No alineados y no alienados: memoria para el presente

Para quienes están generacionalmente distantes del conocimiento del Movimiento de países no alineados (MPNA), es importante recordar algunos antecedentes y fundadores que, además de precisar su origen, sirvan para deslindar históricamente su significado.

En este sentido bueno es remitirse a lo que en su momento se llamó el “Congreso de los pueblos oprimidos” en 1927, como uno de los primeros intentos de descolonización y contra el racismo. Uno de los principales impulsores de este congreso fue William Edward Burghardt Du Bois, de origen negro, nacido en 1868 en Massachusetts, EEUU y fallecido en 1963. Aunque no sufrió los embates del racismo blanco y se formó en Harvard, la cuna del pensamiento ultraconservador norteamericano, integrante de la “red Ivy” o “liga de la Hiedra”, Burghardt Du Bois consideraba, que el capitalismo era la principal causa del racismo, y abogó por el pacifismo, los derechos civiles, el feminismo. Reformas que en los EEUU, se alcanzaron luego de su  muerte. 

El segundo antecedente lo constituye la Conferencia de Bandung en Indonesia en 1955. Reunió a 29 Jefes de Estado de la generación postcolonial y a líderes que aportaron al establecimiento de los “Diez principios de Bandung”. Inscritos en el espíritu “non sancto” de las NNUU, significó un pronunciamiento mas de  fé que de acción u orientado a tal propósito. Cinco años más tarde, en 1961, en Belgrado, quedó constituido el MPNA por los países que se identificaron con el concepto de Tercer Mundo acuñado por el economista francés Alfred Sauvy, en un artículo suyo titulado “Tres mundos, un planeta” publicado en el L’Observateur el 14 de agosto de 1952.

Desde su constitución, el MPNA ha tenido una trayectoria entre la construcción de su filosofía y perspectiva en los primeros años, y la “neutralidad pasiva” de las últimas décadas, siguiéndole el juego a la ONU y a su actual brazo armado, la OTAN. La amenaza que significa la expansión de este poder contra la vida, la naturaleza y las posibilidades de su reproducción, hace que en la hora presente, el MPNA enfrente un desafío de responsabilidad histórica como nunca antes. Esta responsabilidad -bueno es precisarlo- pesa sobre los países que lideran procesos claramente antiimperialistas en América latina y Oriente, sobre sus mecanismos de integración y representatividad tantas veces postergados; sobre las estructuras de integración UNASUR, ALBA, CELAC; y sobre las llamadas economías emergentes que conforman el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Juntos, son el anticipo del final de la hegemonía imperialista norteamericana, y el anticipo hacia la multipolaridad y la nueva hegemonía compartida mundial.

Por esto, la importancia de retrotraer a la memoria, las ideas centrales del pensamiento no alineado de quienes fundamentaron su sentido y significado histórico: Sukarno, Nehru, Nasser, Tito, Ho Chi Minh, Gadaffi y Velasco Alvarado. Ellos fueron los que pusieron los cimientos de un pensamiento tercer mundista, no alineado y no alienado.

Sukarno, con su aporte de la “Panchasila” o “los cinco principios en uno”, que sustentaron la fundación del partido nacionalista indonesio para su lucha independentista contra los Países Bajos 1945, y para alcanzar la transformación y unificación de su pueblo. Esos principios, que forman parte del pensamiento de avanzada de los pueblos de entonces y de hoy, eran los siguientes: (1) La creencia en un Dios supremo, no idealizado; (2) el sentido de humanidad justa y civilizada basado en el respeto del ser humano y en contra de la opresión; (3) la unidad de Indonesia fundamentada en el respeto a la diferencias culturales y étnicas (“unidad en la diversidad"); (4) el verdadero ejercicio de la democracia guiado por la sabiduría interior y las deliberaciones entre los representantes del pueblo, el fortalecimiento de la unidad y el respeto a las decisiones del pueblo; (5) la justicia social para todo el pueblo de Indonesia enmarcada en el bienestar general y el progreso para el pueblo. Estos cinco principios estaban, iconográficamente representados, en el escudo nacional indonesio.

Nehru, líder indio formado en Inglaterra, cuya vida se extendió entre 1889 y 1964, fue el fundador del “no alineamiento” como expresión de una política exterior no comprometida con los poderes dominantes surgidos de la II guerra mundial. Su pensamiento en esta perspectiva se vincula con la propuesta de un “socialismo democrático” que reuniera lo mejor del capitalismo y del socialismo real existente en su época. Aunque ecléctico, Nehru fue uno de los primeros impulsores de la Conferencia de Bandung en 1955, que se cita como el antecedente inmediato del No alineamiento, y de la Conferencia de Belgrado en 1961 que le dio nacimiento. Terminó inclinándose hacia occidente y los EEUU, tras la derrota india en el conflicto con China en 1962, por los territorios de Ladaj. No obstante, es importante rescatar su clara percepción de la violencia, como inherente al capitalismo y como circunstancial en la construcción de todo orden nuevo basado en la paz y la cooperación. La observación de la realidad económica y política de su tiempo, válida también para las constataciones que se pueden hacer hoy, advertía la presencia de países atrapados en la depresión, adormecidos bajo “la mano muerta del pasado”, aferrados a las reliquias impuestas por el capitalismo en decadencia.

Otra idea importante de Nerhu, extraída de la observación de su época, se refería a las equivocaciones e incluso al posible fracaso que pudieran tener los bolcheviques en el establecimiento del comunismo. Esto, decía, no afectaría a la salud de la teoría marxista. Sin embargo, agregaba, sería absurdo pensar en copiar ciegamente lo que había tenido lugar en Rusia, porque la aplicación de la teoría marxista depende de las condiciones particulares prevalecientes en cada país y de la etapa de su desarrollo histórico. (Nehru coincidía en esto con el pensador marxista peruano José Carlos Mariátegui, que mucho antes de 1941, en que Nehru se pronuncia, ya había anticipado que el socialismo en América latina, sustentado en la teoría marxista, no sería “ni copia ni calco, sino creación heroica”).

Nehru aportó, desde una posición de “no alineamiento”, al entendimiento de la crisis mundial capitalista y el hundimiento de sus economías, como consecuencia de tantear en la oscuridad del capitalismo la solución de sus problemas. Con esto advertía que no cabe posibilidad alguna de “futuro brillante de esperanza” dentro de la irracionalidad racionalizada del modelo capitalista, por muy neoliberal que se presente. Algo a tenerse en cuenta en Teherán 2013 cuando se celebre la cumbre de presidentes del MPNA. El tiempo de hoy está otra vez a  favor de lo que fue el esfuerzo de Belgrado en 1961. La responsabilidad del Movimiento no debe dejarse llevar por la cantidad de sus integrantes (la mayoría de los cuales tantean aún en la oscuridad). Importa el sentido del cambio y la desalienación. El número crea la ilusión de lo agregado; la calidad, el significado de la realidad.

Ho Chi Minh, es el pensamiento no alineado que, respecto al de los nacionalismos propugnados por Sukarno y Nerhu (con y sin guerra independentista, respectivamente), proponía la independencia nacional antimperialista y anticapitalista y la construcción del comunismo en un país con las características del Viet Nam de los 70’. Para aclarar, digamos que tanto Indonesia como la India, una vez alcanzada su independencia, siguieron siendo beneficiarias del asistencialismo colonialista de infraestructura, hospitales y escuelas que, al igual que hoy, en nuestros países, crea la ilusión de progreso y desarrollo, escondiendo el enriquecimiento irracional de las corporaciones transnacionales. Ahora, a esto, los mandatarios “pragmáticos” de nuestros países suelen llamar “crecimiento económico con inclusión social”. Su pragmatismo, sin embargo, nada tiene que ver con otorgar significado a las consecuencias que pueden derivarse de sus decisiones y acciones, sino con apenas la aplicación de los supuestos que el BM les dice que funcionan y asegurarán el éxito de sus gobiernos. La mayoría de los gobiernos representados en el MPNA, tienen hoy gobernantes “pragmáticos” que tantean en la oscuridad de las políticas y estrategias que instrumentalizan la ONU y la OEA a través del FMI, el BM, el BID y la USAID, o imponen por la fuerza a través de la OTAN y el TIAR. ¿Cuánto y cómo beneficiará esto a la nueva etapa de vida del MPNA? Lo cierto es que a diferencia de los 50’, 60’ y 70’, ahora no se trata de una alternativa que preserve a los países tercermundistas de ser arrastrados a una tercera guerra entre EEUU y la URSS, sino de la amenaza de ser conducidos a una conflagración mundial entre los defensores de la democracia y de Dios, liderados por EEUU y su fuerza de la OTAN, y los países considerados totalitarios y herejes. Entre el bien y el mal, de acuerdo con el maniqueísmo judeo-cristiano.

Nasser, fundó en 1949, junto con otros oficiales la organización revolucionaria clandestina de los Oficiales Libres, luego de la derrota de Egipto frente a Israel, en 1948. Inspirados en el nacionalismo árabe y los métodos de acción política de los Hermanos Musulmanes, los Oficiales Libres, maduraron su conspiración para derrocar al régimen del rey Faruk. Tras su derrocamiento, Nasser, ya por entonces, coronel, asumió la jefatura del Consejo de la Revolución y la comandancia de las Fuerzas Armadas, mientras que el general Muhammad Naguib, nominalmente líder del movimiento, tomó la jefatura del Gobierno.

El 18 de julio de 1953, coincidiendo con la abolición de la monarquía, Nasser fue nombrado viceprimer ministro y ministro del Interior. Desde aquí se reveló como el líder del nuevo régimen, y propuso constituir un movimiento nacionalista pan-árabe contra Israel y adoptar el neutralismo frente a las superpotencias. Esto, en clara oposición al acuerdo con los países occidentales y la recuperación de los sectores liberales de la monarquía, que proponía Naguib.

Nasser fue uno de los líderes más destacados en la constitución del movimiento No alineado que promovió el Presidente Tito de Yugoeslavia desde 1955 en la Conferencia de Bandung. Como queda escrito en la historia, luego de esta Conferencia, se reunieron Tito, Nehru y Nasser quedando constituido el núcleo básico del pensamiento no alineado en tanto “filosofía de neutralismo positivo”.

El gran sueño de Nasser era juntar a los divididos pueblos árabes bajo el liderazgo egipcio para enfrentar al enemigo común Israel, y lograr la verdadera independencia de Egipto y del mundo árabe. En la Guerra de los seis días en junio de 1967, el ejército combinado de egipcios, sirios y jordanos que conformaban la Coalición Arábica, sufrió una violenta derrota ante Israel. Esto marcaría el declive de los nacionalismos y tendría repercusiones sobre el movimiento no alineado. La lección aprendida aconseja que, a la hora de rescatar herencias ideológicas y políticas, no puede perderse de vista el armamentismo permanente del mismo enemigo de siempre.

Josip Broz Tito, desafiando la hegemonía soviética en el pensamiento y la acción económica y político-ídeológica, llevó a la práctica el comunismo nacional identificado como “titoísmo” por los estalinistas de la Unión Soviética. Tenía como eje de su organización económica a la “autogestión”. Esta se centraba básicamente en el control obrero y campesino de los medios de producción, en su colectivización y en la consecuente organización política desde las bases a través de los sindicatos, los gremios, los consejos obreros. Desde aquí, la idea del “socialismo de autogestión” o “socialismo libertario”, se expandió a otras latitudes y fue una de las ideas gravitantes para establecer la diferencia con la organización económica capitalista centrada en la propiedad y la empresa privada, y respecto de la planificación centralizada y los planes económicos del modelo soviético-estalinista.

Tito fue cofundador del MPNA, que se estableció en 1961, en Belgrado-Yugoeslavia, durante su mandato como presidente y líder indiscutido. Fue su primer Secretario General. Lo hizo junto a Nasser de Egipto, Nehru de la India, Sukarno de  Indonesia, y Kwame Nkrumah de Ghana (líder político de la independencia de Ghana y su presidente entre 1960-66). Se le llamó la “Iniciativa de los cinco” y marcó el inicio de las relaciones entre Oriente y América latina, que hoy, después de 51 años se renuevan con el avance de gobiernos y movimientos progresistas y revolucionarios de clara convicción antimperialista, y unidos para procurar un mundo distinto de solidaridad, paz y triunfos conjuntos. 

Velasco Alvarado, condujo en el Perú, junto a cuatro coroneles progresistas, la destitución del gobierno del arquitecto Belaúnde Terry, el 03 de octubre de 1968. Éste había fracasado en su intento de llevar adelante las reformas estructurales para acabar con el poder del imperialismo norteamericano que se había apropiado de las riquezas nacionales en alianza con la vieja oligarquía nacional y el poder de la prensa. El pensamiento del Movimiento 03 de Octubre, expresado por el presidente Velasco, constituye un aporte sin tiempo al deslinde de una posición tercermundista no alineada y no alienada.

Plantea una concepción ideo política, una estrategia nacional de desarrollo y un modelo final de sociedad por entero distintos a los propuestos por los sistemas capitalista y comunista, esencialmente anti-imperialista y participatorio. Su singularidad, como proceso revolucionario diferente y autónomo, se fundamenta en la necesidad de organizar la economía prioritariamente en base a la autogestión y la propiedad social de los medios de producción y a un sistema político fundado en la gradual pero creciente transferencia de poder a las organizaciones autónomas del pueblo y a las organizaciones sociales de trabajadores.

Fundamenta la  doble recusación al capitalismo y al comunismo desde una nueva posición de izquierda, nacional y autónoma, profundamente unida al compromiso militante de luchar por la transformación cualitativa e integral de la sociedad peruana, con un contenido nutrido en las diversas corrientes del pensamiento revolucionario libertario, socialista y humanista.

De esta breve síntesis, algo queda claro: sin identificación del enemigo común, sin vocación y acción antimperialista y anticapitalista, sin definición clara del tipo de economía y de propiedad y gestión de los medios de producción,  sin un creciente proceso de participación que movilice una nueva institucionalidad respetuosa de la persona humana, de la naturaleza y de su derecho a la reproducción, asentada en la reciprocidad, la solidaridad y el respeto compartido, tal cual lo propusieron los fundadores del pensamiento no alineado para hacerlo igualmente no alienado, no hay movimiento posible de auténtica posibilidad transformadora.

ruby_7872@yahoo.es



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Rubén Ramos

Sociólogo y educador peruano, postdoctorado en Filosofía, Política e Historia de las Ideas en América latina por la universidad del Zulia-Venezuela

 ruby_7872@yahoo.es

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