"El arado y el mar"

Chávez rompió la lógica del "mal menor" y se hizo gigante

En la democracia burguesa los pueblos se acostumbran a buscar el “mal menor”. Hay una especie de resignación, de condena a vivir dentro del capitalismo. Se piensa que nada puede cambiar sustancialmente, que lo más que se puede alcanzar son algunas mejoras en la mala situación, un poco más de prebenda material, un poco más de holgura pero todo dentro del sistema capitalista, que es inevitable vivir en él. Algo así como el esclavo que no aspira a la libertad, sino a una esclavitud un poco más amable, con más ración y menos castigo. En este pensamiento la Revolución no es una meta y el sistema capitalista está protegido. Es así, en las elecciones burguesas se escoge el que prometa más beneficios materiales, ese es el “menos malo”.

Chávez, el 4 de Febrero, rompió la lógica del “mal menor” que nos venía acogotando desde hacia casi un siglo. Fidel no asaltó el Moncada buscando el “mal menor”, sino el bien mayor. Bolívar fue intransigente con el bien mayor, la Independencia, no aceptaba ni siquiera discutirla. En contraste, los reformistas, los socialdemócratas son paladines del “mal menor”, en su nombre han yugulado a muchas Revoluciones, sus argumentos son variados, todos basados en el miedo, castrar la voluntad revolucionaria, reducir las aspiraciones populares a la limosna.

Estos socialdemócratas proponen hacer una tortilla sin cascar los huevos, una revolución sin superar el capitalismo. Cuando llegan al poder cabalgando la furia de las masas desposeídas, no dudan en llamar a la burguesía, es lo primero que hacen, buscan la aprobación del pueblo diciendo que con ellos habrá más que repartir.

Es kerensky emblema de este absurdo, quería entregar la Revolución pero se tropezó con la determinación de Lenin, he allí las dos banderas del enfrentamiento revolucionario: Lenin y kerensky no han dejado de chocar desde hace un siglo.

 Aquí entre nosotros el 23 de Enero triunfó kerenky, el “no se puede avanzar”, el “si lo hacemos regresa la dictadura”. Así, con esos argumentos de miedo que intoxicaron a todos, se impuso la unidad y en nombre de la unidad llegó Rómulo; y los jóvenes terminaron en las montañas o en las cárceles; y los líderes revolucionarios, los llamados a avanzar fueron castrados, perdieron su ímpetu revolucionario, fueron cuerdos, mesurados, aceptados.

En Cuba, para la misma época, triunfó Fidel, allí Lenin venció a kerensky y aquella isla se convirtió en faro libertario, en futuro concretado, hasta el día de hoy ocupa el más alto peldaño de humanismo alcanzado por un país.

Con la posibilidad Revolucionaria que significa Chávez se escenificó la misma lucha y aparecieron los kerensky. Fueron muchos, venían nutridos con la entrega del 23 de Enero y casi medio siglo de medianía, habían perdido las alas, no podían acompañar la Revolución, sólo atenuarla, volver a entregarla. Sin embargo, Chávez se mantuvo del lado del futuro; su instinto, su pensamiento, pero sobre todo su decencia campesina le impidió la traición y triunfó Bolívar, y volvieron los tiempos del Decreto de Trujillo, se delimitaron los campos, se liquidó la conciliación, kerensky fue derrotado, los socialdemócratas se agazaparon a esperar mejores aires; el Comandante desapareció y se debilitó la vía revolucionaria. Volvieron los heraldos negros que anunciaban el fin de la Revolución y los argumentos del miedo: “no se puede porque hay crisis”, “sólo repartiendo podemos ganar las elecciones”

Es así, estas elecciones se han convertido para el gobierno en un torneo del “mal menor”, del clientelismo más burdo, no se propone nada estratégico, de largo plazo, renunciaron a la fuerza espiritual de Chávez, menospreciaron al Socialismo, lo convirtieron en recurso electoral. Se arguye que el voto por el gobierno se traducirá en dádivas y por la oposición en penurias, que se acabarán los beneficios, que ellos son la tragedia y nosotros el “mal menor”. De esta manera la lucha política se reduce a quién da más, se priva a la masa de visión de futuro, el sueño se cambia por recompensas materiales momentáneas, la Revolución se reemplaza por una operación mercenaria. El sueño del Comandante se pospone, el Socialismo se entierra. Ellos pueden dormir tranquilos, el engaño funcionó una vez más.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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