Militarismo y Populismo

El último discurso de Maduro a propósito de la "Ley Anti Bloqueo", nos sugiere, al menos, dos reflexiones que, no por filosóficas, son menos urgentes. Una, el anuncio del "Estado de Guerra" y, la otra, la insistencia en las elecciones "como sea" del 6 de diciembre próximo. Son notas discordantes en medio de la desarmonía general. Los otros elementos pueden ser tratados después. Por ejemplo, ese recordatorio del juego final de la NBA es la insistencia en cierto estilo folklórico, esa estudiada incoherencia que sugiere, o bien el autismo de una dirigencia que cree que siempre habla entre "panas" con quienes se sentará acto seguido frente a la televisión por cable, y no a un país atrapado, según sus propias palabras, en un "crimen de lesa humanidad"; o bien un homenaje a las "picardías" discursivas de un líder ya muerto y vuelto a enterrar en jueguitos retóricos.

En cuanto, a las frases dedicadas a la democracia, la manida fórmula acerca del pretendido ejemplo que hoy es Venezuela para, no sé, América Latina y hasta el mundo, forman parte de la ritualidad obligada y vacía. Todo, parte de una retórica para presentar como único culpable del sufrimiento del pueblo al imperialismo norteamericano, esta vez (este sí es un elemento quizás nuevo, a destacar) no centrado únicamente en Trump, sino en los dos partidos que hoy pugnan por la presidencia de los Estados Unidos. Otro motivo de análisis próximo son esas leyes económicas que anuncian, sin duda, una oleada de privatizaciones, como para que el capital extranjero saque a los generales de su atolladero.

Por supuesto que hay en este anuncio del "Estado de Guerra", una respuesta inmediata a las protestas en el país por la asfixiante situación social y económica por la que atravesamos los venezolanos. Cualquiera ve en esas protestas, desatadas en ciudades pequeñas de todo el país, incluso en regiones donde el chavismo era fuerte, como en Yaracuy, los ensayos de una explosión social, sólo neutralizable con una masacre, como sabemos desde 1989. Por eso, esta amenaza puede interpretarse como una vacuna de la conflictividad social. Igual, puede verse como la consolidación del poder corporativo de los militares en el gobierno, que ya pasa, de ser uno de los factores descritos por la ideología oficial de la "Unidad Cívico Militar", a ser EL factor abiertamente dominante.

La declaración del estado de guerra es algo más, y distinto, al estado de excepción o de emergencia que hasta ahora había habido. La diferencia no es únicamente jurídica. Tampoco es sólo una amenaza abierta de mayor represión y control de las calles por parte de las fuerzas militares, en momentos de protestas generalizadas. No es sólo la confirmación en sus cargos y poder a los más señalados por las violaciones de los derechos humanos por el informe "independiente" de las Naciones Unidas y la Alta Comisionada. La nueva relación entre los factores corporativos de la "Unidad Cívico Militar" (Partido y Fuerzas Armadas, lo que hemos llamado cúpula burocrático-militar), además de la significación anecdótica de un replanteamiento de la alianza Cabello-Maduro. Constituye un cambio cualitativo en la ideología del gobierno y, con ello, los motivos fundamentales de su propaganda y su "racionalidad" política.

La ideología no es tan solo una simple mentira o un justificativo ocasional que trata de adornar con "razones" lo injustificable con maniobras retóricas o repetidas falacias ad hominen. Puede dotar de cierta lógica simplificada el comportamiento de un bloque dominante. Los cuadros medios del Partido, por ejemplo, tienen instalado en su cabeza un mecanismo automático ideológico que los mantiene en sus funciones. No todos los militantes, coordinadores y voceros del PSUV son enchufados mafiosos como muchos de sus jefes, con el incentivo del enriquecimiento rápido y fácil. Algunos creen sinceramente, con una virtud digna de mejor causa, que la ruina del país se debe exclusivamente a la acción de Estados Unidos, que estamos en un bloqueo, palabra que adquiere una connotación honorífica en el marco de una ideología del heroísmo que reúne, en un solo saco, a Bolívar, Chávez, Guacaipuro, el Che, etc. Algunos creen sinceramente que los que han tomado distancia de este desastre y cuestionan el "proceso" porque no fue una revolución, son agentes de la CIA, objetivamente, incluso sin darse cuenta. Que todas las falencias gerenciales que han terminado por destruir todos los servicios públicos (agua, luz, servicios sanitarios, educación y un largo etcétera) y las empresas del Estado (PDVSA, empresas de Guayana, etc.), se deben a saboteos de infiltrados, igual que las evidentes arbitrariedades represivas de los últimos años. Estos mecanismos ideológicos ahorran pensar y dan paso fácilmente a otras "leyendas conspiranoicas" y fantasías como la del bolívar oro y los billetes de cien bolívares chupados por el gobierno colombiano (famosa explicación de la escasez de efectivo desde hace años).

La nueva enunciación de esta ideología establece una identidad entre "el pueblo" y las Fuerzas Armadas. Ya hay frases para dar cuenta de esto: "el pueblo armado", por ejemplo. Como tal, como ideologema, unidad mínima de análisis de una ideología, esto tiene antecedentes hasta en la Revolución Francesa. También el gobierno ideólogo pueden echar mano de frases de Mao, incluso del infaltable Bolívar. Hay una tradición que aplasta, con su peso muerto, la cabeza de ciertos delirantes nostálgicos de la locura de los sesenta. Pero, hoy, la idea principal es darle una connotación épica a nuestra profunda miseria. Darle un fondo musical de trompetas marciales al hambre. Pero sobre todo, se trata de consolidar el estilo de mando y obediencia más propio de los cuarteles, que de las calles, las escuelas, las fábricas, las oficinas, las asambleas de ciudadanos, los hogares, la vida diaria del golpeado ciudadano de a pie quien ya no puede expresarse, mucho menos pensar por sí mismo, sino cuadrarse, ponerse firme, juntar de golpe los talones y decir "lo que diga, comandante".

¿Hará falta extenderse en una explicación de la diferencia entre el concepto de ciudadano, incluso de pueblo, y los conceptos de soldado y fuerza armada? Me temo que sí. Ya las raíces de esa ideología autoritaria están sembradas e intentan eliminar las otras raíces, las de Rousseau y Montesquieu, que son las mismas de Bolívar y demás fundadores de una Patria que siempre se concibió como una república democrática, una república de ciudadanos libres. El adoctrinamiento en la ideología militarista ha venido ahogando las manifestaciones críticas naturales ante la arbitrariedad de la fuerza que constituye, ya en sí misma, la máxima corrupción. La paz que se busca es la paz de los cementerios y la obediencia ciega y mecánica de los soldados ante sus "superiores".

La ideología militarista no entiende de críticas. Cualquier disidente u oposición, se asume como un enemigo al cual hay que neutralizar y, si es posible, aniquilar. Detrás de cualquier protesta, está el enemigo controlado directamente desde el exterior. La expresión más clara de esa ideología fue la doctrina de la Seguridad Nacional de las dictaduras militares del sur del continente. Cualquier crítico u opositor es un agente del enemigo exterior. La Patria, o sea el territorio, debe ser "limpiada" una y otra vez de esas presencias malditas. No hay que dar muchas explicaciones. Hay que obedecer.

Lo disonante es que, en el discurso de Maduro, al lado de esos esbozos de la ideología militarista, se llama a unas elecciones. Los comicios, en principio, debieran ser una de las manifestaciones típicas del ejercicio de la democracia, del poder popular, el de los ciudadanos. Los ciudadanos eligen, y eso supone una autonomía moral y política de cada individuo, al cual corresponde un voto. Y esos ciudadanos libres deliberan en un espacio público donde el debate debe ser también libre, porque libre es (debe ser) el razonamiento y el pensamiento. Esto es el ABC de la ideología democrática. Pero ella ha quedado destrozada por el militarismo, por un lado, y por las prácticas descaradamente demagógicas, humillantes de la dignidad de la persona humana, representada por esas mortadelas que constituyen el plato fuerte de la campaña electoral oficial, aparte del peculado patente en el también descarado uso de los medios oficiales, las cadenas de televisión, los vehículos del Estado, etc. Sin que haya una queja del Consejo Nacional Electoral, ni siquiera de los otros partidos participantes, ni siquiera del valiente PCV que se ha atrevido a salirse del insostenible "Polo".

¡Qué época tan terrible! ¿Cómo fue que los patanes abusadores y arbitrarios consiguieron tanto poder? Porque Trump, Bolsonaro y sus comparsas no son ni moral ni políticamente superiores a estos militaristas venezolanos. Lo peor es que unos refuerzan a los otros. El militarismo venezolano (que ya es algo más y diferente del chavismo inicial) se justifica con esos payasos de inmenso poder en el mundo. El único camino es "por ahora", mantener el pensamiento crítico independiente y apostar porque al fin se materialice en las fuerzas sociales que ya en Yaracuy comenzaron a gustar de nuevo de las calles.



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Jesús Puerta


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