Ramón y Hugo, mis hermanitos se pelean

Una buena familia, una buena formación, unos hermanos. Un día de repente, por aprontados se dicen cosas. La retahíla de ambos es contundente y como comedia el vecino desdice de la familia: -se están matando, sentencia.

Una familia siempre tiene proyectos. El proyecto familiar tiene que seguir avanzando a pesar de las dificultades. La calma es contraria, la impaciencia y la suspicacia se apoderan de uno o de otro. Esto hace engorrosa la tarea, el vertiginoso e impostergable reto amerita prioridades, amerita premura, amerita logros. Dos hermanos pueden enfrentarse, somos humanos. Pero si lo hacen, debemos ponderar la familiaridad y los demás hermanos que no se pongan a gritar como en peleas callejeras: -¡dale!, ¡dale!, ¡dale!...

Uno de los mayores, con una trayectoria dilatada que personalmente pude ver en los años ochentas, referencia precisa para ser aceptado en el barrio que estaba ubicado detrás del edificio donde vivía alquilado, por allí por el rectorado de la UDO, claro si trabajas con Ramón, eres de nosotros. Y que decir cuando lo iban a buscar las decenas de personas que semanalmente solicitaban su atención y cuidado. Guía para el propósito de no perder la esperanza y ejemplo a seguir en mi rumbo buen servidor, de Medicina Interna y del socialismo, mientras atendíamos el servicio de observación o me enseñaba a tomar café sin azúcar en el cafetín del Hospital Antonio Patricio de Alcalá en la calle Bolívar de Cumaná.

El otro arriesgado, el héroe de la guerra sin fin, el soldado abanderado que subió en medio de la batalla y la enarboló a pesar del fragor encarnizado. Este hermano quien ha dado magistral clase en el púlpito de América y del mundo, el quien no quebrantó su voz para decir no al ALCA en la cueva del propio león. Es quien nos hizo pregonar con propiedad el alma socialista, quien nos dio derecho a decir que detrás de la cortina estaba la mayoría sin derecho a casi la vida. Es el hermano quien un once lo lloramos y un trece volvió en alas de la historia, del pueblo y de una alianza inusitada con el soldado pueblerino.

Como hermano de ambos, lamento la forma. A ambos los he acompañado en sus liderazgos políticos. Les pido a ambos que se den la mano, porque la familia no puede quedar así escindida. A ambos, mis vínculos con ellos, no me permiten alinearme con uno solo. No me meto en su discusión, pero quizás si nuestra madre, la patria, les habla con el corazón, con el amor que le tiene a todos sus hijos, le pedirá a los dos que se quieran y encuentren una vía para entenderse, porque nadie les va a quitar a ninguno de los dos que sean parte de esta familia, mi familia y de mucha gente. La familia unida es más que un clamor, es un deber. Vivan Ramón y Hugo, mis hermanos, a quienes quiero como se que muchos lo hace.

eliorios@hotmail.com


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Elio Ríos


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