La ética como principio revolucionario

La corrupción hay que combatirla y castigarla, caiga quien caiga:

Reflexiones sobre presuntos hechos de corrupción. En la historia venezolana no es nuevo el teme de la corrupción. El libertador Simón Bolívar se obligó a dictar medidas drásticas contra el delito de la corrupción y contra la conducta de los corruptos, como castigo ejemplarizante y pedagogía de la moral pública. El modelo ético de un proyecto político puede definir patrones de conducta sobre la existencia y comprensión de los valores y principios que permitan distinguir con claridad en lo político y en lo social lo malo de lo bueno, lo correcto de lo incorrecto, lo puro de lo impuro.

La honradez de los dirigentes de la revolución en su vida pública y privada debe ser a toda prueba. Si el mayor mal de la Administración Pública de la cuarta república fue la corrupción en el manejo de los fondos públicos, que hizo tanto daño a la moral de las instituciones y plagó de malos ejemplos a futuras generaciones de gerentes públicos de la República, de los estados y de los municipios; por contraste la Revolución Bolivariana como proyecto alternativo de mejor país debe luchar incansablemente por la honestidad de los gobiernos, de los gobernantes y de los gobernados. Debemos tener la convicción que los objetivos de rescatar la moral de la Administración Pública es de los más difícil del proceso de cambios, lo que demanda más esfuerzo y dedicación que cualquier otro aspecto de los males heredados del viejo sistema de la democracia representativa y partidocrática.

La corrupción es una subcultura muy arraigada en nuestro país, está en el corazón de las instituciones públicas y en el tejido de la sociedad. Todos los estamentos de la vida pública y privada, y de la sociedad en general, de alguna manera están arropados por la fiebre de la riqueza o el lucro fácil con sus efectos devastadores. Durante la cuarta república el morbo de la deshonestidad sin frontera construyó toda una red de corruptos y corrompidos, una especie de conspiración permanente en contra de la ética administrativa y la moral pública de la Nación.

El pueblo, por ser la parte más afectada y que representa la reserva moral indispensable para acometer esta difícil pero no imposible tarea de saneamiento moral de la Nación, debe combatir sin tregua las desviaciones éticas cometidas por todo aquel que desempeñe un cargo público.

Es imprescindible tener conciencia que el mejor combate contra la corrupción es el que cada quien libra en su propio ser, en el seno de su familia y en su medio laboral social.

La Revolución Venezolana está reñida con todo tipo de corrupción, y por lo tanto no debemos ocultar ni proteger ningún caso que se relacione con ellos..Caiga quien Caiga. Si se castiga al funcionario más pesado sería mucho mejor; así sea el presidente de la república, esto beneficiaria al pueblo y por ende al Proceso Revolucionario.



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Raúl Ramirez

Abogado, profesor y escritor. Ex-guerrillero.

 rauljoseramirez@hotmail.com

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