Diálogo unívoco con Tomás Borges

Tomás, vos que te tomás las cosas tan a pecho, por qué no te tomás conmigo un roncito ahora que la tarde se retuerce de pereza sobre la humedad del lago y las ganas de charlar nos alargan la despedida.
Me gustaría preguntarte por los orígenes del FSLN, vos que por ser el más viejo se supone que sabes de la historia desde que llegó Colón.

Además, vos sos indio Tomás, así que seguro estuviste en esa lucha de resistencia dándole brega a los invasores de hace cinco siglos.
Será que de allí te viene lo rebelde y sabio, que aún con media vista sos capaz de ver al enemigo más allá de la pantomima y la pose engañosa.

Tomás, vos me podés decir cómo fue eso en la cárcel cuando supieron de la muerte de Carlos Fonseca y le compusieron esos versos tan fundamentales.
Se cuenta que vos tuviste mucho que ver con ese huracán que brotó de los calabozos hasta germinar granos de maíz como libros de historia nica.

Vos insistías que la guerra de liberación es popular y prolongada y mirá cómo la vida te va dando la razón, que hasta las revoluciones que triunfaron hace un siglo duermen con un ojo abierto y el gatillo despierto por las acechanzas de los mismos ogros que mataron a Sandino.

Las mismas bestias que incendiaron al Vietnam.
Los mismos truhanes que despedazaron Libia.
Los que hoy nos apuntan con cañones drogados y negocios mortíferos.
Querido Tomás, la pequeñez de tu inmensidad somete las dudas en las hermandades. En la parquedad de tu risa nos haces familia de la dignidad.

Muchos se interrogan por ese pasaje donde dejaste perplejo a tu verdugo.
Fuiste capaz de encontrarlo en las propias celdas de la opresión y perdonarlo. Qué manera tan sublime de vencer, dar perdón por la espontanea ternura que el pueblo liba en tiempos de revolución.
Sólo vos pudiste darte ese lujo; no hay dos almas tan poéticas para semejante ejemplo. Que la venganza sea amanecer sin mendigos en la calle.

Hace casi tres años nos vimos en la Casa de los Mejía Godoy. Se celebraba el treinta aniversario de la Revolución Sandinista y era lo más religioso ir a escuchar Venancia y la Tumba del Guerrillero. Todos allí sabían de la disidencia de Carlos y Luís Enrique, que pregonaban fuertes críticas al gobierno de Daniel Ortega, pero vos te acercaste con arropadora moral sandinista a conciliar desencuentros.

La negra Piedad Córdoba, perseverante esperanza de nuestra Colombia, te rodeaba junto a la Doris Tejerino, comandanta sandinista; y vos, grande e inolvidable Tomás, tan humilde y generoso como un gorrión bajo la lluvia.
Allí acordamos nuestra cita en tu casa de amplia tapia azul, refugio permanente de sueños continentales. La conversa apunta auroras hacia siglos por venir.

El poeta peruano, Luís Varese, tejió con sus lágrimas de soldado tuyo, un epitafio que nunca cesará. “Tu viaje Tomás, Comandante, es también y nunca lo olvidemos, retomar la bandera, la antorcha del mensaje de Sandino que con todos nuestros héroes… nos enseñaron un camino de dignidad. Tu viaje Comandante es recordar el tema intransigente de la unidad. Son los pueblos indígenas, los originarios defensores de nuestro aire y nuestra agua que no tiemblan y retoman las banderas, Tomás”.

caciquenigale@yahoo.es


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2330 veces.



Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

Visite el perfil de Yldefonso Finol para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: