¿Qué aprendimos ante el asesinato de Gadafi?

Primera lección: Querer ser libre es condenado por las grandes potencias. El coronel Muamar el Gadafi irrumpió contra la monarquía existente en Libia en el año de 1969, instaurando un gobierno conocido como Yamahiriya, que era un sistema de Gobierno directo donde el pueblo ejercía el poder mediante la participación directa y protagónica en las tomas de decisiones. Entre sus medidas políticas más destacadas cabe mencionar la reforma agraria y la nacionalización del petróleo. Con este proceso, Libia logra convertirse en el país del continente africano con mayor PIB, con un sentido anticolonialista y con mayor calidad de vida de sus habitantes.

En Venezuela se impulsa una reforma agraria que cuenta con un marco legal y político que la respalda, donde el gobierno debe mejorar la planificación en su ejecución y seguimiento e implementar sistemas de evaluación de dichos procesos. Además el pueblo debe esforzarse por mejorar su capacidad técnica de trabajo y erradicar la cultura de la invasión y parcelamiento con fines individualistas, que merman la capacidad productiva de las mejores tierras del país, convirtiéndolas en barrios pseudos capitalistas. Así también, la industria petrolera venezolana tiene el reto de darle mayor valor agregado a su materia prima, exportando en mayor cantidad productos derivados del petróleo y continuar con la diversificación de sus socios comerciales.

Los beneficios materiales reivindicativos deben estar acompañados de profundos procesos de formación político-ideológica de la población, donde el aspecto organizativo, cultural, educativo y militar no sea descuidado. 

Segunda lección: Jamás confíes en tu enemigo. En su última fase política, Gadafi, motivado por las mejoras económicas de su país, intentó un acercamiento con las principales potencias occidentales, enemigas desde siempre de su política nacionalista y antiimperialista. Trasladó inmensas fortunas nacionales como personales a la banca de estos países, financió campañas electorales de candidatos que luego fueron presidentes de países como Francia, y concedió importantes contratos para la explotación de los hidrocarburos libios por parte de empresas italianas y británicas. Muchos presidentes de los países del “primer mundo” se retrataban con él y lo llamaban “buen amigo”. Todo esto se hacia mientras le exigían desmontara su aparataje militar y mientras movilizaban gran poderío bélico alrededor de una Libia cada vez más vulnerable.

El Estado venezolano jamás deberá dar concesión a los gobiernos que se han declarado abiertamente enemigos del proceso político bolivariano que promueve la revolución popular. En este marco de la realidad mundial, se debe impulsar y fortalecer el proyecto de la integración latinoamericana y de los países del sur, tanto en materia económica, política, cultural y militar. A su vez, el gobierno venezolano deberá reflexionar sobre la entrega de activistas revolucionarios a gobiernos extranjeros, y jamás repetir una acción contrarrevolucionaria como esta. Debemos mantener la dignidad y la moral revolucionaria en alto, en todo momento. 
 

Tercera Lección: La revolución debe ser conducida por los pueblos. Muamar el Gadafi, hoy asesinado por facciones terroristas apoyadas abiertamente por la hipócrita Naciones Unidas, y armadas por la OTAN, fue un líder que condujo el gobierno de Libia durante 42 años, desde el golpe de Estado a la Monarquía en 1969. Su gobierno lo constituyó los miembros de algunas pocas tribus del centenar que componen la sociedad Libia.

Chávez, llegó a la presidencia de la República en el año de 1999, a través de un proceso electoral, y desde entonces ha sido el líder indiscutible de un proceso denominado Bolivariano. Necesario es que su gobierno permita la participación directa en funciones orgánicas del poder a miembros de diferentes sectores populares revolucionarios; que se lleguen a impulsar políticas populares y revolucionarias través de asambleas y consensos sobre temas fundamentales, estratégicos y cruciales para nuestro país. Y no se siga “reciclando” a un clan que rotan de cargos entre los ministerios y las gobernaciones, y que se sigan premiando a algunos incapaces con embajadas y consulados. Necesario es luchar contra la corrupción y la ineficacia de muchas instituciones, modificando el componente humano, fortaleciendo la moral, la ética y la capacidad técnica de planificación y ejecución de las políticas revolucionarias. 
 

Cuarta lección: El poderío militar y tecnológico del enemigo se supera con organización popular. Solamente los Estados Unidos tiene eesencialmente las bases militares-navales más avanzadas con el más alto gasto militar en el mundo, superando el gasto militar de las primeras 5 superpotencias del planeta juntas; tiene la Marina más grande del mundo con mayor número de portaaviones, y con bases de todo el mundo; el Arsenal nuclear más grande del mundo, uno de los mayores ejércitos del mundo, una de las dos mayores fuerzas aéreas del mundo. Poderosos aliados militares en Europa occidental (OTAN) con su propia capacidad nuclear. Su Economía es la más grande del mundo, con grandes recursos minerales, recursos energéticos, metales, y madera. Gran modernización de la agricultura y la industria, y muy buena base industrial. El dólar estadounidense es la moneda de reserva dominante en el mundo, y es el aliado de las principales economías (G7).

Aunque Venezuela se estime esté de segunda en capacidad de defensa en América del Sur, después de Brasil, ante todo debemos evitar cualquier confrontación bélica con los Estados Unidos. Pero esto no implica el descuidar la formación militar de defensa de toda la población, no para el ataque, sino para la defensa de nuestra Libertad. Esta formación debe estar principalmente en mano del Estado, pero ninguna organización revolucionaria debe obviar su responsabilidad en este tema, actuando bajo el concepto de guerra asimétrica en contra del invasor, manera más inteligente y efectiva de repeler al enemigo tomando en cuenta lo dispar de ambos poderíos militar.  

Quinta lección: Libia no es Venezuela. A veces caemos en el error de repetir o utilizar el mismo razonamiento que el enemigo político para analizar algunas situaciones. En el caso de la realidad Libia, algunos sectores de la derecha tanto nacional como internacional, pretendiendo crear un efecto espejo, intentan crear una matriz mediática de similitudes entre la realidad venezolana con la de países del mundo árabe, específicamente Egipto, Túnez y más recientemente, Libia. Esto con el objeto de conseguir apoyo o silencio por parte de grandes sectores de la población mundial sometida al bombardeo mediático de los mass media, que están estos al servicio de las grandes potencias. Pero nada más lejos de la realidad.

Libia fue conquistada por Italia en 1912 y hasta finalizada la 2ª Guerra Mundial, cuando la ONU decide otorgarle su independencia a mano de una monarquía autóctona. El pueblo libio lo conforman una población un poco mayor a los 6 millones de nacionales en un territorio de 1.759.540 km², donde su estructura social esta conformada por tribus.

Venezuela fue conquistada por los españoles a partir de 1498, resistimos y luchamos por más de 300 años hasta que, a sangre y fuego, logramos nuestra independencia en 1830. Los venezolanos sumamos aproximadamente 28 millones de personas y nuestro territorio abarca 916.445 km², sin incluir la plataforma continental. La población venezolana actual es producto de un fuerte mestizaje entre la población indígena y la española, con aporte de población esclava procedente de África, como también, más recientemente, por la de origen italiano, portugués y por ciudadanos de origen sudamericano. En la actualidad todas estas migraciones han dado origen a una población completamente integrada entre sí, donde no existe ningún tipo de conflicto interracial.

Ante la intromisión de cualquier potencia extranjera, con el fin de saquear nuestros recursos energéticos, biológicos e hídricos; los venezolanos todos, tenemos la obligación de defender nuestra soberanía, impulsando un ataque sistemático, planificado y asimétrico, donde la sangre del enemigo será derramada en hecatombe si osa en atacar a cualquier nacional. Es el deber de todo venezolano estar preparado para la defensa, única garantía de seguir siendo verdaderamente libres. 

Con el Pueblo Pobre, todo. Sin el Pueblo Pobre, nada.

Junto al liderazgo del comandante Chávez. Muamar el Gadafi, mártir de mundo.

¡Bolívar Vive! ¡La lucha sigue! 

A los 200 años de nuestra independencia. Desde la Tierras de los Libertadores, Coordinadora “Simón Bolívar”.  

juancsb.02@gmail.com



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Juan Contreras- Coordinadora Simón Bolívar


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