La revolución, en un solo movimiento

Cada revolución social ha acumulado conocimientos útiles para el cómo se debería actuar en el próximo intento de cambio (como en el Arte). La comuna de Paris, la revolución soviética, la de los portugueses, la revolución china, la Cubana, todas han dejado un pequeño o gran legado de conocimientos. Los que pretendemos hacer una revolución social debemos consultar esos hechos pasados cada vez que se obstruya el camino con incertidumbres, a ver si encontramos en ellos la solución que buscamos. Es un método de trabajo. Si nuestro análisis de la realidad es correcto podremos ver y prever situaciones difíciles y superarlas, pero si se nos dificulta hay que consultar la historia (de nuevo); puede ser que nos de la solución.

Una revolución sin una vanguardia revolucionaria es imposible. Las revoluciones no nacen por generación espontánea, las explosiones sociales sí, pero las revoluciones, los cambios sociales NO, por eso hay que prepararnos para la "dirección de las masas", como maestros de otros y de nuestras propias vidas; alistarnos en el estudio y en el carácter. Básicamente hay que ser personas honestas de forma compulsiva, vivir lo más cerca posible de la verdad. Luego hay dos reglas que para nosotros resultan básicas.

La primera es tener clara la estrategia política, cual es nuestro ideal. En sentido general hay saber qué es lo que queremos como sociedad y que es lo que NO queremos como sociedad –lo que quede será lo que queremos; así harían algunos –. En nuestro caso, que optamos por el socialismo, hay que contar con un cuerpo de valores humanos fundamentales y socialistas, para regir de forma provisoria (siempre sereemos susceptibles a los cambios) nuestra propia conducta, y moldear en nosotros y en los demás esa sociedad que deseamos, ¡hay que buscar ser Dios en la tierra! Y la segunda regla es hacer los cambios, todos los cambios, en un solo movimiento, todos a la vez.

En una revolución no deberían haber etapismos, en un sentido general, ni tampoco postergar la solución de conflictos con pretextos seudo teóricos; si dejamos para más tarde la resolución de un conflicto siempre quedará un sedimento del pasado, la revolución debe ser como un torbellino de cambios, externos e internos, de crítica y debate necesarios y permanentes. ¡Hay que matar el piojo en la cabeza!, eso siempre será importante, pues dejar pasar, tolerar inconsecuencias nos acarreará más adelante –siempre es así– problemas mayores, "vístame con calma que voy apurado" decía Napoleón Bonaparte a sus sirvientes, ocuparse siempre de los detalles, que son la base firme para poder avanzar.

Una revolución socialista soberbia, que ofende, que maltrata, que es indiferente, que desprecia, que discrimina, que manipula, que compra y vende, que no escucha, que no se autocritica o que no se obetiviza a sí misma, que no vive en un estado de permanente "control", no es una revolución, es la pantomima de una revolución. La revolución la deberíamos pensar como un cuerpo vivo e inteligente, esa debería ser su definición más general. Y si es socialista, un cuerpo vivo e inteligente para plantar el socialismo, que quede hecho cuerpo social con ella; carne y tronco social.

Cuando el Che Guevara decía que no se puede hacer una revolución con "las armas melladas del capitalismo" se refiere a lo que acabamos de decir. El sedimento de lo viejo hay que drenarlo y eliminarlo poco a poco "pero sin pausa", como diría Chávez. No avanzamos con "pragmatismos", con "mecanismos" –decía Fidel –, "sin consciencia", sin control psicológico y sociológico de la realidad –. Todo debe ser re-orientado, utilizado de otra manera distinta al pasado, porque todo ha sido concebido con fines específicos en el pasado, hoy "mellados", hoy "caducos". La administración y los sistemas contables fueron desarrollados para la acumulación y administración de riquezas, y muchos específicamente para el capitalismo. Sin una visión clara de nuestro objetivo final, el cual es satisfacer necesidades materiales y espirituales a la sociedad, no podemos rehacer la función de todas esas herramientas. Por ejemplo, el monopolio. El monopolio como forma de producción y comercialización de bienes en el sistema capitalista es "el gran mal" ("El mal", por antonomasia), porque concentra la riqueza en pocas familias sobre el fracaso y sacrificio del resto de la sociedad. Pero en el socialismo es una bendición, porque se trata de una forma óptima de organizar la producción social, y en él la riqueza se distribuye de acuerdo a las necesidades materiales (y espirituales) de toda la población, siguiendo una lógica que toma en cuenta las diferencias de cada individuo, a saber: "a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades" , esto vale tanto para las necesidades materiales como para las carencias espirituales.

En el socialismo las diferencias son fundamentales, las distintas capacidades lo son igual, la diversidad es mil veces más considerada e importante en el socialismo que en el capitalismo, el cual concentra como sociedad una grey de trabajadores y consumidores, haciendo, sintiendo, aspirando casi que lo mismo; todo un mundo insatisfecho buscando el éxito hacia una misma dirección. Afortunadamente la humanidad es la especie más díscola de todas las especies vivas (junto a las cucarachas, quizá), y de esa uniformidad venimos todos, por eso es el esfuerzo que debemos hacer para controlar y dirigir nuestro destino como revolucionarios y socialistas (a esto no hay que tenerle miedo, ser socialista no coarta nuestras vidas, al contrario, les da sentido).

En fin, resulta útil volver la mirada a lo hecho y deshecho para que en el próximo intento lo hagamos mejor. No olvidar los detalles, que trabajamos por la felicidad terrenal, dentro del espacio y el tiempo que nos toca vivir en la tierra, que no hay un paraíso sino en la tierra; que no hay un más allá de la vida, que no hay otro planeta habitable que se conozca al cual podamos escaparnos. Hay que cumplir nuestro objetivo paso a paso, sin obviar detalles, y sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo, Chávez dixi.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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