El capitalismo solidario de Emeterio Gómez ¿que será eso?

“El capitalismo solidario” es el último libro del Profesor Emeterio Gómez, según lo que me enteré en un programa de Aló Ciudadano en Globovisión en el cual entrevistaban al insigne autor. Debo confesar que no he leído el libro del Profesor Gómez, pero el título tan solo, ya me permite alistar unos cuantos dardos envenenados. También, las escuetas palabras del autor, señalando que él se encontraba en la ruta de contribuir teóricamente a la adopción por parte del sistema capitalista de un conjunto de valores morales que lo hicieran menos salvaje y más humano, me compelen a hacer algunos comentarios.

Creo que el título elegido para este libro es del todo infeliz, hablar de un capitalismo solidario me hace pensar de inmediato en la atribución de una característica al capitalismo que no puede tener, simplemente porque se desnaturalizaría, sería cualquier cosa pero no capitalista. Quienes se muestran a favor del sistema capitalista, están de acuerdo en un conjunto de premisas que no tienen discusión y que son la base fundamental de dicho sistema. Por una parte, tenemos la propiedad privada de los medios de producción como un principio irrenunciable; por otro lado nos encontramos con la competencia como el medio más eficaz de interacción entre los agentes económicos, capaz de producir crecimiento de la riqueza y mayores niveles de productividad y eficiencia; el egoísmo como base de la conducta del individuo y la obtención del máximo beneficio económico, que de una manera casi mágica hace que los individuos (los empresarios) procurando su propio beneficio logren el mayor beneficio para la sociedad.

Como podemos observar, las características intrínsecas del capitalismo que lo definen como tal, no tienen nada que ver con la solidaridad. La competencia como motor económico tiene que dar lugar a la existencia de ganadores y perdedores, no conozco una competencia que de lugar a sólo ganadores. En este contexto, la solidaridad sólo puede expresarse en términos de premios de consolación para los que pierden, es decir la solidaridad adquiere más bien el rostro de la caridad.

Ahora, el Profesor Gómez pareciera ser que quiere que los capitalistas absorban un conjunto de valores morales que los haga más sensibles y que dentro de sus cálculos económicos y su afán de búsqueda del lucro económico abran sus corazones a la justicia social. Esto me huele a plantearnos el paradigma de la creación del “capitalista nuevo”, algo así como la creación del “hombre nuevo” del Che Guevara en el marco de una sociedad socialista. En otras palabras, se trata de buscar en lo ideológico la resolución de un problema económico, es decir, una mejor y más justa distribución del ingreso entre empresarios y trabajadores. Creo que sin darse cuenta, el Profesor Gómez sigue los pasos del Che Guevara, sólo que lo hace con el fin último de conservar el sistema capitalista, admitiendo que un capitalismo salvaje y sin freno conducirá a niveles cada vez más grandes de separación entre ricos y pobres, y tarde o temprano, a estallidos sociales que hagan temblar las bases del sistema en cuestión.

Pienso que tanto el Profesor Gómez como el Che se equivocan al creer que las condiciones materiales y objetivas en las cuales se dan las relaciones sociales de producción puedan alterarse por un proceso de ideologización. Son las condiciones reales en las cuales el individuo se encuentra lo que crea su nivel de conciencia y no al revés.

Como me dijo un amigo empresario una vez, “Yo pagaría mejor a mis trabajadores y no evadiría impuestos, si mis competidores lo hicieran, pero si yo solo lo hago y los demás no, ellos estarían en mejores condiciones y a la larga no podría competir y quebraría”. En definitiva, son las relaciones de competencia existentes y la necesidad de maximizar la ganancia no sólo para el enriquecimiento personal, sino para reinvertir y estar siempre tecnológicamente en la cresta de la ola lo que induce a los empresarios a comportarse como depredadores. En base a lo anterior, no habrá lavado de cerebro solidario y justiciero que valga que modifique la conducta de los capitalistas mientras la competencia sea la norma del juego económico.

Y hablando del “hombre nuevo” del Che, pareciera ser que en la U.R.S.S, 70 años de ideologización no fueron suficientes para el feliz alumbramiento del hombre nuevo, ni tampoco los más de 40 que han pasado en Cuba desde el triunfo de la revolución, “hombres con mentalidad vieja”, la mayoría nacidos en la Revolución, siguen desertando en balsa o en las competencias deportivas adonde van.

El capitalismo puede tener un rostro más humano sin duda, pero esto no se logrará por la adopción de una ideología humanitaria de los capitalistas. De hecho, hay empresarios que sin duda alguna tienen un corazoncito y dedican millones de dólares de sus fortunas para ayudar a los pobres, como es el caso de Bill Gates, pero esta conducta suya corresponde a su faceta de ciudadano adinerado con sensibilidad social, pero en su faceta de empresario del software, sus prácticas comerciales con sus competidores son despiadadas y poco éticas, y con respecto a los consumidores, casi una estafa, cuando saca al mercado con plena conciencia, versiones de software con graves errores, simplemente para adelantarse a la competencia..

El capitalismo salvaje puede ser refrenado, pero esto tiene que darse por la fuerza, no por una campaña misionera buscando la conversión de la mentalidad capitalista en una más humana, generosa y solidaria. ¿Ahora, que ente puede tener la fuerza para ponerle el cascabel al gato? No creo que haya otro que no sea el Estado, el cual tampoco tiene todos los recursos para doblegar al sistema capitalista y por tanto, su acción tiene límites. Además, creo que el Estado básicamente tiene más posibilidades de control en la esfera de la distribución de la riqueza por la vía del cobro de impuestos, que en la esfera del control de la producción y el mercado. Como ejemplo, podemos observar lo inoperantes que son las leyes antimonopolios en casi todas partes.

En efecto, las medidas antimonopólicas suelen ser poco efectivas porque tratan de poner restricciones a una característica inherente a la naturaleza del sistema capitalista; la tendencia a la formación de oligopolios y monopolios. La competencia en el mercado se da en un contexto muy alejado de la proposición teórica de competencia perfecta, ésta en la práctica, se da en situaciones de desventaja para muchos, el pez grande se come al chico. La ilusión de cualquier empresario no puede ser otra que disponer de un mercado cautivo sin ningún competidor. En estas circunstancias, el precio es fijado por el productor único en función del margen de beneficio deseado, para lo cual restringe la producción y crea cierta escasez artificial. No sólo aquí en Venezuela se han escuchado denuncias de productores que arrojan la leche a los ríos para que el precio no baje, o que dejen podrirse alguna parte de la cosecha para no crear una sobreoferta.

En síntesis, creo que es posible convivir con el capitalismo, siempre y cuando dispongamos de un Estado de bienestar social que promueva la iniciativa privada pero que sea capaz de aplicar un conjunto de medidas que permitan redistribuir la riqueza, un Estado que promueva y proteja las empresas de propiedad social surgidas en la base de las comunidades como un medio para generar y distribuir la riqueza de una manera democrática y en función del trabajo aportado.

La tesis esgrimida por el Profesor Emeterio Gómez me parece poco realista e inconsistente, sin menoscabo del respeto que me merece como profesional, a quien conocí personalmente en la UCV cuando fue mi profesor. Por cierto, eso ocurrió a finales de los 70, época en la cual el Profesor Gómez rompió con el marxismo, lo que le acarreó un acoso y rechazo en la comunidad universitaria desde todo punto de vista criticable. En más de una oportunidad, me vi envuelto en discusiones muy ácidas, en las que defendí su derecho inalienable a ejercer su libertad de pensamiento.

htorresn@gmail.com



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Hernán Torres


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