Necesitamos una revolución organizativa (Parte II)

¿Podemos construir el socialismo con el aparato público del capitalismo?

El Aparato Público Nacional (APN), requiere una revolución organizativa, es imposible construir el socialismo con instrumentos organizativos y funcionales diseñados por el capitalismo para su perpetuación. No podemos seguir durmiendo con el enemigo. Un triangulo de acero inoxidable se opone silenciosa y efectivamente a una revolución organizativa y los férreos vértices de ese triangulo son: las estructuras mentales, la micro prácticas de trabajo y las estructuras organizativas (pienso de una manera, actuó diariamente conforme a ello y así mismo me organizo). Ese triangulo está presente en todos los rincones del APN, por eso, en espacios importantes del Ejecutivo Nacional, así como, Gobernaciones y Alcaldías, se está conforme con teorías y métodos de planificación de dudosa potencia, procedencia y contexto ideológico. ¿Por qué nadie cuestiona el FODA, como herramienta diagnóstica en la cosa pública? ¿Quién puede creer que el estamento público es una Corporación? NO FODA...¡

Siguiendo un consejo de un dilecto amigo, realizaré un esfuerzo en expresarme en un lenguaje más sencillo y menos técnico. En el artículo pasado quedamos en la exposición del primer paso que nos puede llevar a una revolución organizativa, decíamos entonces, que debemos comenzar por definir colectivamente y con método, el estado que queremos. Antes de avanzar en los pasos siguientes, se hace necesario crear condiciones sociopolíticas para ello, lo cual implica sembrar la semilla de la innovación bolivariana, capaz de quitarles algunas astillas al triangulo de acero, en ese sentido, se promueve un debate colectivo, pero no solo un bochinche mediático, no, es con método, ya decía el Maestro Carlos Matus Romo, “Sin método no se puede gobernar”; allí en ese debate colectivo debemos respondernos las siguientes interrogantes:

¿Puede la administración pública, mejorar la producción, su calidad, oportunidad y confiabilidad del mismo producto y servicio reduciendo la brecha de necesidades no atendidas?. En este caso, no cuestionamos el producto, tampoco lo hacemos con las necesidades, por lo tanto, estamos en el primer nivel de innovación.

¿De qué otro modo podemos atender la necesidad?, en este caso, cuestionamos lo que producimos, mantenemos la posibilidad de la satisfacción de la necesidad, estamos entonces en un segundo nivel de innovación. Por ejemplo, ¿De qué otro modo podemos generar mejores resultados en el combate contra la inseguridad más allá de los operativos en donde solo participan los cuerpos de seguridad del estado?

¿Tiene vigencia la necesidad atendida?¿Cómo puede ser sustituida?, estamos entonces en un tercer nivel de innovación. Como por lo general, no consultamos a la gente sobre sus necesidades reales, permanente generamos operaciones sobre necesidades que no existen, o no son prioritarias en un momento dado, a veces la gente dice, prefiero las cloacas y el agua antes que la vialidad interna; no le paramos, hacemos la vialidad, luego la rompemos para la acometida de cloacas y agua, y luego dejamos la calle rota, la cloacas desnudas y el agua no llega, además no damos ninguna explicación.

Lo más probable es que muchas instancias locales, regionales y nacionales, cuando se les plantea un debate para discutir estas interrogantes, respondan que no tienen tiempo para esas cosas, y yo les digo por anticipado, que aprovechen esa oportunidad o sigan con su rutina intrascendente que ocupan el lugar sus fines estratégicos; incluso, algunas instancias son tan ineficientes que se cierran durante un mes para realizar el debate y no pasa nada.

Por lo general, en el mejor de los casos, en la administración pública nacional, no se trasciende el primer nivel, el tipo de producto se congela y la cantidad, calidad y oportunidad se entregan a la inercia. Da lo mismo cumplir la meta del número de casas en un año, que en diez, nada ocurre, el déficit se multiplica y el gobierno se desgasta por falta de resultados.

En una última entrega sobre el tema, abordaré el resto de los pasos que para una revolución organizativa planteó el Dr. Carlos Matus Romo. Un agradecimiento a las 120 personas que tuvieron la oportunidad de leer el artículo anterior sobre este tema, espero que luego de la tercera entrega podamos generar un debate donde se involucren más compatriotas. Necesitamos una planificación tecno política, como herramienta de gobierno, y no como una instancia solo para el ritual del plan libro, que solo sirve para solicitar el presupuesto y que luego se desempolva solo para presentar el llamado “informe de gestión”; por cierto, un mamotreto que nadie lee, que es analizable por kilogramo y no por contenido, muy bueno para levantar la altura de la mesa cuando estamos realizando una presentación, hasta ahora no le he encontrado una utilidad decorosa. O algunos planes operativos, que solo tiene un par de defectos, ni son planes, ni son operativos.

(*) Ing.

lazaroroger@gmail.com


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Roger Lázaro (*)


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