El mayor ‘archipiélago’ de la izquierda ha estado siempre en el PS

Desde su nacimiento el partido socialista chileno se ha caracterizado por el desorden interno, lo cual permitió al fascismo militar enclavado en la DINA –entre 1967-1973- infiltrarlo y arrasar con sus bases fácilmente. Hoy pareciera repetirse parte de esa negra historia

Arturo Alejandro Muñoz

SOLAMENTE QUIENES gustan de la Historia de los movimientos y partidos políticos de Chile –o quienes son ‘viejos estandartes’ del socialismo criollo- conocen puntillosamente la saga de desavenencias, divisiones y luchas internas acaecidas al interior de la vieja tienda nacida en la clandestinidad de las primeras organizaciones sindicales en el norte salitrero.

Esas personas tienen claro que desde su nacimiento este partido se ha caracterizado por el desorden interno, lo cual permitió al fascismo militar enclavado en la DINA –entre 1967 y1973- infiltrarlo y arrasar con sus bases fácilmente. Hoy pareciera repetirse parte de esa negra historia.

Recordemos que durante el gobierno de Gabriel González Videla el partido Socialista sufrió una severa escisión. La causa fue la aplicación de la llamada ‘ley maldita’ (ley de defensa permanente de la democracia), decretada con el único objetivo de perseguir, encarcelar -e incluso asesinar- a dirigentes y militantes del partido comunista, el cual no sólo había sido aliado político del mandatario persecutor sino, más aún, responsable de su triunfo electoral el año 1946.

¿Qué ocurrió con el PS en aquellos tiempos difíciles? Se dividió. A este respecto, Arrate y Rojas, en la página web de la Biblioteca Clodomiro Almeyda, señalan: “El factor más importante en la ruptura de Gabriel González con el PC es, sin embargo, el inicio de la "guerra fría", cuyas primeras manifestaciones se hacen sentir en el curso de 1946. El presidente (Juan Antonio) Ríos había advertido ya ese año a los dirigentes del PC que enfrentaba una fuerte presión internacional por poner el partido fuera de la ley. González Videla será quien, finalmente, se rinda a la presión norteamericana. En las elecciones municipales de 1947 los comunistas se convierten en el segundo partido del país y duplican el número de regidores. Pocos días después del evento electoral renuncia el gabinete y el presidente conforma un gobierno exclusivamente de militantes radicales.”

Con la aplicación de “la ley maldita” se dio inicio a una verdadera cacería humana contra dirigentes comunistas de todo nivel. El propio Pablo Neruda, a la sazón Senador de la República, debió huir rumbo a Argentina en una saga de aventuras digna de película de acción, mientras que en ese momento al interior del Partido Socialista –que muchas veces había sostenido duras y hasta violentas pugnas con los comunistas-, una corriente encabezada por Eugenio González, Raúl Ampuero y Salvador Allende, se opuso tajantemente al proyecto de ley pues no sólo se trataba de un atetado a libertad de opinión sino, además, se atacaba a quienes muchos socialistas consideraban como sus “hermanos de clase” en la lucha contra la opresión capitalista.

De este modo, el sector mayoritario del Partido que siguió firme junto a Ampuero y Allende –mientras el sector pro gobierno del PS continuó apoyando la ‘ley maldita’-, dio nacimiento al Partido Socialista Popular, que de inmediato –por propia voluntad- pasó a la oposición y a la clandestinidad.

Esta vieja y popular tienda partidista volvería a fragmentarse el año 1967, con ocasión de su XXI Congreso. Allí, debido a discrepancias fundamentales que radicaron en el carácter del partido, su organización y sus lineamientos políticos e ideológicos, un grupo de connotados dirigentes abandonaron el plenario y decidieron formar la USOPO (Unión Socialista Popular), dirigida por Raúl Ampuero, Tomás Chadwick y Ramón Silva Ulloa. Pese a su retiro del tronco madre, la USOPO apoyó la candidatura presidencial de Salvador Allende el año 1970, pero no formó parte de la Unidad Popular ni de su gobierno. Aún así, sus miembros y dirigentes fueron salvajemente perseguidos por los agentes de inteligencia militar y esbirros de la dictadura pinochetista.

EL GOLPE DE ESTADO MILITAR COBRÓ AL PS LAS FACTURAS MÁS CARAS

inicio de estas líneas dije que una de las características –casi genéticas- del partido socialista chileno era el desorden administrativo y el trabajo de base hecho“a la birulí”. Durante el gobierno del doctor Allende nunca hubo al interior del PS una voz con autoridad que convocase a los principales cuadros directivos a tomar en serio las posibles consecuencias que emanarían de esos años difíciles.

Nadie hizo caso –si es que la hubo- de una voz alertando en tal sentido. Para los gorilas de la sedición fue en extremo fácil infiltrar el PS, colocar en puestos de relevancia a sus propios “cuadros operativos militares” y, llegado el momento del mazazo final, descabezar completamente la feble orgánica de la vieja, popular y querida tienda.

No creo errar si aseguro que la mayor cantidad de víctimas que tuvo la izquierda chilena en esos años de totalitarismo correspondió a simpatizantes y/o miembros del partido socialista, muy especialmente a quienes se inscribían en la JS (la juventud del partido). En materias de orden interno, debida compartimentación y sólido resguardo de sus principales dirigentes, el partido comunista lleva años de ventaja sobre el resto de las tiendas de este amplio sector de nuestra escenario político, y ello se notó con luz propia en aquellos tiempos de persecuciones y masacres.

El mentado desorden se trasladó incluso al exilio, a Europa, donde luego de diez mil reuniones de análisis que pretendían explicar el fracaso, hubo una atomización del PS y comenzó a hablarse del ‘archipiélago’ izquierdista. “La Chispa”, “24 Congreso”, “Los Suizos”… fueron algunos de los muchos grupúsculos en que se fragmentó la vieja tienda, demostrando que ni siquiera con la sangrienta historia reciente había aprendido algo en referencia a materias de ordenamiento y seguridad. Los agentes de la dictadura continuaron –esta vez en Europa (especialmente Italia) y en México- infiltrando los intentos de recomposición del partido.

A tal grado y nivel llegó esa infiltración que el año 1983 apareció un referente bautizado como “Partido Socialista Chileno”, desglosado -al parecer- de otro esperpento conocido como “Frente Socialista”, ambos paridos en el exilio europeo merced a los esfuerzos de ‘inteligencia militar’ (‘naval’, para ser más exacto) de Juan Carlos Moraga Duque, con lo cual revolvió completamente el dominó izquierdista en Chile y terminó apoyando el ‘SÍ’ en el plebiscito de 1988, y luego, trabajó abiertamente para la candidatura presidencial de Francisco “FraFrá” Errázuriz.

http://old.kaosenlared.net/noticia/mas-peligroso-maquinador-travestismo-politico-llama-juan-carlos-moraga

No paró allí esta historia de fragmentaciones y abandonos, ya que en vísperas de la recuperación de la democracia sería precisamente uno de los ‘íconos’ del socialismo chileno –Ricardo Lagos Escobar- quien se encargaría de pegar un tajo al viejo partido para sacarle un trozo a esa torta, asegurando que se trataba sólo de un referente ‘instrumental’ para derrotar completa y finalmente a la dictadura. Fue bautizado como PPD (Partido por la Democracia), y el muy respetado Lagos Escobar fungió como militante y dirigente en ambas tiendas.

Realmente, pareciera que el PS chileno no ha desperdiciado ocasión para que algunos de sus parlamentarios se deslicen sobre pátinas de ignorancia e incluso de traición a los más sólidos principios socialistas de solidaridad internacional. Así ocurrió hace un par de años con el ‘emérito’ diputado Marcelo Díaz, quien –en ese momento y respecto al proceso revolucionario venezolano que encabezaba el Pdte Hugo Chávez- creía que adhiriendo a las viejas banderas anti-izquierdistas y al neoliberalismo antibolivariano de la derecha y del gran empresariado podrían los dirigentes del PS reconquistar el amor del pueblo que una vez votó por ellos. Junto con el fraccionamiento, la traición a sus propios principios y valores sigue brotando como por encanto en esa tienda.

http://old.kaosenlared.net/noticia/los-nuevos-socialistas

La saga de aparición de islotes, peñascos y rocas continúa aun hoy, merced –claro está- a la inserción del PS en aquella inefable coalición, o bloque (la Concertación), cuyos devaneos con las empresas transnacionales y su indiscutible pusilanimidad a la hora de legislar “en serio”, la mimetizaron con la derecha conservadora, como bien lo reconoció hace pocos días el candidato que esa misma derecha presenta a la Presidencia de la República: Pablo Longueira.

Para rematar esta tragedia de desaciertos y desórdenes varios, Camilo Escalona ha devenido en el Clodoveo de la política chilena, pues sin necesitar la presencia de San Remigio, hace algún tiempo ya se reconvirtió a una nueva fe: la del neoliberalismo salvaje, para lo cual “bajó la cerviz para adorar lo que había quemado, y quemar lo que había adorado”.

Pocos pueden discutir hoy que Camilo Escalona es uno de los dirigentes menos queridos y aceptados por la mayoría de izquierdistas chilenos, como tampoco se puede rebatir la opinión de miles de electores –incluso socialistas- que aseguran ver en Escalona al referente de la traición, de esa misma traición que iniciaran tempranamente en el año 1988 (a pocas horas de conocerse el histórico resultado del Plebiscito del NO y del SÍ) connotados miembros de la Democracia Cristiana y del PPD ‘laguista’, traición que refrendarían un año después, en 1989, cuando por su intermedio la Concertación “se bajó los pantalones” en otro plebiscito, el de las reformas constitucionales que no fueron tales gracias al esfuerzo de esos ‘patrióticos concertacionistas’, cuyos mejores y más incondicionales alumnos pretenden continuar exprimiendo al país desde el Parlamento.

http://old.kaosenlared.net/noticia/chile-plebiscito-constitucional-1989-ano-concertacion-bajo-pantalones

Por cierto, el viejo y fraccionado PS ya ha entregado su nómina. A dedo, claro… como les gusta a sus actuales líderes, los que muestran una visceral oposición a todo aquello que huela a democracia y a soberanía popular, alineándose junto siniestros depredadores políticos y económicos de la ultra derecha no ya en calidad de ‘mayordomos’ sino, definitivamente, como socios gestores de este sistema que ha convertido a la gente en simples bienes de consumo. En ello, los socialistas tampoco han puesto ojos de alerta, y me atrevo a asegurar que el mismo desorden de antaño continúa presente a nivel administrativo y de seguridad en ese partido.

Los verdaderos socialistas (que los hay, y son miles) tienen una ingente tarea: sacar de la dirigencia a los actuales esperpentos que se han entronizado como metástasis en el cuerpo y en el tronco del partido, buscar a como de lugar la unidad de la izquierda y, por cierto, privilegiar la restructuración de una Asamblea Constituyente gestada desde las raíces, desde las bases mismas de nuestra sociedad; vale decir, desde el taller, la fábrica, el packing, la mina, la caleta, la población, la universidad, el sindicato, la calle…

¡Esa es la tarea de los socialistas!: recuperar el partido y unirse de lleno a la lucha que millones de mujeres y hombres libran día a día contra el salvajismo del sistema neoliberal imperante, y también contra el clasismo que fluye por los poros de nuestras principales instituciones… esas que según un ex mandatario, ‘funcionan’.



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Arturo Alejandro Muñoz


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