que se llegue.
Recojo lo consignado en el Acuerdo general para la terminación del conflicto.
Allí se señala que se trata de un proceso integral y simultáneo que implica:
- Cese al fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo que seguramente va a requerir la participación técnica de organismos internacionales.
- Dejación de armas, con reincorporación de las Farc a la vida civil, en lo económico, lo social y lo político, de acuerdo a sus intereses.
-Revisión de la situación judicial de los miembros de las Farc y de sus simpatizantes para que cesen los procesos.
-Intensificación del combate para erradicar las organizaciones criminales y sus redes de apoyo (que son precisamente las del uribismo), incluyendo la lucha contra la corrupción y la impunidad (especialmente de los autores de los falsos positivos como el general Montoya et. al), en particular contra cualquier organización responsable de homicidios y masacres o que atente contra defensores de DDHH, movimientos sociales o políticos.
-Reformas y ajustes institucionales como los cambios prioritarios en el Estado y su organización para hacer frente a los retos de la construcción de la paz. Es conveniente que el Plan de gobierno para los próximos 4 años sea el de la Paz y la reconciliación de todos los colombianos.
-Garantías de seguridad a las Farc con la creación del Ministerio de Seguridad, rechazando las objeciones de oficiales policiales corruptos y articulados a las redes de la criminalidad uribista, como ha sido el caso de Santoyo, Moore, Flavio Buitrago y otros.
-Esclarecimiento profundo del fenómeno del paramilitarismo, al cual está ligado como artífice y promotor el señor Uribe Velez y su nefasta infraestructura política.
Vendrá después el debate sobre la refrendación de los Acuerdos y consensos, que bien pueden incluir consultas y Constituyentes regionales, sectoriales y una nacional, que no necesariamente será un dócil instrumento de la ultraderecha como lo insinúa cierto análisis sesgado por sus prejuicios ideológicos.
Son los retos políticos hacia el futuro, en el que un movimiento democrático progresista tiene enormes potenciales para indicar los referentes de la movilización nacional con el fin de lograr el cambio radical que requiere la nación.
Las elecciones han dejado un ambiente apropiado para la creación de convergencias por la democracia y la justicia social. Las organizaciones de izquierda, las sindicales, las sociales y las democráticas, en general, deben avanzar en la conformación de Comites regionales por la democracia, la soberanía y los derechos sociales de millones de compatriotas. Manos a la obra, sin sectarismos, ni dogmatismos que excluyen y paralizan la acción ciudadana.
Que Santos sea consecuente con el plebiscito que acompaño su reelección presidencial.