Semejantes comentarios representaron un trago amargo y difícil de explicar para los marxistas latinoamericanos y, peor todavía, para los marxistas venezolanos. Según lo reseña Inés Quintero en su ensayo “Bolívar de izquierda. Bolívar de derecha”, esto “les dificultaba apropiarse limpiamente de un personaje sobre el cual su principal ideólogo había hecho juicios tan severos y contundentes, enajenándoles cualquier posibilidad de incorporarlo al panteón de verdaderos revolucionarios. Incluso, para complicar aún más el asunto, había algunos latinoamericanos marxistas que secundaban fielmente las opiniones de Marx”. Quienes reivindicaban a Bolívar, argumentaron que el camarada Marx simplemente se había equivocado, sobre todo, al confiar en lo escrito por enemigos declarados del Libertador, como el alemán Ducoudray Holstein, quien escribiera en 1829 un libro sobre su participación en la gesta independentista.
Gilberto Viera, Secretario General del Partido Comunista de Colombia, a finales de los años 30 del siglo pasado, publicó un tratado en el cual ubicó a Simón Bolívar en su condición de revolucionario al llevar adelante la Independencia y destruir los cimientos coloniales en nuestra América. En igual dirección se pronunciaría Carlos Irazábal con su obra “Hacia la democracia”, el primer análisis marxista de la historia venezolana, resaltando el apego bolivariano por la democracia sin eludir su propuesta de disponer de un Poder Ejecutivo fuerte, centralista y vitalicio, dadas las circunstancias difíciles que rodearon el nacimiento de las nuevas repúblicas. En esa onda reivindicadora se anotaron el cubano Julio Antonio Mella, en 1923, y el peruano José Carlos Mariátegui. Otro tanto haría la guerrilla venezolana de las décadas de los 60 y de los 70 al plantearse, con Douglas Bravo y Pedro Duno, la tesis de un marxismo-leninismo-bolivarianismo, con lo que Bolívar pasaba a tutelar la lucha por la liberación nacional y el socialismo en Venezuela, lo que, posteriormente, serviría de base para las insurgencias cívico-militares de 1992. Asimismo, Francisco Pividal, autor de “Bolívar: Pensamiento precursor del antiimperialismo”, determina con Bolívar el inicio de la lucha latinoamericana y caribeña contra el imperialismo yanqui.
Con todos estos esfuerzos valorativos de la personalidad y legado bolivarianos quedaba superado el equívoco ensayístico de Carlos Marx. Aunque éste se dejara llevar por su animadversión hacia El Libertador, producto de su radicalismo revolucionario respecto a la lucha de clases, viendo en Bolívar a un aristócrata ávido de fama y de poder, lo cierto es que esto no disminuye su estatura intelectual a favor de la humanidad oprimida. No obstante el criterio sesgado de Marx es indudable que Simón Bolívar simboliza –en la opinión y el sentimiento integracionista de una inmensa legión de luchadores revolucionarios, incluidos, por supuesto, los marxistas, que lo rescataran de las garras de la derecha conservadora- la manifestación más relevante de las luchas populares continentales, con sus errores y sus aciertos, tomando en cuenta, fundamentalmente, la creatividad con que supo enfrentar su circunstancia histórica, cuestión que Carlos Marx, a pesar de su sapiencia, no supo asimilar en su momento.-
¡¡Hasta la Victoria siempre!!
¡¡Luchar hasta vencer!!
¡¡Rebelde y revolucionario siempre!!
mandingacaribe
