Patente de corso “revolucionaria”

El libre tránsito es un derecho consagrado constitucionalmente (Artículo50) que muchos ciudadanos vulneran ejerciendo un derecho a su vez constitucional, como lo es el de manifestar. Al margen de que la protesta sea justa o injusta no deja de ser una contrariedad para todos aquellos que debemos transitar libremente.

La avenida Universidad es hoy en día una de las mejores opciones para crear el caos en la ya caotizada ciudad de Caracas, todos los que quieren ejercer su derecho a la protesta, sin importar el tamaño de la concurrencia (en la mayoría de los casos, mínima), terminan sus reclamos en la esquina de San Francisco, razón lógica por demás ya que se encuentran las instalaciones de la Asamblea Nacional. Días preferidos, los que se reúnen los asambleístas.

No hay dirigente de sindicato alguno a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional que no conozca la precitada esquina de San Francisco, todos sus sueños se centran en que algún día llenarán la Av. Universidad con alguna protesta por reivindicaciones laborales, o simplemente, por joderle un poco la paciencia a los miles de ciudadanos que la transitan. Creen que sus protestas legítimas o no, serán escuchadas por los parlamentarios y por consiguiente, solucionadas (los más ilusos).

La moda revolucionaria y no revolucionaria

Como toda novedad, algunos “revolucionarios”, sobre todo aquellos que tienen la manía de pensar que los sindicatos son fuentes de privilegios, hoy creen poner de moda la compra de empresas (quebradas, saboteadas, o simplemente, cerradas) por parte del Estado venezolano, para que los vivos (sindicaleros, o sea, vividores de oficio) creen una cooperativa y que el Estado venezolano les entregue dicha empresa para que ellos sean a bien, quienes la administren. ¡Viva la revolución bolivariana! ¡Viva el comandante Chávez! ¡Viva el Socialismo!

Para ellos lo primero que deben hacer, es generar el caos, después, alquilar algunos autobuses para que los trasladen a Caracas (si son del interior de la República), cerrar la Av. Universidad, sin dejar de llegar a la esquina de San Francisco (hay que dejar un documento en la Asamblea Nacional para que conste el heroísmo y carácter revolucionario de las demandas) y, por último, tirarse una paradita en el Ministerio del Trabajo. Hoy más que nunca, después del nombramiento de Roberto Hernández. Olvidaba, hay que solicitar una audiencia al Presidente a través de globovisión, que no pela una de esas concentraciones por pequeña que sea.

Hay que resaltar que, para algunos que siempre vienen a joder, como son “los manitos blancas”, es una quimera la esquina de San Francisco. No así para las asociaciones varias (vecinos, empanaderos, motorizados, caninas, aquellos que luchan porque liberen a la ballena Willy y cuanta cosa asocie a más de tres personas) el objetivo final: “la esquina de San Francisco” y la entrega de un documento en la Asamblea Nacional. A veces sueño de que la Asamblea Nacional estuviese en los esteros de Camaguán.

Las protestas son el pan nuestro de cada día en tiempos de Revolución. Hoy la cosa es papita, todos quieren manifestar ¡de bola! la policía no reprime, por el contrario, son benevolentes, complacientes, cuidan los derechos humanos de los manifestantes, no hay represión (muy “parecido” a la cuarta república).

Las protestas más pintorescas son aquellas que denuncian la falta de libertad de expresión, hecho paradójico, están protestando, pero no hay libertad de expresión, agraden, insultan la Majestad presidencial, vociferan toda clase de sandeces, pero esta dictadura les niega sus derechos. ¡Vaina tan buena, carajo!

Ahora bien, volviendo al tema, los sindicatos, en su mayoría identificados con este proceso, son los más contradictorios, muchos disfrazados con franelas rojas, luchan por algunas reivindicaciones de carácter laboral, para ellos lo esencial es recibir las mejores condiciones laborales, independientemente del resto de la población. Son ellos (dependiendo del sindicato), los más importantes en el sector productivo del país y por ende, es justo y necesario que reciban más privilegios que los demás. De no cumplirse sus demandas, entonces denigran del proceso político que vive nuestro país, atacan a la Revolución. No hay principios, no hay conciencia, sólo prevalece la condición individualista inoculada por el capitalismo por más de cuarenta años. Claro, antes no echaban tanta vaina como ahora.

El problema es más complejo de lo que parece, hoy existen más de 5 agrupaciones, movimientos, o federaciones bolivarianas de trabajadores que se dicen apoyar este proceso político, pero sus contradicciones son de tal magnitud que no les permite unificarse en una sola. La clase trabajadora marcha dispersa, parcelados en posiciones que no se ajustan a los nuevos paradigmas de este proceso integrador que lidera nuestro comandante Chávez. Aquí se mutan, crecen, se desarrollan, se trasfieren y prevalecen los intereses individuales a los colectivos y se exalta en la BURROCRACIA (gracias hermano) sindical, que no les permite ver con claridad el norte de este proceso. La conciencia revolucionaria es sólo descrita para apoyarse en un discurso. Todos son “revolucionarios”, en su mayoría ya dejaron de ser adecos y copeyanos, hoy proclaman el marxismo-leninismo y aseguran que la clase obrera es la fuerza motriz de toda revolución., les bastó leer el Manifiesto Comunista de Marx, y predicar que son parte del nuevo modelo de hombre y mujer que necesita la patria. La vaina da hasta risa, pero el tema es serio.

No hay patente de corso ni doctrina del chantaje que valide el discurso revolucionario, por consiguiente, no se pueden aceptar acciones que atenten contra los derechos de TODOS, como el libre tránsito. La protesta, por muy legítima que pueda ser, pierde su esencia cuando va en contra de la totalidad. Es necesario ir de lo simple, a lo complejo, de lo particular, a lo general, entendiendo que toda protesta no puede contravenir las normas constitucionalmente establecidas. Creo firmemente que, antes de luchar por reivindicaciones, debemos UNIFICAR el discurso y la manera en que estamos organizados, donde la cohesión de pensamiento y acción sea cónsona con el discurso revolucionario y con las motivaciones que guían a este proyecto político, de lo contrario no podremos alcanzar nuestros objetivos verdaderos, no podemos luchar sólo por reformas. Se apoya firmemente el derecho a manifestar, pero no se puede convalidar la distorsión en el método que se utiliza para protestar.

NO HAY NADA MÁS EXCLUYENTE QUE SER POBRE.

Patria, Socialismo O muerte…
Venceremos.
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Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

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