Conversas de utopos reunidos

En un diagnóstico muy generalizado se observan síntomas de una anomia social en nuestro pueblo. Una situación marcada por el pillaje y la rapiña, especie de democratización de la corrupción, que ha permeado a pueblo y funcionarios. Pareciera que, dirigida o no, se fracturan sentimientos solidarios de nuestro pueblo, como modo de vida. Es una crisis del modelo rentista y un populismo tardío que mina la moral hasta de los más avanzados. Sin embargo, también afloran reservas morales, un pensamiento crítico que enarbola la ética con propuestas de rectificación. La gente siente que hay una descomposición de lo que ha sido su proceso por la emancipación, intuyen que es producto de alianzas y pactos del poder, por el poder mismo.

Se vive para la sobrevivencia, con el silencio para no ser etiquetado como contrarrevolucionario. Existe una lucha entre facciones dentro del Estado, por tomar lo que queda o pudiera tenerse, como el caso del Arco minero. Es una guerra interna dentro del Estado. Corrientes diversas que atomizan el mando único, promoviendo el caos en función de declarar el Estado fallido, vulnerable para la intervención. Además del enemigo externo hay una derecha endógena, más afincada en algunos estados, que conspira con ineficacia y saboteo.

Unido a esto, se observa un debilitamiento de los intentos de fortalecer el llamado poder popular, ya por la cooptación misma de los intermediarios, por la infiltración de algunos colectivos para desmovilizarlos, o por la desmoralización de sus bases ante la carestía y la especulación, sin que se tomen medidas efectivas. Se siente que se baila al son de un Estado burgués. Un poder mundial busca aniquilar la venezolanidad, revertir nuestro intento de ser soberanos y ejemplo de cambios para América Latina.

Se ensaya una guerra de nuevo tipo con muchas aristas sobre nuestro país. Desde la promoción de la balcanización de estados fronterizos y enclaves importantes para nuestra economía hasta la guerra afincada en lo jurídico, tal como han hecho en Brasil, Nicaragua, Argentina, Honduras y Ecuador, abultando medias verdades para restar apoyo social y proceder al encarcelamiento o inhabilitación de líderes nacionales. Estamos cercados por gobiernos títeres, el triángulo Guyana, Brasil y Colombia está presto a los dictámenes del imperio. En esta guerra se apela a los llamados "Tanques pensantes del capital", intelectuales vergonzantes multidisciplinarios que experimentan sobre nuestro pueblo como conejillo de Indias, con los maquiavelismos más atroces que le da la modernidad científica a su disposición, desde la guerra climática o la biológica hasta la psicología aplicada para transformar en monstruo al vecino más amable.

Nos han reculado entre el reformismo o el neoliberalismo mientras Latinoamérica no despierte y exija el cambio de sociedad, y no se depure con verdaderos cuadros que transgredan el orden burgués. Su idea es que quedemos ante el mundo como maestros de lo negativo, tal como han hecho con Cuba, con un implacable bloqueo que impide más avances como país. Es necesario redibujar nuestra colmena. Crear teoría y con ella estrategias de largo plazo que guíen el tactismo imperante. Pero las teorías solo son retóricas si no se llevan a la práctica. El primer tipo de conciencia fue la fe. Fe en un individuo, en el mesías sembrado por la conquista colonial.

Para dar el salto se idea el "Todos somos Chávez" y se mantuvo un protagonismo esperanzador. La fe es espuma cuando no tiene sustentación. Lo que une, mantiene y ha sostenido este proceso, además del rentismo petrolero, es el amor y la ilusión de un mundo mejor. Que las cosas funcionen, edificando el buen vivir, y eso choca con la naturaleza del capitalismo. No hay camino posible dentro del capitalismo, y eso hasta los matemáticos lo han demostrado. Es destrucción por valor, mayor ganancia en mínimo tiempo, dejando sólo muerte, sin bosques, sin aguas, sin petróleo, sin planeta. Universalmente las contradicciones propias de un modelo, evolucionan convirtiéndose en antagónicas, y ya no tienen cabida en la forma societal imperante.

Pero eso no es por decreto de una formula científica, ni por magia natural. Es porque se dan las condiciones objetivas donde el modelo no resuelve, a la par que vanguardias revolucionarias reales clarifican y orientan el camino para crear las condiciones subjetivas de conciencia de cambio. Eso lo evidencia un colectivo de vanguardia, de ´´intelligetsia´´ o como se quiera llamar, acompañando a un pueblo consciente de su porvenir, viendo más allá de su sobrevivencia, convencido ideológicamente que sólo él es su protagonista principal. Los utópicos nacemos con ese afán realizable."



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Rafael Pompilio Santeliz

Doctor en Historia. Profesor de la UBV. Trovador, compositor y conferencista. Militante de la izquierda insurreccional desde el año 1963. Presidente de Proyecto Sueños Venezuela en el estado Miranda y Vicepresidente de la Fundación Gulima, Radio comunitaria en San Antonio de los Altos.

 pompiliosanteliz@hotmail.com

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