Necesitamos una Revolución organizativa

No podemos construir el SOCIALISMO, con un aparato público del Capitalismo (III)

La Administración Pública Nacional (APN), generalmente es un monstruo de mil cabezas, que controla lo que no debe y no controla lo que debe.

En las entregas anteriores sobre la necesidad de realizar una “Revolución Organizativa”, planteo primero sembrar la semilla de la innovación(Parte II) en el colectivo que presta sus servicios en la administración pública local, regional y nacional, lo cual es un insumo para definir el estado que queremos (Parte I), es decir, qué juego social queremos jugar, en el marco ideológico y político de la revolución bolivariana; además, es un buen ejercicio que ayuda a la construcción de un nuevo modelo para producir conocimientos, a partir del soberano, en libertad y los más alejado posible de los esquemas burocráticos tradicionales en los que se han desarrollado propuestas organizativas hasta ahora fracasadas.

Si la “Revolución Organizativa” se impone desde afuera, el fracaso será inevitable, ya que, una organización que aspira hacer revolución, debe desarrollar la capacidad endógena de auto modernizarse colectivamente.

El Estado transitorio que queremos, plataforma de combate para pulverizar progresivamente el estado burgués, orientará el paso siguiente, que implica definir la variedad y tipos de organismos públicos necesarios y suficientes, y luego el número de estos y su estructura desde una visión integral e integradora. Estos pasos serían insuficientes si luego no definimos las cantidad y calidad de los Sistemas de Alta Dirección (conformación de la agenda del gerente público, procesamiento tecno político de problemas, planificación estratégica pública, gran estrategia, presupuesto por programas, petición y rendición de cuentas, monitoreo de gestión, gerencia por operaciones y centros de entrenamiento).

Sobre los Sistemas de Alta Dirección, dejaré planteadas a continuación, un conjunto de interrogantes, esperando que generen alguna reflexión e indagación sobre un aspecto vital, que por razones de espacio no se puede tratar en un artículo de opinión.

Sobre la agenda del gerente público: ¿Quién debe elaborar la agenda de un gobernador, un alcalde, un presidente de una Corporación o empresa pública?, ¿Un asistente incapaz de discernir entre lo urgente y lo importante, como por ejemplo la construcción del poder popular? ¿Un asesor que desconoce la situación objetivo de la gestión y por lo tanto, lo desvía con reuniones vacías y acciones intrascendentes?, ¿Un planificador tecno político que conoce la dirección y resultados esperados de la gestión revolucionaria?; sobre los problemas: ¿Esperamos que los problemas nos agobien? ¿Los procesamos tecno política y oportunamente?; con relación a la Gran Estrategia: ¿Todos conocen y empujan en función de la gran estrategia?; al referirnos a los Métodos de Planificación: ¿Aplicamos Planificación Estratégica Pública, o seguimos con métodos de planificación que solo producen generalidades imposibles de monitorear con base en escenarios? ¿Seguiremos con sistemas de planificación incapaces de otear la crisis probables, como por ejemplo la bancaria; sobre el Sistema de Petición y Rendición de Cuentas: ¿Seguiremos con sistema de irresponsabilidades en donde nadie pide, ni rinde cuentas a nadie?, la Capacidad de Gobierno: ¿Cuál es el centro de entrenamiento tecno político e ideológico de un futuro estado revolucionario y transitorio?; Sistema de Gerencia por Operaciones ¿Diseñamos operaciones con su responsable, viabilidad, estrategias y costos capaz de minimizar causa claves de problemas prioritarios o atacamos generalidades?

Definidos los sistemas de alta dirección, se hace supremamente necesario resolver uno de los grandes problemas de la revolución, el problema comunicacional, por lo tanto, debe existir la administración estratégica de los actos de habla, imágenes y data. Cuando hablamos envestidos de algún cargo o autoridad gerenciamos, ya que, impartimos directivas, realizamos afirmaciones, emitimos opiniones y efectuamos compromisos; si todas estas acciones intangibles las realizamos mal, obtendremos malos resultados. Si nadie le hace seguimiento a los actos de habla que emitimos, fundamentalmente las directivas y compromisos las sorpresas pueden ser de altísimo impacto, negativo o positivo; recordemos una frase, “..Por ahora..”, en cuyo contexto sembró en un colectivo la esperanza de un pueblo y el inicio de la transformación de un país.

Finalmente, cuando me refiero al procesamiento tecnopolítico de problemas, estoy haciendo referencia a la necesidad de priorizar colectivamente los problemas, determinar sus señales o síntomas, causas y consecuencias, sus condicionantes históricos, determinar sus nudos críticos y sus relación con otros problemas del entorno que lo rodea. ¿Cuántos gerentes públicos en el nivel local, regional o nacional saben procesar un problema?, creo que muy pocos, es más fácil aplicar un diagnóstico FODA, propio de la Planificación Corporativa, asumiendo que la cosa pública es una corporación, por cierto, las corporaciones representan en el planeta los instrumentos fundamentales del capitalismo.

Nadie en el marco del proceso revolucionario duda de la necesidad de una “Revolución Organizativa”, el proceso revolucionario, en términos de estructura organizativa está montado en una bicicleta estacionaria (Aparato Público Nacional), entre más pedalea menos avanza, necesitamos cambiar radicalmente la bicicleta, he aquí el esquema aún inacabado de una propuesta teórica y metodológica, quien tenga otra que plantear, fuera del marco de las fracasadas debemos someterla al sano debate que debe caracterizar a los que aspiramos obtener el difícil título de revolucionarios.



lazaroroger@gmail.com


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Roger Lázaro


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