Ayer recordaba una crónica mía sobre ¿Para qué sirven los premios nobel? Hoy quiero reproducir una, publicada 09-08-2024 cuando el triunfo electoral del presidente Maduro y la reacción de la hoy premio nobel de la paz. Forma parte de mi tercer libro de Geopolítica próximo a publicarse.

"Majunches"

Con ocasión del proceso electoral presidencial que vivió Venezuela en el 2012, la agudeza política del presidente Hugo Chávez bautizó, a su opositor, el candidato Capriles, como "majunche". La cría más débil de un parto de zorros. Pero, no por débil, la menos astuta. La cría enfermiza; pero, no por esto, la menos peligrosa. Chávez se refería con lo de "majunche" a quien carecía de una naturaleza fuerte como para poder ser su adversario. A quien apenas le reconocía el pathos de la agresividad nutrida en los instintos de venganza y de rencor que forman parte de su debilidad. En este sentido, viendo los acontecimientos de los últimos días, lo de "majunche" bien puede extenderse a Corina Machado, la ultra derechista opositora a la Revolución Bolivariana que desencadenó el comandante Chávez en 1998. Machado es de aquellas personas que no pueden sanar, menos aún, sanarse a sí misma. Una "decadente" con aires de progresista. Que acepta lo que le impone el imperio USA, por pura conveniencia personal, habida cuenta la corrupción con que maneja los dólares que le gira el gobierno estadounidense a través de las ONG que, desde tiempos de Bush hijo, hasta hoy maneja. Directamente o, a través de la embajada de USA, donde se encuentre. Como contrincante política es, como dijera Nietzsche, alguien que no está "tallada en madera a la vez, dura, suave y olorosa". Alguien "que no le hace bien a sus sentidos; que es ajena a la desgracia y la culpa". Alguien "que resulta sabia, en el arte de predisponer a los demás en contra de cualquier valor que se sitúe por encima de su mezquindad y egoísmo". En Machado, esta debilidad ha reblandecido su tino político frente al triunfo de Nicolás Maduro. La hace incapaz de distinguir entre los intereses de la Patria que hay que defender y los intereses de los dueños del imperio del mercado, del consumismo y de la violencia que quieren imponer en Venezuela. Su debilidad la hace, al propio tiempo, enferma de resentimiento.

Líderes y lideresas

No debería llamarnos a sorpresa. Pues, quienes digitan a los "líderes y lideresas", candidatos y presidentes, en la mayoría de nuestros países, lo hacen de entre los débiles y resentidos. Entre "standuperos" y "críticos", que no entienden de política más allá de su escasez cognitiva. Los líderes y lideresas que dirigen la construcción de la Patria Grande en Venezuela, no están entre los que adolecen de coraje frente al Imperio; frente a la muerte. No son hijos de la siniestra oscuridad de los iluminatis, los rosacruces, los judío-masones del "orden mundial capitalista". Son águilas. Los otros y otras, apenas moscas. Y "águila no caza moscas", como dijera el presidente Chávez. Son de alturas diferentes. El enojo, la susceptibilidad enfermiza, la impotencia para reconocerse dignos identifica, a quienes hoy quieren vengarse de su propia debilidad.

Machado y Gonzáles: La derrota de la indignidad

Lo hacen, ocultándose en el placer del odio; en la forma más ruin de reaccionar frente a una derrota electoral: el reclamo alevoso de una intervención militar estadounidense. El pueblo no le aseguró triunfo alguno a Machado ni a su candidato títere Gonzáles. ¿Por qué entonces su reclamo? Tiene los votos de quienes han hecho cuerpo e instinto de su debilidad y resentimiento. Tiene los votos que le corresponden a un candidato impuesto por la traición y el entreguismo. Machado y Gonzales, ajenos a todo afecto de amistad y llenos de resentimiento han hecho del pueblo venezolano, el blanco de sus debilidades. Para las taras que padecen no existe remedio alguno. El pueblo venezolano, ha opuesto la amistad al odio; el triunfo revolucionario al resentimiento vende patria y entreguista; la Patria frente al opresor. La resistencia del pueblo venezolano es contra los instintos de venganza, de rencor, de resentimiento. Es la resistencia frente a quienes se sienten fracasados y débiles; frente a quienes no aceptan el avance victorioso de un pueblo joven, sano, vigoroso. Nada anima a este pueblo a ser belicoso.

La consigna del terror

Atacar, acusando fraude, inventando falsedades forma parte de los instintos que identifica a los resentidos. A los agresores externos e internos que fundan, en el terror, el ejercicio de la política. No sólo en el terror físico de los asesinatos, los atentados, la quema de locales, la persecución, la violencia. También, en el terror de la sedición; del entreguismo; de la genuflexión. Del mediático de una prensa secuaz, mezquina, torpe, nacional e internacional. En cualquiera de estas formas de terror, de lo que se trata es de pretender acabar con la Revolución Chavista. De atacar las causas justas del pueblo venezolano apoyándose en los aliados de siempre: la ONU, la OEA, la CIA, la DEA, los regímenes nazi-sionistas, los gobiernos serviles del "patio trasero" estadounidense. De atacar al presidente Maduro, vendiendo la idea de una situación de peligro general para "la democracia". De atacar la memoria del líder indiscutible de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez. Pretendiendo hacer creer que se trata de una dictadura. Sembrar el terror, atacando, ha sido la práctica de siempre de Estados Unidos, contando con sus secuaces internos. Lo hicieron en Guatemala, Cuba, Chile, Perú, Grenada, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina. Están buscando los "pretextos" propicios en Venezuela. No los encontrarán; porque aquí, la Patria Nueva, se construye sobre la base de la armonía, la paz, la igualdad, el bienestar de quienes hasta ayer no sabían lo que era salud, educación, trabajo, vivienda, soberanía, dignidad.