Esas sospechosas acusaciones en Boga

El sábado 14 de mayo fue arrestado en el aeropuerto John F. Kennedy de
Nueva York  el Director General del Fondo Monetario Internacional
(FMI), Dominique Stauss-Kahn,  acusado por una camarera del Hotel
Sofitel de Manhattan, donde se alojó algunos días, de agresión sexual,
retención ilegal e intento de violación.


El arresto tuvo lugar un día después que personas cercanas a
Strauss-Khan, un político socialista francés de 62 años, dijeran a la
prensa que éste era víctima de una campaña de desprestigio por parte
del entorno del presidente francés, Nicolas Sarkozy, a quien le
preocupaba su popularidad en las encuestas que lo convertía en uno de
los favoritos para las elecciones presidenciales de 2012.


Pero si en Francia Strauss-Kahn se había convertido en un problema
para Sarkozy, no menos conflictivo había pasado éste a ser para Wall
Street y la Casa Blanca cuando anuncio a inicios de abril en la
universidad George Washington de la capital federal estadounidense la
defunción del Consenso de Washington.


El Consenso de Washington es un listado de políticas económicas
neoliberales elaborado por un complejo de entidades y personalidades
estadounidenses como receta a aplicar por los países de América Latina
para impulsar su crecimiento. Forman parte de ese colectivo
político-económico y académico el FMI, el Banco Mundial (BM), el
Congreso, la Reserva Federal, los “tanques pensantes” y los más altos
dirigentes del gobierno.


El borrador fue redactado por el economista inglés John Williamson
para una conferencia organizada en 1989 por el Institute for
International Economics con el título de “Lo que Washington entiende
por reforma de políticas” (What Washington Means by Policy Reform), y
en el que se sintetizaban los criterios de los economistas
norteamericanos acerca de los objetivos que deben fijarse los países
latinoamericanos para su desarrollo, de manera que se articulen con
los intereses estratégicos de Estados Unidos partiendo del criterio de
que lo que es bueno para Washington es bueno para el resto del mundo y
viceversa.


El Consenso fue “enriquecido” en dos ocasiones posteriores a su
aprobación inicial dando lugar a los Consenso de Washington II y III.
Paulatinamente se convirtió en el proyecto neoliberal que Estados
Unidos ha pretendido imponer a escala global, con los desastrosos
resultados que lo sitúan como responsable de las recientes severas
crisis en países de América Latina y Europa.


Estados Unidos y los demás países del primer mundo han impuesto
bilateralmente las políticas del Consenso de Washington sobre las
economías de las naciones subdesarrolladas pero, sobre todo, se han
servido para ello de organizaciones supraestatales como el BM y el
FMI.


Durante décadas, el FMI enarboló las banderas del Consenso de
Washington promoviendo privatizaciones, reducción del papel de los
gobiernos en la economía, disciplina fiscal sin déficit, reformas
impositivas, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras
directas, reordenamiento de las prioridades del gasto público, auge de
los mercados financieros,  liberalización del comercio exterior,
desregulación para suscitar competencia, liberalización de las tasas
de interés, promulgación de tasas de cambio competitivas y el
reconocimiento de derechos de propiedad. También impuso los célebres
programas de ajuste estructural (PAE) llamados a “apretar el cinturón”
a los pueblos de los países endeudados para que sus gobiernos puedan
pagar sus débitos a las naciones desarrolladas.


El Consenso de Washington ha servido para abrir el mercado laboral de
bajos ingresos de los países subdesarrollados a la explotación por
parte de compañías del primer mundo en detrimento de los intereses de
la clase obrera en las naciones industrializadas.


“Pero todo esto se derrumbó con la crisis financiera global. Ya el
Consenso de Washington es historia", reconoció Strauss-Kahn, quien
llamó a que el Estado ejerza mayor papel en la economía y controle los
excesos del mercado. “El Consenso debe ser superado por una nueva
política económica con acento en la cohesión social y el
multilateralismo”, señaló.


La expansión económica que el Consenso de Washington prometía a
Latinoamérica no se ha traducido en un desarrollo significativo sino
en  severas crisis económicas, incremento de la deuda externa y más
subdesarrollo.


 “Es necesario un impuesto sobre las actividades financieras para
forzar a ese sector a asumir parte de los costes sociales de su
actividad inherentemente arriesgada”, dijo Strauss-Kahn.


“No me malinterpreten: los viejos patrones de la globalización dieron
muchas cosas buenas (…) pero la globalización tiene su lado oscuro: el
crecimiento de la brecha entre ricos y pobres. Mientras que la
globalización en el comercio se asocia a la reducción de las
desigualdades, en las finanzas la globalización las incrementa.


Necesitamos una globalización con rostro más humano porque las
desigualdades pudieran ser causas silenciosas de las crisis”.


Haber declarado la muerte del Consenso de Washington sin un debido
consentimiento de Wall Street y la Casa Blanca pudo haber sido la
causa de que Strauss-Kahn haya sido situado en parecido banquillo de
acusado que Julian Assange, fundador de Wikileaks.

Mayo de 2011.

manuelyepe@gmail.com



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Manuel E. Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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