El Leander, Miranda, los expedicionarios y la historia como elemento liberador de los pueblos

 En estos días decidí aprender a pasear de nuevo por Caracas, a recorrerla, a sentirla y a amarla. Caminando llegue al Boulevard de Sabana Grande y allí me tropecé con un monumento (el único hasta ahora en Caracas) dedicado a Miranda y sus expediciones, hecho por la Alcaldía Metropolitana. La historia nos enseña cómo las palabras de Berthold Brecht; aquellas que hablaban de los hombres buenos, de los mejores y de los imprescindibles, sirven para exaltar las luchas del pueblo. Así; únicos e imprescindibles fueron este grupo de expedicionarios libertarios que vinieron con Miranda en 1806, y a los que la mezquindad de ciertos historiadores acartonados y “Académicos” han decidido olvidar.

Todo ocurrió en las primeras horas del día 28 de abril de 1806, cuando tres embarcaciones de poco calado se acercaron a las costas de Ocumare, en Venezuela. En una de ellas, el Leander, viajaba el Precursor Francisco de Miranda, quien comandaba una expedición de aproximadamente 100 hombres. Esta experiencia había comenzado meses antes en el puerto de Nueva York. Allí Miranda, después de muchas diligencias, logró conseguir que algunas personas influyentes costearan la aventura emancipadora. Finalmente el Leander, zarpó del puerto norteamericano el 2 de febrero de 1806, para que luego se le unieran las goletas Bee y Bacchus.

Miranda intentaba realizar una invasión a Tierra Firme, comenzado probablemente por Ocumare de la Costa. Ésta fue descubierta por los buques españoles Argos y Celoso, que patrullaban las costas. A eso de las 6:00 am, el Leander y las dos goletas comenzaron con el combate naval, teniendo todas las de ganar los buques guerreros españoles. La Bee y la Bacchus fueron capturadas y la tripulación de ambas goletas fue hecha prisionera y trasladada a las mazmorras del Castillo de San Felipe en Puerto Cabello. El Leander, con Miranda a bordo, pudo escapar milagrosamente.

El 12 de julio de 1806 se emitió la sentencia; muerte por horca a los 10 oficiales principales, para luego desprenderle la cabeza y exhibirla en distintos parajes de la geografía venezolana. Esto como medida de escarmiento y recordatorio de que ningún otro paisano osara discutir su mandato; el resto de la tripulación fue enviada a cumplir su condena en distintas prisiones de América. La orden de ejecución fue llevada a cabo el 21 de julio, es decir, 9 días después. Los condenados a muerte fueron: el Primer Teniente Miles Hall; el oficial Jhon Ferris; el Mayor Thomas Donahue; el Capitán de la Bacchus, James Gardner; el Teniente Francis Ferguson; el Capitán Thomas Billops; el Teniente Paul George; el Capitán de Caballería Gustavo Bergood; el Teniente Daniel Kemper y el Teniente Charles Jhonson. Francisco de Miranda, lejos de cesar en su empeño de convertir a América en un territorio libre, se hizo de refuerzos e invadió a Venezuela por la ciudad de Coro algunos meses después. El primer acto ejecutado al tocar tierra, fue el arriar la bandera del reino de España y sustituirla por el tricolor de la libertad; la bandera del amarillo, azul y rojo. Esta acción constituyó, a nuestro juicio, una especie de venganza del honor de sus compañeros caídos por las manos imperiales hispanas.

En los barcos de Miranda venían alemanes, rusos, polacos, portugueses, norteamericanos, franceses, italianos; todos siguiendo al Precursor en su idea de construir la Patria Grande desde México a la Patagonia. Tal como ocurrió en la Guerra Civil española de los años 30, infinidades de nacionalidades se fundieron para luchar por la libertad y la revolución. Este ejemplo de entrega y sacrificio se ve recompensado hoy, tanto en América como en el resto del mundo, cuando los pueblos se levantan contra el imperio moderno; los Estados Unidos y las transnacionales. ¡En Francisco de Miranda nos encontramos todos!



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