¿Santo(s) ó Chucky el muñeco diábolico?

Álvaro Uribe, tiene cara de yo no fui. En efecto, como presidente colombiano y en sus relaciones con el presidente Chávez, haciéndose el pendejo primero, hermanazo y pana burda, nos metió la espada por la espalda hasta la empuñadura. Cuando nos creyó aniquilado toro de lidia por la saña del picador, que fue él mismo, no fingió más y se nos vino de frente con saña y alevosía.

 Llegó al cinismo de invitar al barinés a gestionar ante la FARC por la entrega de secuestrados y una vez que aquél estaba metido en el asunto, con desenfado, le retiró la alfombra y le acusó de cómplice de la guerrilla y entrometerse en asuntos internos de Colombia. Todo lo demás, que incluyó cuestiones como proteger y entrenar guerrilleros en Venezuela, enviar armas a éstos y hasta cantidades exorbitantes de dólares, es de sobras conocido. Sin olvidar la invasión y bombardeo a Ecuador y el escándalo armado con aquella caja de Pandora que fue la computadora de Raúl Reyes. Tan bochornoso fue todo que no nos quedó ganas de saber más de aquello por lo menos por un tiempo y un profundo resentimiento por el desalmado y farsante Uribe.

 Mientras todo eso sucedía, Juan Manuel Santos, a la postre Ministro de Defensa y, por lo que siempre se dijo, armador de toda aquella parafernalia, aupado por los gringos, lo que validó en plena campaña electoral, cuando entre otras cosas dijo que de ser posible volvería a repetir la agresión a Ecuador por los lados de Sucumbíos, como Chuki, el “Muñeco Diabólico” de Don Manzini, con el cual tiene un extraordinario parecido, manifestó su complicidad y sonrió con sarcasmo. Siempre, a un lado o detrás de Uribe, estaba el Chuki colombiano, como arengándole, con todo el peso que significa ser de la familia Santos, dueños de la opinión en el vecino país.

 Quizás por eso, un sensato analista extranjero, me manifestó su duda acerca que el gobierno de Colombia, ahora presidido por Santos, optase por abandonar definitivamente los planes relacionados con las bases gringas. Pues días atrás, a raíz de la sentencia del Congreso, en el sentido que lo de las nuevas bases demandaba un acuerdo distinto al ya existente, por lo que debía solicitarse al cuerpo legislativo un nuevo pronunciamiento, se coló la información que Santos no haría la solicitud. Analistas muy perspicaces, como Eleazar Díaz Rangel, dieron aquello, lo de presunta actitud del presidente colombiano, como cierta y hasta el propio presidente Chávez, desde Europa, manifestó su alegría por el inesperado desenlace.

 Pero como suele suceder con la diplomacia colombiana, todo quedó en veremos, pues la canciller (a) Holguín, con premura declaró a la prensa nacional e internacional que el presidente y su gobierno no sólo no convalidaban aquella información, sino agregó que la senadora quien confió aquello a la prensa, le había dicho que fue mal interpretada. Es decir, Chuki no estaba en la jugada, pero si sonriendo sarcásticamente.

 El analista que mencioné al principio dijo casi textualmente, palabras más o menos, “las clases dominantes de Colombia y Estados Unidos, no apoyarían eso”. Esta afirmación, toma ahora mucho más fuerza, cuando los demócratas de Obama, premio Nóbel de la Paz, acaban de perder el control del congreso con los republicanos.

 Es plausible, desde cualquier óptica la iniciativa de recomponer las relaciones entre Colombia y Venezuela y hasta que ambos presidentes se abracen, compartan sonrisas, palabras promisorias y lisonjas. En fin, hagámonos de cuenta que los dos nos representan a todos, los de allá y acá. También asumamos como dialécticamente que “todo es posible en la villa del señor”.

 ¡Pero cuidado con Chuki! El tipo no de es confiar. No es posible creer, sin encontrar las causas, que un personaje vinculado a lo que está y ha estado siempre, que uno bien sabe, pueda cambiar tanto. Mucho guillo con los elogios que engañan y nos ponen a ingenuos y demasiados buenos y confiados que somos a repetir necedades. Chuki, el muñeco diabólico, puede estar tendiéndonos la cama, mientras nosotros, como siempre generosos y confiados, ofrecerle la espalda para que hunda su puñal, o por lo menos, la otra mejilla. Dejémosle a él que guaralee y observémosle.

 Presidente Chávez, ahora es bueno decirle, “Ojo pelao”.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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