El factor que representa o lidera la señora MCM, tiene una meta clara, establecida, la de deshacerse del gobierno, sin discriminar en el cómo, contando para ello, "por los momentos", con el respaldo del gobierno de Trump. Se fundamenta en que, el 28J hubo un fraude que desconoció la victoria del candidato que compitió en sustitución suya. Es decir, según su diagnóstico, el gobierno es ilegal. Pero, al margen de esto, hay otros asuntos que fundamentan su concepción y actuación.
Para cualquier gobierno estadounidense y particularmente el de Trump, los principios, como legalidad, valores humanos, paz, derechos, democracia, no cuentan. Si algún país se le puede considerar, desde el fondo de la historia, como ajeno al respeto de la soberanía de los pueblos del mundo y los llamados principios democráticos, es al gigante del norte. Basta averiguar someramente en la historia de América Latina, para constatar que, ese país y sus fuerzas económicas, diplomáticas y militares, se dedicaron siempre a "plagar" a América Latina de dictaduras. Todos los tradicionales regímenes de ese carácter habidos en nuestro espacio, derivados de golpes de Estado, han tenido la marca y sello del Departamento de Estado de ese país. El último golpe, cuando creíamos esa opción superada por los cambios habidos, se dio en Honduras para destituir a Manuel Zelaya. Y para nada es un secreto que, desde el año 2000, salvo algunos instantes y oportunidades, los gobiernos de EEUU estuvieron interesados en destituir a Chávez y luego a Maduro por la vía violenta. Ahora mismo, Marco Rubio, Jefe del Departamento de Estado del gobierno de Trump, descaradamente se jacta de haber intervenido ilegalmente en Venezuela para rescatar unos asilados, afirmación aparentemente pertinente, pero que revela su espíritu y disposición. La experiencia libia es una evidencia y experiencia de mucha locuacidad.
Es decir, en la Casa Blanca no hay autoridad moral para decidir la pertinencia, legalidad o no de ningún gobierno, nunca la ha habido; su proceder se sustenta exclusivamente en su conveniencia; tanto que las dictaduras, como las de Pérez Jiménez, Videla o Pinochet, fueron puestas y sustentadas desde allá. Su meta e ideal, está en gobiernos que le den carta abierta.
No obstante, dada que la vida es demasiado rica, cambiante, tanto que, en veces suele sorprender, dije arriba que, "por los momentos", en la Casa Blanca pudiera prevalecer la idea de retomar la vía violenta, antes intentada, para deshacerse del gobierno de Maduro. La confusión generada el 28J, que dio fundamento a la versión de fraude electoral, alcanzó resonancia hasta mundial, tanto que, en América Latina, gobiernos como el de Boric, en Chile, Lula en Brasil y Petro en Colombia, por sólo nombrar estos, asumieron una actitud frente al gobierno de Maduro en coherencia con ella.
Trump y hasta la señora Kamala Harris, cualquiera de ellos dos que ganase la presidencia, según los análisis más generalizados y sensatos, tomando en cuenta las circunstancias del modelo económico, la coyuntura mundial, envuelta en el debate por la multipolaridad y lo inherente al negocio petrolero, vendría en disposición de remendar, por lo menos, las relaciones con Venezuela, aunque Maduro resultase electo. Pero lo dudoso de los resultados o la imposición de una versión de ese carácter, fortaleció las tendencias más radicales, en este caso, la aparentemente liderada por Marco Rubio. Y ello dio, de nuevo, sustento a la idea de deshacerse del gobierno de Venezuela por la vía que les parezca pertinente, en este caso, la ajena a la legalidad, dado que Maduro, según el veredicto dado por el CNE y convalidado por el TSJ, fue electo presidente. Lo que quedó formalmente legalizado cuando, quienes defendían la victoria del señor González, no acudieron con sus pruebas a esos organismos a defender su causa, lo que es suficiente para descalificar e invalidar sus reclamos.
Para deshacerse de Maduro antes del tiempo, según la legalidad venezolana, habría que esperar se den las condiciones determinadas en la Constitución Bolivariana, que se cumpla la mitad del período y se apele al referendo revocatorio.
Quienes se declaran radicalmente contrarios al gobierno tienen dos opciones y dos fines. Pueden optar por participar en todas las elecciones venideras, como las convocadas para mayo, porque eso les permite, si actúan con pertinencia, claridad de miras y sentido táctico y estratégico, ganar espacio en la opinión pública, sumar adeptos, dentro de la enorme inconformidad que hay en el país, llegar a sustantivas y reales alianzas para el cambio y alcanzar plazas en el aparato del Estado, de mucha sustantividad, como la AN; las calamidades, privaciones, existen, pero también los espacios y resquicios para participar. Aparte que, eso abre oportunidad para unir fuerzas, en medio de la disgregación irracional e injustificada existente. Y eso es necesario y posible dado que, tienen mucho en común, como poner fin a esa obstinada separación por definiciones o diagnósticos equivocados.
Entonces, hay la opción de la participación electoral para unir fuerzas, hasta bastante progresistas, que pudieran llevar a la consolidación de un bloque más o menos sólido para continuar la lucha por el cambio sin hacerle concesiones a las fuerzas ajenas al interés nacional; bloque necesario para mantener el equilibrio. Pues lograr una representación sustantiva en la AN y, hasta una composición distinta de ella, pudiera servir de sustento para cambiar muchas cosas. Para lo que habría de cuidarse no caer en los errores garrafales de la oposición en los tiempos de Guaidó. La abstención del factor liderado por la señora Machado, abre un enorme espacio a sectores progresistas, justificadamente inconformes, para liderar fuerzas que demandan orientación adecuada en función de sus intereses, del país todo y, sobre todo, ayudarles a encontrar la senda, camino y sus aliados pertinentes. Lo otro es dejar, en manos de sus enemigos históricos, de clase, el liderazgo popular y en base a una estrategia peligrosa y, de hecho, antinacional. Y hasta se podría decir, por lo menos, para ser cuidadosos que, con eso, sin quererlo, a esta, fortalecen.
Pues del otro lado, está la opción y fines de quienes, aliados con el capital y fuerzas externas, interesadas en someter el país a sus dictados para hacer y deshacer de nuestros recursos según su conveniencia, que llaman a la abstención para generar un caos y abrirles espacio a procederes ajenos al interés nacional, empezando por la paz y la disposición de nuestros recursos estratégicos.
Parece infantil que, factores progresistas, "revolucionarios", como gusta a muchos llamarse, opuestos, según ellos mismos y como lo indica el proceso histórico, de manera radical, al "imperialismo" y sus aliados internos, opten por un diagnóstico estereotipado y acorde justamente con los intereses de estos, sus "contrarios históricos". Si de algo supo y sabe, quien esto escribe, es acerca del manejo inadecuado de las contradicciones entre fuerzas que pudieron haberse unido y no lo lograron, por anteponer emociones, diagnósticos convencionales y de caletre ante el movimiento real y las exigencias en beneficio del interés colectivo.
En la década del 60 en adelante, las fuerzas organizadas alrededor del PCV y MIR y luego los nuevos partidos surgidos de las divisiones de estos, asumieron la abstención, de manera deliberada, por haber optado por la lucha armada para acceder al poder, bajo la ingenua creencia que, eso no sólo era posible, un "coger mangos bajitos", sino la vía adecuada para, de inmediato "construir el socialismo", tal como lo concibieron los cubanos, actuando bajo la inspiración soviética. Es decir, aquellas fuerzas y sus vanguardias, tuvieron un proyecto, una estrategia, equivocada o no, pero la tenían. Y entonces, teniéndolo, no había otro cosa que hacer sino ponerlo en práctica. Llevarlo a cabo suponía un trabajo dedicado a fortalecer las fuerzas pertinentes. Pero aparte de la errada percepción estratégica que diseñaron, también erraron en lo de mantenerse distanciados, viéndose unos a otros como ajenos. Es decir, en lo táctico.
Ahora, quienes hasta siguen pensando en el socialismo como una opción a corto plazo, inspirados, según muchos de ellos, en los discursos, propuestas y planes del comandante Chávez y, otros, simplemente fortalecidos o revividas sus esperanzas por lo mismo, se plantean en lo inmediato, ante el llamado a elecciones para mayo, la opción de la abstención. Se fundamentan en la existencia de un "vacío legal", dicho así, por quien esto escribe, de manera convencional. Para ellos, no vale la pena participar, dado que, eso convalidaría al gobierno o daría sustento a lo decidido por el CNE y TSJ con respecto a las elecciones del 28J. Al parecer, se quedarían sólo mirando el acontecer sin plan alguno.
He leído unas declaraciones de un factor, definido históricamente como de la izquierda que, para justificar su decisión abstencionista, ha dicho que, las elecciones venideras "no son democráticas".
¿Cuándo lo han sido las elecciones dentro del modelo de sociedad existente en Venezuela, desde los años posteriores a la independencia y la Guerra Federal? Si una cosa ha caracterizado el discurso de ese universo a nivel mundial, es la definición de los procesos electorales, en los modelos capitalistas, como nada democráticos, dadas las desventajas derivadas de la desequilibrada distribución de los poderes determinantes, incluso y con rango, el de aquellos llamados "poderes fácticos".
La anterior pregunta nuestra envuelve un viejo concepto derivado de los diagnósticos de la democracia burguesa representativa. Y al hacerla, es bueno recordar que, pese eso, el comandante Chávez, por haber aprovechado una particular coyuntura y diseñado una estrategia unitaria, logró derrotar a las fuerzas políticas que entonces dominaban en Venezuela. Y lo logró, pese las dificultades, desventajas y maniobras de los partidarios de la democracia burguesa, incluso en pleno desarrollo del proceso electoral. Parece un discurso infantil, que una fracción política, en buena medida heredera de viejas luchas y de la idea de lo que significan las elecciones en sociedades como en la que ahora vivimos, haga alegatos desestimados en el pasado, dado que están obligadas a asumir la realidad y no plantearse condiciones ideales.
Pasan por alto, además, quienes de esa manera diagnostican y deciden, que no están en capacidad, por sí solos y con su actitud, de impulsar un cambio sustantivo que siquiera roce con sus intereses ni pase por sus espacios. Es más, estarían negándose la oportunidad de participar en un debate, donde dada las cosas, como la relativa al salario, por sólo nombrar una para ganar tiempo y espacio, hay demasiado donde afincarse para ganarse respaldo y adhesión popular, en un país donde la determinante mayoría anda a la deriva y desconcertada. Pero, además, abundan grupos en lo mismo y en buena medida con bastantes razones y oportunidad e intereses de clase, para insertarse en un proyecto electoral común.
El llamado a la abstención es inherente y plenamente pertinente, a quienes optan por la ilegalidad, violencia y hasta desconocimiento absoluto, radical, nada simulado ni maquillado, para hacer y deshacer con los derechos ciudadanos, la soberanía y los recursos del país. Es una opción que favorece, en primer término, al capital externo intervencionista e interesado en imponer en Venezuela una salida radical violenta, donde esos grupos progresistas, pro abstencionistas, no tendrían cabida, desde ninguna perspectiva, ni siquiera el más mínimo derecho ciudadano.
Y es insensato no percatarse que, el momento histórico en el cual estamos inmersos, se caracteriza porque el capital externo, el más agresivo y en disposición de intervenir en nuestros asuntos con intereses supremacistas, le está dando privilegio justamente a la opción abstencionista.
Es valedero denunciar y reclamar falta de claridad en el manejo del proceso electoral por parte del CNE, y hasta ventajismo oficial, cuando ello sea pertinente, lo que no sería nada novedoso, pero no abandonar los espacios de lucha existente, pese las calamidades y sobre todo cuando hay abundante oportunidad para encuentros sustantivos. Pues si algo es obvio, al gobierno, hasta le hace falta con urgencia, necesita una fuerza sustantiva, que empuje en contrario de la oposición aliada a EEUU para que se equilibre o tome el rumbo conveniente.