El Arado y el Mar

Que la batalla no asesine al amor: ¡Con Cuba siempre!

Nos oponemos por mil razones a este gobierno, y como dice el combatiente, veterano de Iracara, el Pica: "no pedimos ni damos cuartel".

Combatimos al gobierno llevando como bandera las palabras de Julius Fucik: "por la alegría he ido al combate, por la alegría muero, que nunca la tristeza sea unida a mi nombre". No perdemos de vista el fin último de la lucha, construir un mundo donde todos podamos vivir como hermanos, conquistar el reino del amor, o como dijo el clásico, "tomar el cielo por asalto".

El gobierno de maduro ha enviado ayuda humanitaria a Cuba con motivo de su calamidad por el paso de un huracán. ¡Ese gesto lo apoyamos! La solidaridad no puede ser condenada nunca, allí en ese sentimiento reside la razón de la lucha; condenar la solidaridad, el amor, es despojarnos de la razón más sagrada que guía la vida.

La derecha ha repudiado el hecho, de ellos no se puede esperar otra cosa, no son guiados por el amor, por la solidaridad, sus intereses son el lucro por encima de cualquier otra consideración, no tienen espacio para la solidaridad, sólo son capaces de "ayuda" interesada. Algunos voceros enceguecidos por el humo de la contienda han caído en el error de rechazar el hecho, han llegado al absurdo de calificarlo de traición a la patria, los llamamos a la reflexión, no se dejen cegar por el odio. Negar la ayuda desinteresada al que padece nunca puede ser una acción revolucionaria.

Lo anterior que es valido para cualquier ser humano, para cualquier pueblo del planeta, lo es más, si cabe, para el pueblo de Cuba unido entrañablemente a los pueblos del continente, a nosotros. Nuestra historia se cruza con la historia de Cuba, el Libertador fue amamantado por Luisa Mancebo de Miyares, una señora cubana, ese es el símbolo primario de la unión de las dos naciones. Pero además Cuba, la Revolución Cubana, es ejemplo para la humanidad de un intento de "tomar el cielo por asalto", de construir ese mundo soñado por los justos que acompaña a la humanidad desde siempre.

Sirva este episodio para reafirmar la vocación humanista de las Revoluciones, no se trata de destruir al mundo burgués, se trata de superarlo, de sustituirlo por otro mundo, y en esa batalla cada acción, cada declaración debe estar impregnada por la esencia del nuevo mundo propuesto, el amor.

Valga para cerrar este texto las palabras de Martí en el Manifiesto de Montecristi, que sirvió de marco a la guerra de independencia de Cuba y que sin duda es una referencia para todas las luchas revolucionarias:

"La guerra no es contra el español, que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento a la patria que se ganen, podrá gozar respetado, y aún amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino -Ni del desorden, ajeno a la moderación probada del espíritu de Cuba, será cuna la guerra; ni de la tiranía- Los que la fomentaron, y pueden aún llevar su voz, declaran en nombre de ella ante la patria su limpieza de todo odio, -su indulgencia fraternal para con los cubanos tímidos o equivocados-, su radical respeto al decoro del hombre, nervio del combate y cimiento de la república, -su certidumbre de la aptitud de la guerra para ordenarse de modo que contenga la redención que la inspira, la relación en que un pueblo debe vivir con los demás, y la realidad que la guerra es-, y su terminante voluntad de respetar, y hacer que se respete, al español neutral y honrado, en la guerra y después de ella, y de ser piadosa con el arrepentimiento, e inflexible solo con el vicio, el crimen y la inhumanidad".



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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