Auditórium

La revolución exquisita: ¡Izquierda de sofá!

"Todos tenemos miedo a ser maricas. Estoy harto de eso. Quizás debiéramos volvernos todos maricas y tranquilizarnos. No agarrar el cinturón como Jack (Jack Kerouac). Pero Jack, es bueno, para variar. Hay demasiada gente con miedo a hablar contra las maricas, intelectualmente. Lo mismo que hay demasiada gente que tiene miedo a hablar contra la izquierda, intelectualmente. No me preocupa el rumbo que tome el asunto, solo sé que hay demasiada gente con miedo". Fin de la cita. Charles Bukowski.

La expresión izquierda exquisita, y sus derivados con caviar incluido, junto al progreso con lujosas camionetas, el exclusivo gusto del sueño americano divino, y más recientemente: "La Revolución Exquisita", a fin de cuentas, es sólo una izquierda en el estilo, y las apariencias; en el fondo que forma parte de la buena vida de la high society, y de sus bondades burguesas que tanto se critican. La política socialista del siglo XXI venezolana, esta aderezada de rock, pop, y camp, y que tenia sus admiradores en los pobres de solemnidad antes de su llegada al poder en 1999. Para jugarse la propia posición por la nostalgia de haber nacidos pobres en cualquiera de los hogares marginales de la "cuarta republica" hoy son contrario a sus principios por los $ mal habidos en *La Revolución Exquisita*.

Claro que, así como el pueblo profesional se seca por la falta de alimentos, emigrando como paria de país en país, lo mismo no sucede con el de la izquierda revolucionaria bolivariana, que viaja por el mundo en lujosos jets privados, partiendo siempre de la idea de que esta revolución no es más que una estrategia de comunicación para un lumpen hambriento embobado y rodilla en tierra, perdiendo cada día peso según el consumo de alimentos desbalanceados: hay que distinguir a los magnates de la revolución en New York, Moscú, o Paris, de los nostálgicos del gran café de Sabana Grande con boina que se daban cita en el extinto bululú de mesas y sillas en la Caracas cuarta republicana, así como de los hippies de la UCV,o los bohemios de la avenida Casanova. Distintos, pues, como distintos son hoy los burguesitos de la revolución bolivariana comiendo helados made in USA en la Bodeguilla de Lecherías-Anzoátegui.

Esta incongruencia de vida de los otrora pata en el suelo, Chávez dixit, las relato con olfato de periodista, cuando detectó la moda de vida de estos neo burgueses revolucionarios, en sus cenas mesopotámicas en los mejores restaurantes del mundo según testimonios de fotografías que circulan en las redes sociales, emanadas de teléfonos inteligentes de venezolanos "profesionales escuálidos" que trabajan de mesoneros por el mundo, por causa de estos revolucionarios que les vulneraron sus derechos civiles al obligarlos a abandonar la otrora rica patria llamada Venezuela. Es la razón por la que el maniqueísmo más ramplón y cínico desploma esta falsa revolución, en la que se centra esta crónica, de los boliburgueses por el mundo. La ignorancia política y finalmente el escaldamiento con el que todos ellos escapan de la miseria venezolana que crearon.

Más allá de consideraciones sobre moral revolucionaria, o de simple política, que nos vociferan por los medios de comunicación, la ambición desmedida, y su nueva clase social es más potente que los rechazos ideológicos por la calidad de vida del pueblo norteamericano, pues traducen sus auténticos deseos de cinismo por la dolce vita, lo cierto es que las contradicciones son siempre trágicas para el venezolano que sobrevive a esta hiperinflación genocida, y no avalan las tiras cómicas de estos izquierdistas con celulares Iphone de ultima generación , cuando se burlan de un pueblo sumergido en la pobreza, dan mucho que pensar, cuando las lágrimas, han empapado la página de la tragedia venezolana, y ha corrido la tinta roja.

Esto los retrotrae a las entreguerras de este siglo, lo que demuestra que el fenómeno de ‘ser rico no es malo' en la revolución bolivariana, y seguro que hay más, de lo que la emigración de venezolanos por el mundo reporta a través de sus fotos de celulares, y que las reflejo con memoria periodística, para el público de lectores de www.aporrea.org

Venezuela vive hoy un trágico conflicto como una cuestión de vida o muerte. Cuando se mezcla con los vínculos familiares que han provocado esa muerte, y chillan cuando los desalojan de la bella Miami. Cuando en Venezuela se habla del suicidio cuando este conflicto entre venezolanos sólo acaba con ellos.

Cuando se me acusa de oposicionista me parece una argumentación muy fantasiosa. Primero porque señalo el conflicto, la corrupción con vínculos familiares, pasión y suicidio existen en la mente del venezolano que no puede superar esta desgracia, y no enterarse del que va a la fiesta por el.

Es por estas aberraciones que parecen no estar en sus cabezas: ya que los vínculos familiares de los corruptos en Miami = familia trampera, pasión=suicidio, conflicto=muerte. Es la moral más reaccionaria posible, cuando se ve que los años no pasan en balde para nadie. Es la nueva izquierda de sofá que piensa que la corrupción le puede aportar una sabiduría de la vida al sazonarla con alguna bolsa clap del que el pueblo venezolano en la indigencia no entiende nada, y algún que otro status de esa boliburguesia.

Saberlo todo no es ni posible ni necesario, y no por eso alguien se convierte en un incompetente y su país queda hecho un cebillo. La solución de este conflicto no tiene por qué conducirnos a una obligada negociación. Damos por entendido que ningún venezolano tiene por gusto vivir en esta tragedia pero en este caso, incluso cuantos conocen cómo solucionar este conflicto, y no lo solucionamos, sino que lo mantenemos activo. Cuando este conflicto no tiene solución evidente en la mesa de dialogo, ¿Qué sucede? Pues que a pesar de todo hay que intentar solucionarlo, porque no estamos hablando de matemáticas, y de ecuaciones diferenciales, sino de la vida de las nuevas generaciones de venezolanos.

Existen cosas que no hay que explicarlas, y discutirlas ante este conflicto patente, cuando hay que explicar es preferible, el de tirar la toalla de una vez por todas, al no interferir en aquello escurridizo, latente, que escuece.

Hay cosas también que no vale la pena discutir. Hay demasiadas cosas que no vale ya tocar. El cuerpo se quema lo suficiente por dentro, como se dice a diario por la falta de alimentos y medicinas, como para ahondar en la herida. ¿Qué ocurre si Venezuela sana? ¿Qué acciones empuja a llevar a cabo? ¿El riesgo no vale la pena? O es mejor la quietud, el silencio, dejar al tiempo que cobre más víctimas. ¿Habrá otro conflicto diferente a este? Cuando una música te sorprende, y te emociona. Esa es la tragedia. La que te sorprende con los ojos cerrados.

Pero la quietud a la cubana, y dejar que el tiempo cobre mas víctimas, esto sucederá sin más remedio, y no puede ser la respuesta. En cualquier caso, muchos conocen la solución, y puede que esté en sus manos terminar con esta tragedia, y eso no obliga a dar ese paso ni reducir la intensidad. No creo que sea posible la quietud similar al del pueblo cubano durante 60 años porque, o se intenta acabar con esta tragedia, o la haces tuya de tal manera que forme parte de ti degradando tu vida.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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