Geopolítica Mundial y Crisis Global

Geopolítica mundial y crisis global 


Esta es la primera parte de un trabajo que se concluyó en enero de 2010. Sólo he podido realizar pequeñas revisiones. Como no he podido profundizarlo por otras urgentes tareas, decidí irlo entregando por partes para que no vaya a padecer de obsolescencia. Luego lo iré profundizando y ya se verá que curso toma. Ahora lo entrego a la consideración y a la crítica.


Nota introductoria:

Como bien sabemos estamos enfrentados a una crisis general, global, de carácter civilizatorio. Es la crisis más profunda y más generalizada en toda la historia del capitalismo. En la medida que el capitalismo ha ido penetrando todos los intersticios de la sociedad planetaria, podemos decir que no hay rincón del mundo, actividad social relevante o aspectos sustantivos del ser humano, que no estén siendo afectados por la crisis actual.

La tendencia de esta crisis es hacia una mayor concentración del capital y una salida fascista generalizada. Qué profundidad y alcances tendrá esa solución, y qué papel pueden cumplir las fuerzas socialistas y de avanzada, está por verse. La salida fascista no es una fatalidad. Evitarla es la gran tarea de las fuerzas democráticas y populares de todo el mundo y ello es posible.

 


La conformación del poder mundial:


Se ha ido constituyendo un complejo Militar-Científico-Financiero, que concentra el poder mundial, controlado por fuerzas fascistas dispuestas a resolver mediante la violencia los conflictos mundiales y muy particularmente las diversas formas de rebelión que van surgiendo por el mundo. Ese complejo militar-científico-financiero se desenvuelve de la siguiente manera:

Ese centro de poder de carácter fascista se ha ido constituyendo como un gobierno mundial en la sombra, que como tal gobierna por encima de todos los gobiernos, lo que incluye al gobierno de EEUU.

No está sometido a legalidad o control de algún tipo. Es de carácter totalitario. Como tal, no rinde cuentas a instancia internacional alguna. Es absolutamente irresponsable. De hecho, sin que lo hayamos advertido claramente, parece haberse dado un golpe de Estado contra la institucionalidad y la legalidad internacional. Ahora la táctica sería irlo consolidando y destruir las distintas formas de resistencia. Hay que estar atentos.

Va infiltrando la institucionalidad vigente como parlamentos, tribunales, fuerzas militares, etc. para someterlas a su control y evitar disidencias peligrosas. Monitoreada por el Pentágono, a la OTAN se le trata de asignar el carácter de instrumento internacional para la movilización de fuerzas de despliegue rápido hacia cualquier lugar del mundo. Sin embargo, no parecen estar resueltos todos los conflictos internos que deben ser superados para que así sea.

Desarrolla una conspiración permanente para ir socavando y neutralizando la legalidad y las instituciones multilaterales internacionales. Trata de debilitar a organismos como las Naciones Unidas y muy particularmente la Asamblea General. Por otra parte, va tratando de crear una nueva legalidad internacional que debilite que debilite lo público y la soberanía de los Estados, mientras se trata de relevar la importancia del sector privado.

Sin cerrar todas las puertas a la negociación política, la violencia, la ilegalidad y la guerra, son sus principales instrumentos para la conducción de los asuntos internacionales.


Las fuerzas que lo enfrentan y los antagonismos que se han ido generando en la sociedad planetaria:


Se ha ido desarrollando un serio antagonismo en la sociedad contemporánea entre dos bloques de fuerzas de variable complejidad. Esos dos bloques están conformados en líneas generales de la siguiente manera:

  1. El complejo de fuerzas fascistas que hemos señalado en los párrafos anteriores que también tiene planteada una “solución final”. Dicha “solución final” oscila entre el incremento de la pobreza por un lado, y la inhabilitación política o eventual eliminación física de los pobres, por el otro. Aspectos absolutamente complementarios.


La globalización neoliberal y su cara más importante, el progreso de la economía financiera, son consustanciales con el crecimiento de la pobreza. Ese crecimiento de la pobreza debilita la demanda efectiva, lo que no favorece la expansión de la economía real y fortalece la tendencia hacia el crecimiento de la economía financiera.

El crecimiento de la pobreza no significa necesaria y automáticamente un crecimiento del potencial de rebelión. El hambre se ha convertido en la bomba solo mata gente en la medida en que crea condiciones que dificultan la capacidad para pensar y actuar, al colocar a la gente en la circunstancia de no pensar más allá de cómo hace para comer, para sobrevivir. Lo que se complementa con una campaña de ideologización que coloca el acento en las soluciones individuales y en la recepción de limosnas. Esto es lo que llamo inhabilitación política en la medida que se frena la capacidad y la voluntad para generar utopías liberadoras y se propicia que prosperen formas de sumisión.

La eliminación física de los pobres se realiza simultáneamente con la inhabilitación política y moral. El hambre, la sed, las enfermedades, las epidemias, las guerras tribales, muchas veces asociadas a las guerras generadas por las grandes potencias, siembran la muerte, quiebran la esperanza. Se van liquidando físicamente poblaciones a las que se les ha ido progresivamente desertificando el alma.


2. Una corriente que lucha por la democracia, la soberanía, la coexistencia pacífica, la defensa de la diversidad cultural y biológica, la multipolaridad y la salvación del planeta. En líneas generales, viene tomando el camino de la solidaridad, la cooperación, la complementariedad y la coexistencia pacífica, la integración entre los pueblos, la cooperación Sur-Sur, el respeto a la soberanía de los estados y la autodeterminación de los pueblos; el respeto a la diversidad política, cultural y religiosa, el respeto a la naturaleza y el rechazo a la globalización neoliberal y las corrientes totalitarias asociadas a ella y la defensa de la paz.


El centro de todos los conflictos contemporáneos es la lucha por la salvación de la humanidad y del planeta. Si no salvamos al planeta no habrá espacio para la humanidad, sobre todo para una humanidad con capacidad de soñar, de construir utopías No es posible la salvación de la humanidad y del planeta sin superar el Sistema Capitalista Mundial. Están saboteando un acuerdo para eliminar las causas y corregir las consecuencias del Calentamiento Global, por estar subordinados a la defensa de intereses empresariales. Este conflicto tiene las siguientes características:


Va desnudando el carácter del Sistema Capitalista mundial como un sistema homicida, matricida, genocida, ecocida y geocida.

Las tres fuentes de acumulación de capital son: la explotación de los trabajadores, de la naturaleza y de los pueblos del Sur.

La explotación de los trabajadores ha devenido en una aplicación cada vez más generalizada de la esclavitud, por parte de los capitalistas, lo que niega, en esa complejidad que el ser humano es, la naturaleza contenida en él, pues la naturaleza es símbolo de libertad. No hay manera de esclavizarla. La podemos destruir, pero nunca someterla a nuestros designios.

La explotación de la naturaleza y sus resultados, no ameritan, por ahora, más comentarios.

La explotación de los pueblos del Sur, esta basada principalmente en la sobreexplotación y esclavización de los trabajadores y el saqueo de las riquezas naturales.

El resultado de este conjunto de explotaciones confirma el carácter del capitalismo como un sistema homicida, matricida, genocida, ecocida y geocida. Un programa de lucha que tenga esto como eje, podría unir, quizás, a más o menos el 90% de la población mundial, en contra del núcleo fascista que concentra el poder.

Esa capacidad de unificación le daría a este movimiento un carácter interclasista, cuyo denominador común debe ser la derrota de la guerra y la consolidación de la paz fundada en la justicia; la eliminación de la pobreza de la gente y de la tierra, fundada en el respeto a los derechos humanos y a los derechos de la madre tierra; la democracia participativa con amplio contenido popular, fundada en el mandato imperativo; la defensa de la soberanía y consustancialmente la integración de los pueblos; la cooperación internacional fundada en la solidaridad, el comercio justo, la interdependencia y la complementariedad, los beneficios recíprocos y no la explotación de los pueblos. Quién tendrá la capacidad para conducir ese bloque de fuerzas es una cuestión fundamentalmente de carácter práctico. No tanto un problema de autoproclamación. Si las fuerzas socialistas demuestran su sabiduría tanto en el pensamiento como en la acción, para fortalecer el proceso y facilitar las victorias, su liderazgo será reconocido. Pero este es un tema a ser discutido en otro lugar.

En consecuencia, el objetivo estratégico de un movimiento internacional, debe ser unir a la humanidad contra la antihumanidad representada por ese gobierno mundial en la sombra de carácter fascista.

Otro aspecto relevante es el papel de China, Rusia, Brasil, la India y otros países, en los conflictos mundiales. Ha sido totalmente correcta la estrategia del Presidente Chávez al ampliar la política de alianzas estratégicas de Venezuela tomando en cuenta las nuevas realidades mundiales, muy marcadas por el papel de los países mencionados y en general por la emergencia de otros actores en el contexto de los realineamientos de fuerzas que se vienen operando en el continente americano, en África y Asia. Son factores estratégicos de gran influencia en la conformación de la correlación de fuerzas en el mundo.

Hemos dicho que el conflicto principal que sirve de marco a los conflictos internacionales es la contradicción entre el Sistema Capitalista Mundial y la existencia misma del Planeta tierra y de la humanidad, que se expresa en la profundización de la explotación de la naturaleza y de los seres humanos y en la restricción a la democracia y a los derechos humanos que se extiende por el mundo asumiendo distintas formas: la legalización de la tortura, las desapariciones forzosas, las cárceles clandestinas, la tendencia a la ilegalización de los partidos comunistas en Europa del Este, la discriminación racial, la persecución de los migrantes, el odio a los extranjeros, la persecución religiosa, la proliferación de la trata de personas (mujeres, niños, niñas), el tráfico de órganos, la multiplicación de la esclavitud y muy particularmente el terrorismo de estado, las guerras y la violencia generalizada.

La contradicción entre el Sistema Capitalista Mundial y la existencia misma del planeta y la humanidad, ha existido siempre. Pero hoy más que nunca esto está en el orden del día. Los distintos problemas que vivimos tienen ese hecho como denominador común. Las guerras se incrementan cada vez más como guerras por los bienes del planeta; ciertamente la democracia y los derechos humanos se restringen cada vez más, pero ello está vinculado precisamente a la estrategia de guerra y al terrorismo de Estado, en función de la ocupación o control de zonas cada vez más vastas del planeta en función de multiplicar la conversión de la naturaleza en mercancía para explotar nuevas riquezas naturales como el coltán, por ejemplo. Por las mismas razones prolifera la esclavitud y la negación y/o restricción de los derechos laborales para radicalizar más la esclavitud de la naturaleza haciendo al ser humano cada vez más esclavo del capital. Entonces, la lucha por la democracia participativa y los derechos humanos y la lucha por los derechos de la naturaleza y en general, la lucha por la preservación y revitalización del planeta, son absolutamente complementarias.

Después de Copenhague esto se ha hecho más evidente. La vida del capital depende de que la naturaleza y los seres humanos sean sacrificados más intensamente. Lo que le da al capital también un carácter suicida, pues va destruyendo sus bases de sustentación. Quizás confiando en que a través de la geoingeniería, la biotecnología, la nanotecnología, las investigaciones genéticas, la clonación, podrá recrear desde los laboratorios, lo que va destruyendo cotidianamente. Generalmente los que han jugado a ser dioses, han causado grandes daños y tragedias.

Nunca como hoy la vida de la humanidad ha estado tan ligada a la vida de la naturaleza, a la vida de los ecosistemas, de los cuales el ser humano también forma parte. Creo poder afirmar que no habrá proyecto político exitoso, que no habrá defensa de la democracia y de los derechos humanos victoriosa, si simultáneamente no levantamos la defensa por los derechos de la madre tierra. Esta es una orientación general, las luchas específicas tienen sus propios procesos. Lo importante es no perder la visión de conjunto.

Mención especial merece el sostenido ataque contra lo público, el incremento de las tendencias privatizadoras y la tendencia a debilitar el multilateralismo y muy particularmente a las Naciones Unidas. Se trata de derrumbar barreras que vienen frenando al Capital en su avance hacia el control de la naturaleza y de toda la vida, lo que significará menos biodiversidad, menos oxígeno, menos agua, menos tierras fértiles… Los sueños y las utopías devendrían en pesadillas.

Otro aspecto relevante de la estrategia del gobierno mundial en la sombra es la promoción de conflictos regionales, que encubren intereses vitales del Sistema Capitalista Mundial. Esto es lo que se oculta detrás del conflicto entre Colombia y Venezuela, que sólo en la forma es un conflicto entre estas dos naciones, cuyos pueblos tienen una tradición de fraternidad, que los une por encima de maniobras transnacionales.


Primera parte

II.- El Panorama mundial



Queremos caracterizar la profunda crisis que afecta a la humanidad, porque la instalación de bases militares a través del mundo y en general, la política transnacional orientada a promover conflictos regionales y la agresión contra Venezuela y los países progresistas, está enraizada en un marco geoestratégico mundial dominado por la ultraderecha fascista. Hay que apreciar claramente que esas fuerzas han tomado la decisión de destruir a los gobiernos progresistas del mundo y muy particularmente a los de América Latina.

Tal como se comprobó en Honduras, esos centros de poder no tienen disposición negociadora alguna. Van a presionar por todos los medios posibles para destruir a los gobiernos que se le atraviesen en el camino de superar la crisis del sistema capitalista mundial, descargándola sobre el Sur y la naturaleza, es decir, los pobres, los más débiles y vulnerables, los ecosistemas terrestres y aquellos pueblos que fundándose en la soberanía, la dignidad, la defensa de la paz y los derechos humanos, tomen un camino independiente en contra de los designios del imperio.

Todo rodeado por un doble discurso que se expresa a través de la realidad mediática que trata de sustituir o encubrir los hechos que se desenvuelven en el terreno. Se trata de crear un mar de confusión, de incertidumbres y dudas, que impidan la reacción contra los crímenes horrendos que promueven, las invasiones, el sabotaje, la desestabilización, etc. Al final, tratan de convencernos de que ante tales circunstancias, necesitamos atención internacional, pues ellos tienen la responsabilidad de protegernos. Es decir, protegernos de ellos mismos.

Un caso patético es el de Haití, donde han derrocado gobiernos y han promovido diversas formas de agresión e intervención violenta. En ese contexto se han aplicado crueles políticas neoliberales que han destruido, por ejemplo, la producción local de arroz que alimentaba a la población, para vender arroz estadounidense subsidiado. El hambre ha sido el resultado. Ahora, finalmente, Haití ha sido invadido.


Los rasgos de la crisis mundial


La crisis que afecta a la humanidad y al planeta es, como ya hemos dicho, una crisis civilizatoria. Es la crisis de la civilización que se fue implantando desde el siglo XV hasta hoy. De las relaciones de los seres humanos entre sí, de estos con la naturaleza; de las relaciones de producción; de las instituciones y las relaciones de poder dentro de las cuales están incluidas; del pensamiento y de la manera de pensar y comprender al mundo; de los valores, de la relación con Dios… En fin, de una visión del mundo, de la sociedad, del ser humano, de la naturaleza. Por supuesto, no vamos a presentar un análisis de un proceso tan complejo. Sólo vamos a penetrar en algunas de sus consecuencias a través de las manifestaciones más evidentes de la crisis que se vive hoy.

No es pues el objeto de estas consideraciones analizar la crisis civilizatoria. Se va convirtiendo, lamentablemente, en un lugar común afirmarlo. Pero no se puede decir eso y luego pasar la página y seguir actuando como si nada esencial estuviese ocurriendo. Voy a intentar tener presente esa crisis en el transfondo de lo que voy afirmando.

Esta crisis civilizatoria tiene diversas manifestaciones, con un denominador común: la destrucción de los ecosistemas terrestres, en función del incremento de la productividad de las empresas, lo que garantiza una mayor velocidad en la acumulación de ganancias. Pero la máxima productividad de las empresas, se logra deteriorando la máxima productividad del planeta. Lo que afecta la sustentabilidad de la existencia humana y en general, de la vida.

La máxima productividad del planeta se basa en la conservación del conjunto de los equilibrios ecosistémicos, que es lo que hace más productivo al planeta tierra y a todas las especies que lo habitan, incluida la especie humana. Dichos equilibrios se han ido constituyendo a través de miles de años para garantizar la vida, toda la vida en un proceso de cooperación, interrelación, interdependencia y complementariedad de todo lo existente. Esto es Ecología.

No hablamos de conservación estática. El movimiento constante y los desequilibrios son propios de la existencia humana y natural. Sabemos bien que los equilibrios y desequilibrios ecosistémicos son un todo que engloba procesos vitales. Sin embargo, hay una diferencia entre los desequilibrios generados por los dinamismos propios de la naturaleza, y aquellos generados por el ser humano, frente a los cuales el planeta ha ido perdiendo capacidad de adaptación, lo que va implicando destrucción, muerte, desolación y una tendencia a la precariedad de la existencia humana.

Conservar a la naturaleza es respetar sus leyes y reglas de vida y no interferirlas por las conveniencias humanas. Cuando el ser humano descubrió la agricultura, incrementó su capacidad para modificar e intervenir el ambiente. Bien sabemos que la naturaleza tiene dinamismos propios para recuperarse y restablecer la vida con las mutaciones que se vayan dando. Hay un límite, sin embargo, para la intervención humana. Respetar esos límites es lo que significa conservar los equilibrios propios de la naturaleza (que suponen el desequilibrio, el desorden).

La economía capitalista se ha hecho más productiva, en la medida que agota la productividad del planeta. Es decir, la capacidad de este para producir oxígeno, agua, tierras fértiles, un ambiente sano, en fin, su capacidad para crear vida. En consecuencia, conservar la naturaleza es también proteger los procesos naturales de renovación, destrucción, regeneración, autorregulación y creación. Esto es lo que significa garantizar la productividad planetaria.

Productividad económica es la cantidad de bienes económicos que se crean en un tiempo determinado dadas unas condiciones de formación de la fuerza de trabajo, un determinado desarrollo científico-técnico en un tiempo histórico concreto. En las condiciones de dominio del capital, ello supone convertir a la naturaleza y al ser humano en mercancías en función de obtener ganancias, lo que ha venido interfiriendo y destruyendo las capacidades reproductivas, regenerativas y dadoras de la naturaleza. Lo que ha ido arruinando las capacidades para producir, para crear vida. Es decir, ha ido arruinando la productividad planetaria.

En general, dicho proceso no tiene como propósito generar abundancia en términos de las necesidades humanas, pues los postulados de la economía se harían superfluos si hay una multiplicada abundancia. Además, el objetivo principal de la producción capitalista, no es la satisfacción de necesidades, sino acumular ganancias.

Los precios solo se forman a partir de la escasez. Una tendencia hacia la abundancia crearía una tendencia hacia bienes libres, es decir, sin precios. Ello significaría la desaparición de la economía como disciplina académica y como fuente para la elaboración de políticas públicas, y más importante aún, provocaría la desaparición del capitalismo.

Uno de los resultados de la globalización neoliberal es generar escasez y destruir aquellos mercados que son abastecidos por producciones locales menos contaminantes y menos contaminadas y muy significativamente, que no están integradas a las redes de mundialización de las ganancias y de formación de precios según las reglas del mercado internacional. En consecuencia, significan autonomía y poder de decisión. Estos procesos productivos que no trabajan de acuerdo con los intereses del mercado mundial, están permanentemente amenazados por lo modelos neoliberales, generalmente con la acusación de que son ineficientes. Dicha ineficiencia tiene unos patrones de comparación creados en función de la acumulación de capital. Sin embargo, esos procesos productivos han demostrado mayor eficiencia para proteger al ambiente, para alimentar a la población local y mantener vivas las semillas y especies vegetales tradicionales, de las cuales probablemente dependa el futuro de la humanidad.

Cuando la abundancia puede abatir los precios, la lógica económica aconseja quemar cosechas, lanzar la leche al Lago de Maracaibo, como ocurrió en Venezuela hace algunos años, y tropelías similares.

Esta es la productividad económica, esto es lo que nuestros estudiantes de economía siguen aprendiendo, lo que no estaría mal si les enseñaran la otra visión, la que no se construye desde las concepciones que dominan la economía.

En consecuencia, cuando hablamos de producción, como proceso planetario y universal, estamos hablando de creación, no simplemente de la producción de bienes y servicios, como lo considera la economía. Producir es producir la vida, una gran diversidad de formas de existencia que abarca desde la producción de una célula hasta la producción de estrellas, planetas… La producción-creación poética, literaria, musical, de las artes en general.

La naturaleza no funciona como sostiene, especialmente la economía neoclásica, como un proceso de competencia por la supervivencia de los más aptos. Lo que predomina en la naturaleza es la cooperación, no la guerra de las especies.

Toda la naturaleza está viva y llena de sentimientos. Por eso las culturas primigenias consideran a la naturaleza y las diversas formas de vida como sagradas y merecedoras de profundo respeto. La tendencia de esas culturas es a ser conservacionistas, conservar lo sagrado, que también es importante para enriquecer y preservar la vida. La naturaleza es la vida y la fuente de la vida. La tendencia debe ser al uso, no a la explotación, lo que combina conservación con transformación y adaptación como ciclos de la existencia.

Los ideólogos y los constructores del capitalismo se ocuparon de destruir esas cosmovisiones y cosmogonías y elaborar una concepción instrumental de la naturaleza, que la considera como fuente de recursos económicos, administrados según los criterios del mercado capitalista, por lo tanto, objetos de explotación, de esclavización y destrucción, siempre y cuando ello convenga a los intereses de la acumulación de capital.

El “pienso, luego existo” condujo al desprecio del cuerpo y de todo lo material. Pero lo material es también sagrado, es una condición de la existencia humana como también lo es nuestro cuerpo

Esto es lo que está detrás del desastre ecológico que vivimos hoy, que tiene su expresión más crítica en el cambio climático y los efectos del calentamiento global. Por eso, la crisis evidenciada en Copenhague es una clara expresión de la crisis general del capitalismo, de la incapacidad de este sistema para resolver los graves conflictos que hoy vive la humanidad, pues ellos están enraizados en la naturaleza misma del Sistema Capitalista Mundial.

No se trata de que los dirigentes de los principales países del Norte estén ciegos, se trata de los lentes a través de los cuales miran al planeta y a la humanidad. Es decir, los fraguados por el proceso de acumulación de capital y la dinámica del mercado mundial. Criterios y valores egoístas, de competencia como guerra de todos contra todos, de extremo individualismo.

El boicot que de hecho aplicaron en diciembre del 2009 en Copenhague los dirigentes de los países del Norte y los atropellos que cometieron contra las normas y procedimientos de las Naciones Unidas, para impedir que surgiera un acuerdo jurídicamente vinculante a favor del planeta tierra, son una medida desesperada para defender, en última instancia, intereses empresariales.

Se vienen desenmascarando ante el mundo. La oportunidad que se presenta ahora para levantar un gran frente mundial que una a la humanidad y a todos los seres vivos, por la defensa del planeta, por la defensa de la vida, es única. No estamos ante un conflicto internacional más. Estamos ante la madre de todos los conflictos. Ahora hay una mayor convicción de que la vida está en grave peligro. Toda la vida. Esto está impactando a los más jóvenes. Si se profundiza la explicación y la denuncia, como parte del proceso de organización social, ese impacto debe ser cada vez más amplio. Ha surgido una coyuntura que puede poner a los jóvenes del mundo en pie de lucha por la defensa del futuro, por el derecho a tener un planeta limpio y en armonía con el universo y todas las energías vitales. Es decir, un planeta para la celebración, para la cooperación, para la paz. No para la guerra.

El sistema dominante ha ido agotando sus tres fuentes principales de acumulación de capital: la explotación de los trabajadores, de la naturaleza y de los pueblos del Sur. Esto ha planteado un dilema para toda la humanidad: la revitalización de la explotación para darle un segundo aliento a la dominación, o el triunfo de la democracia y la justicia social y ecológica para garantizar una vida digna para todos, incluida la naturaleza, fundada en la distribución equitativa de la riqueza, la desaparición de la pobreza tanto de la sociedad como de la tierra, condiciones imprescindibles para un mundo en paz y sin violencia, tanto para los seres humanos como para la tierra, lo que supone el respeto a los equilibrios ecosistémicos para garantizar la vida plena de todas las especies y de la naturaleza en su conjunto.

Esta es la esencia de la crisis: el triunfo de la barbarie, de la muerte, o el rescate de la vida, la vida humana y la vida natural.

Es una crisis económica caracterizada por un agotamiento de la demanda causada por la generalización de la pobreza, lo que influye en el crecimiento que ha experimentado la economía real. Ese lento crecimiento ha sido, en cierta medida, beneficioso para la naturaleza pues ha influido, en términos relativos, en la disminución de las agresiones a los ecosistemas, pero no para el capitalismo cuyos intereses no concuerdan con los de la humanidad y el planeta.

El lento crecimiento de la economía real es causa y consecuencia de que la inversión se separe de la producción, de la generación de empleos y del crecimiento de los ingresos, lo que crea más pobreza y mayor disminución de la demanda mundial. Ha aparecido así el fenómeno del crecimiento económico sin bienestar.

Aquí está una de las raíces de la derivación del capital hacia la especulación financiera, que es la otra cara de la crisis, la crisis financiera. Se acumula capital sin crear bienes y servicios, mucho menos empleo. Eufemísticamente se habla de la multiplicación de los “productos” financieros, que no es más que la fraudulenta multiplicación de capital a través de operaciones tramposas donde una mafia de capitalistas, estafa a la mayoría de la población, incluso a otros capitalistas y al Estado. Las pirámides financieras se fueron derrumbando una a una, generando ruina, desolación y pánico. Por encima de todo, la más feroz y masiva acumulación de capital que conozca la historia: la cúpula financiera internacional ha atracado a la gente, a otros capitalistas y a los gobiernos.

Un tema que queda pendiente para la discusión, es el sometimiento del capital financiero para ponerlo al servicio de la economía real. Esta es una seria contradicción del capitalismo realmente existente. Este capitalismo encontró la manera de acumular capital sin producir principalmente bienes y servicios. Entonces, la velocidad con la que se acumula y se concentra el capital es una cosa, y la velocidad con la que crece la economía real es otra, lo que está vinculado, como lo hemos dicho, con el crecimiento de la pobreza y el hambre, la superexplotación de los trabajadores, de la naturaleza y de los pueblos del Sur. Las ganancias se incrementan transfiriendo costos externos hacia la humanidad, la naturaleza y los gobiernos. Pero para la humanidad y el planeta no hay costos externos. Los seres humanos y los ecosistemas interiorizan esos costos a través de la pobreza de la gente y de la naturaleza.

Este es un atroz ejercicio de la violencia. El desarrollo del capitalismo contemporáneo es cada vez más consustancial con la guerra, la destrucción de la humanidad y del planeta.

Ahora bien, no se debe creer que la cúpula financiera esté en conflicto con los que dirigen la economía real. Son empresas que funcionan con una dirección estratégica centralizada. Ese capital centralizado es la médula del poder mundial y también controla la producción industrial y agrícola, las que están sometidas a los intereses del capital financiero. El conflicto real con los productores agrícolas es otro. Todavía hoy la economía campesina y la de los pueblos originarios, tiene un peso decisivo en la producción de alimentos. Por eso hay una guerra contra los campesinos y los pueblos originarios. Esa guerra tiene muchas formas. Una de las más importantes está representada por los acuerdos de libre comercio, los cuales van destruyendo los mercados locales, arruinando a la población, sometiéndola a los dictámenes e intereses del mercado internacional, lo que ha significado ruina y miseria.

La crisis ecológica representa el saqueo del planeta, el agotamiento de los suelos, de las aguas, de los bosques, de los mares, de los ríos, de la biodiversidad en función de multiplicar la acumulación de capital, la cual en sí misma se va haciendo insustentable al ir destruyendo las bases de la producción, siendo esta otra de las razones por las que se multiplican los llamados productos financieros especulativos, incapaces de crear una aguja.

En este contexto se desarrolla una guerra contra todo: contra el pensamiento crítico, la cultura de la vida y todas las fuentes de la vida. Como a largo plazo todos estaremos muertos, el capital impone un cortoplacismo de destrucción y muerte tratando de matar la esperanza para imponer la pasividad, el desánimo, el individualismo y liquidar las utopías en un futuro mejor. Esto es lo que está detrás del fortalecimiento del capital financiero.

La crisis alimentaria es el resultado de la confluencia de las políticas neoliberales, la especulación y la crisis ecológica.

Como ya dijimos, las políticas neoliberales han ido destruyendo las economías familiares, locales y regionales que garantizaban la producción de alimentos para la gente, en la medida que impusieron economías de mercado generadoras de cultivos para la exportación, suponiendo que el mercado mundial proporcionaría alimentos de manera más eficiente. Como bien sabemos ello no ocurrió. Lo que si pasó fue que los bienes proporcionados por el mercado internacional se encarecieron y se hicieron escasos. Además, los cultivos de alta tecnología, especialmente los transgénicos, han contribuido a la contaminación de los suelos.

La especulación con el precio de los alimentos ha sido la nota dominante, mientras por el mundo se extienden la pobreza y el hambre.

Una de las consecuencias del cambio climático ha sido la multiplicación de la desertificación, la pérdida de biodiversidad, la disminución de la fertilidad de la tierra, cambios en el régimen de lluvias, en las temperaturas; factores estos que han deteriorado la agricultura y por tanto, la producción de alimentos.

La crisis energética también es una conjunción de factores tales como una civilización fundada en el derroche y destrucción de los recursos, en el consumismo desenfrenado, especialmente de los recursos energéticos; de la especulación con el precio del petróleo; de las guerras para apoderarse de los recursos energéticos; y la multiplicación de las emisiones de gases invernadero.

La producción de cosas innecesarias se corresponde con un consumo voraz. En verdad, lo que se está consumiendo es naturaleza, en un proceso en el que cada vez se usan más unidades de energía para generar productivamente una casi ilimitada cantidad de productos innecesarios, que derrochan energía y bienes de la naturaleza.

El capitalismo es el sistema más ineficiente que la historia haya conocido. El que maximiza más ganancias si. Pero es falso que sea a bajo costo. La acumulación de ganancias es la contrapartida de la muerte, tanto de la humanidad como de la naturaleza.

La crisis social que se refleja en el aumento sin precedentes a nivel mundial del desempleo y del número de personas en riesgo de caer bajo niveles de pobreza. La OIT proyecta que para 2009 el nivel de desempleados oscilará entre 210 y 239 millones a nivel mundial, lo que corresponde a tasas de desempleo mundial de 6.5 y 7.4 por ciento respectivamente. Esto repercute en la proliferación de enfermedades, en el deterioro de los servicios de salud, no solo en los países del Sur sino también en países del Norte y en general en el incremento de la desnutrición, la mortalidad infantil, las muertes que podrían ser evitadas con una alimentación básica y servicios de agua potable.

Más de mil millones de hambrientos dan cuenta de un panorama mundial de injusticia y violencia.

Creo que no es exagerado decir que la pobreza es el negocio de esta época, tan ominosamente crematística. Ha permitido acelerar la acumulación de ganancias. Tanto, que alcanza para pagar a un conjunto de expertos que se desplazan por organismos internacionales produciendo opiniones sobre los pobres, mientras estos siguen sufriendo y muriendo. Algunos incluso antes de nacer. Hablo de expertos, no de los investigadores que tienen comprometida su vida con lo que están haciendo.

También le ha dado fuerza al renacimiento de la esclavitud, uno de los instrumentos que el sistema capitalista mundial utilizó para su conformación y hoy emplea para impulsar negocios mil millonarios.

Un factor importante para comprender la crisis social y sus repercusiones, son las políticas que sigue impulsando el FMI y que sigue aceptando un gran número de gobiernos.

Es conveniente precisar, que el neoliberalismo no es una simple política económica. Es una visión del mundo y de la sociedad, que ahora no vamos a examinar. Pero debemos resaltar que no se expresa simplemente a través de una u otra medida. Es una visión que articula todas las actividades humanas, la relación con la naturaleza, la relación de los seres humanos entre sí, los sueños y esperanzas, sobre la base de un denominador común, los valores del mercado, el sistema de precios y el egoísmo como conducta esencial, que apunta hacia la desintegración social, la desaparición de lo publico, el desmantelamiento del Estado y el predominio del sector privado, que no está representado por el empresario individual de la época de conformación del Sistema Capitalista Mundial, sino por grandes corporaciones internacionales que concentran el poder político, económico, financiero, militar y científico.

Entonces, al analizar las políticas neoliberales generalmente llamamos la atención sobre el carácter procíclico de ellas. Es decir, siguen al ciclo. Como este está va hacia la baja registrando caída de la producción, de la inversión, etc., las recetas del FMI agudizan la recesión al propiciar los recortes presupuestarios, que afectan directamente los gastos en salud, en seguridad social, en educación, en construcción de viviendas, etc.; la disminución de los salarios, el incremento de los impuestos al consumo, lo que provoca una mayor caída de la demanda efectiva; restricciones a la contratación colectiva lo que persigue el debilitamiento de los sindicatos y en general de los movimientos sociales; la devaluación de la moneda que entre otros efectos, implica el incremento de las presiones inflacionarias; el debilitamiento de la acción del estado y el estímulo hacia las soluciones individuales fundadas en el egoísmo y las relaciones de mercado. Lo que propende a ponerle precio a todo, tanto a los seres humanos como a la naturaleza, tratando de destruir las relaciones que se fundan en el valor de uso y la cooperación solidaria; la liberación de los precios, lo que agudiza la pobreza, y la liberación comercial, la que va destruyendo la producción interna y privilegia la entrada de productos internacionales. Esto último se ve claramente en el ejemplo de Haití, donde la liberación comercial destruyó la producción local de arroz, mediante la venta de arroz estadounidense subsidiado, que incrementó las ganancias de las empresas internacionales y la pobreza del pueblo haitiano.

Estoy llamando la atención sobre este conjunto de políticas por varias razones. En primer lugar, porque no podemos seguir considerando cualquier medida aislada de devaluación monetaria o de ajuste precios, como una política neoliberal. En segundo lugar, porque no podemos seguir considerando a las políticas del FMI como simples políticas económicas. Ellas son la expresión de toda una visión y un plan estratégico, fundado en una concepción del mundo y de la sociedad, que tiene como finalidad la esclavización de los pueblos y de la naturaleza, para profundizar el dominio del capital.

Esto nos permite comprender mejor las consecuencias de la crisis social y el valor estratégico de la multiplicación de la pobreza, que se ha convertido como lo señalamos antes en bomba solo mata gente, tanto física como espiritualmente. Tiene que ver con la estrategia dirigida a inhabilitar políticamente a los pobres y/o eliminarlos físicamente.

La crisis política que esencialmente representa la crisis de la democracia y la gobernabilidad internacional. Se va perfilando una tendencia a que los de “arriba” no puedan y los de “abajo” no quieran que se siga gobernando a la antigua. Lo que no significa que estemos ante una situación revolucionaria. Si las fuerzas democráticas no salen fortalecidas de este proceso, la solución será hacia el fortalecimiento de una salida fascista a nivel mundial.

Esto está determinando que especialmente en los países desarrollados surjan cada vez más limitaciones al ejercicio de la democracia y muy especialmente de los derechos civiles, como está ocurriendo en EEUU con la aprobación y puesta en práctica de la Ley Patriota y toda la política antiterrorista que se extiende por el mundo instalando cárceles clandestinas, legitimando la política de las desapariciones acompañadas de la tortura y la delación como prácticas que se van haciendo comunes, violando los derechos humanos y todas las garantías jurídicas que en una larga lucha la humanidad ha venido conquistando.

La crisis política es una crisis de poder, un poder que se ha ido deslegitimando y por eso cada vez más recurre a la violencia y la guerra como camino para resolver los conflictos mundiales.

El sistema de gobernabilidad imperante es parte de la crisis. Como ya señalé, en el mundo y particularmente desde el Sur, se levanta un clamor por reformas y cambios.

La magnitud de la crisis, el grado en que está afectando a la humanidad y la complejidad de las soluciones, obliga a que su consideración deba ser emprendida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, revitalizada, con la participación democrática de los 192 Estados miembros.

No se trata simplemente de refundar el capitalismo, derecho que no se puede negar a los que se lo planteen, si toman el camino del debate en paz y en democracia. Creo que estamos enfrentados a la refundación de la civilización humana. Este objetivo trasciende los intereses de los grupos hegemónicos, guiados por intereses egoístas, responsables de la crisis y de los sufrimientos de la humanidad.

Reconociendo que en el Sur hay una diversidad de visiones, la clave es el diálogo entre ellas para establecer soluciones con el mayor grado de concertación posible para construir un frente común.

La solución fuera de las Naciones Unidas, que es lo se está propiciando y fue lo que se expresó en la cumbre de Copenhague, es el rumbo hacia una salida totalitaria, que es la que se está planteando desde el complejo militar-científico-financiero que domina el mundo. Dicha solución pasa por la eventual liquidación de la ONU y demás organismos multilaterales. O en todo caso, por su definitiva esterilización. Cada vez los centros capitalistas tratan de diversas maneras, de liquidar el multilateralismo y muy especialmente a las Naciones Unidas.

No es casual, que este conflicto, que tiene que ver con la democracia, surja precisamente en torno a un tema vinculado a la defensa del planeta. Como dijimos, ese es el denominador común de los conflictos de hoy. El debate sobre la democracia, es también el debate por la defensa de la vida.

La solución totalitaria tiene que ver con las bases militares establecidas en Colombia y en general con el sistema de bases militares existentes a través del mundo entero (hay cerca de mil bases militares) y con el ilimitado crecimiento del gasto militar, en particular de EEUU. Tiene que ver con la guerra y con la paz, lo que se agudiza con la más reciente ocupación militar de Haití.

Tiene que ver con la conformación de una fuerza militar intercontinental, monitoreada por el Pentágono y coordinada por la OTAN. Ese es un camino para que el Pentágono pueda completar los 30.000 hombres adicionales que se ha planteado enviar hacia Afganistán. Es decir, reclutando soldados en los cinco continentes, comprometiendo a una gran diversidad de gobiernos, que no solo enviarían soldados, sino que colaborarían con el financiamiento y la logística. Se ha difundido que Colombia está preparando un contingente para enviarlo hacia Afganistán, lo mismo que muchos países de áreas en donde se desarrollan o están por desarrollarse conflictos regionales. La agresión contra este país se convertiría como en la gran escuela, en el gran centro internacional para entrenar fuerzas especiales al servicio de la ultraderecha fascista internacional.

Una crisis por el control de los recursos naturales o el gobierno de EEUU contra el mundo


Este es un proceso que marca la geopolítica contemporánea. Estados Unidos sigue siendo la principal economía del mundo y muy particularmente, la principal potencia militar. Sin embargo, su predominio esta amenazado por varios factores.

Las debilidades de su economía marcadas por el déficit comercial, el déficit fiscal, el debilitamiento del dólar y los problemas de su industria, la cual viene siendo derrotada en la competencia internacional particularmente por China.

Cada vez la economía estadounidense depende más del sector financiero y del poderío militar.

EEUU controla las finanzas mundiales. Pero ese predominio que tiene carácter estratégico, no es suficiente para compensar otras debilidades de la economía estadounidense, la que se mantiene a flote, entre otras razones, por el predominio de un dólar cada vez más devaluado, pero que sigue siendo la moneda de reserva mundial, lo que le permite a EEUU estafar al resto del mundo, pues financia la economía estadounidense a costa del resto de los países en la medida que emite más y más dólares que cada vez valen menos, pero siguen siendo aceptados por los distintos gobiernos (1).

También ha crecido la presión para que el dólar pierda su carácter de moneda de reserva, en la medida que las economías de otros países se van fortaleciendo, especialmente la de China.

EEUU va dependiendo crecientemente de su poderío militar, lo cual se proyecta en una economía estadounidense que depende más y más de los gastos militares que hace el gobierno. Por tanto, su economía avanza en la medida que se extienden las guerras, la venta de armas, el terrorismo de Estado, el genocidio. Por eso la política exterior se asocia cada vez más al pentágono.

También va determinando que la economía se vaya subordinando a la geopolítica. En otras palabras, al despliegue de las fuerzas militares en el mundo, lo que a la larga puede hacerla menos competitiva y obligarla a depender cada más de los cañones y del sistema financiero. Los avances científicos y tecnológicos, no se traducen de manera directa en el crecimiento de la productividad de la economía real, sino en el desarrollo de armas de destrucción masiva cada vez más peligrosas para la humanidad y el planeta.

En cambio, China ha ido fortaleciendo su economía real, lo que le ha facilitado superar más rápidamente las consecuencias de la presente crisis capitalista.

La economía estadounidense depende cada vez más del control militar de los recursos naturales del planeta, de las rutas internacionales para el transporte del petróleo y del gas, de la apropiación territorial y marítima de áreas estratégicas, de la biodiversidad, de las selvas, de los ríos, etc. Más democracia para el planeta y la humanidad, representa también restricciones a los movimientos de la ultraderecha fascista, la que no puede convivir con el respeto a los derechos humanos y mucho menos con los derechos de la madre tierra.

El “progreso” de EEUU (y en general todo el “progreso”) esta cada vez más unido a la destrucción del planeta y de la humanidad. En buena medida, esto explica su comportamiento en Copenhague y por qué desea, de hecho, la derogación del protocolo de Kyoto y que no se establezca acuerdo alguno, jurídicamente vinculante, que obligue a los países del mundo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso de EEUU la emisión de gases invernadero está vinculada, además de otros factores, a la industria bélica y a la guerra misma, que destruye permanente a los ecosistemas, lo que incluye a los seres humanos.

Es conveniente revisar cuidadosamente el mapa del mundo y observar los lugares que EEUU va ocupando o controlando tanto en tierra como en mares y ríos. Cómo van tendiendo un cerco estratégico sobre Rusia y lo mismo intentan hacer con China. Cómo ahora van ocupando Yemen, que tiene petróleo y gas y geográficamente tiene un gran valor estratégico. Las bases militares en Colombia, en el Caribe y los centenares de bases que han distribuido por el mundo entero, las que no solo tienen significación militar y estratégica, sino también representan una fuente de negocios y transacciones de distinto tipo, incluido el tráfico de drogas.

Cómo van convirtiendo a la OTAN, en un centro para desplegar fuerzas intercontinentales, pues EEUU sabe perfectamente que no está en condiciones de movilizar el número de soldados necesarios ni de financiar el costo total de esa movilización. Es lo que están haciendo con los treinta mil hombres que van movilizando hacia Afganistán. Los están reclutando por el mundo entero y obligando a gobiernos vasallos a pagar los costos de la movilización.

Las agresiones y las guerras continuarán, a menos que las fuerzas por la paz se fortalezcan y tomen la iniciativa para detener la guerra que avanza destruyendo al planeta y a la humanidad, como una de las condiciones para sostener a la economía estadounidense y en general al Sistema Capitalista Mundial.

Segunda parte (próxima entrega):


Dos grandes corrientes van polarizando los conflictos mundiales

Hay dos grandes corrientes que se vienen enfrentando en el mundo a través de un proceso sumamente complejo, que no resulta fácil sistematizar y resumir sin correr el peligro de simplificaciones que no aclaren suficientemente los conflictos, contradicciones, continuidades y discontinuidades de un movimiento de la historia que aún está definiendo sus perfiles y su rumbo. En líneas generales esas dos corrientes son: Por una parte, la ultraderecha fascista y su “solución final” y por otra, una corriente que lucha por la democracia, la soberanía, la coexistencia pacífica y la Multipolaridad.



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Julio Escalona


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