Polemizando con el socialismo

Es toda una paradoja definir el concepto de Estado socialista preocupado por el humanismo con un proletariado dedicado a sus labores con alegría de vivir.

Todos decimos que ese Estado hay que construirlo con ingeniosos programas sociales y desarrollo público. Programas que se abran pasó en medio de la injerencia neoliberal, basura que hay que rechazarla por ser una innecesaria cultura que se esconde entre el poder de los gobernantes y los gobernados.

Y, esos derechos y obligaciones del pueblo entre la soberanía y la responsabilidad del gobierno por las condiciones de seguridad, economía y crecimiento social con la que debe desarrollarse el proceso revolucionario con la autonomía que se pretende y la dependencia en la que se vive nos hace hablar mucho de libertades y garantías para la igualdad de oportunidades sin enfatizar con la misma intensidad la explicación del poder al pueblo ¿cuándo? y contar con esos espacios de poder para exponer oponerse a los errores que con fuerza comete el gobierno.

Se dice y es verdad que la dignidad ahora es un pilar fundamental para el crecimiento social pero no necesariamente de la ley, eso está claro. Lo que sustenta la búsqueda del socialismo no está en la Constitución como el concepto de propiedad sin referirme al patrimonio familiar ni económico del concepto sino al hecho de que todos los derechos pertenecen de manera natural a todas las personas y esto, en consecuencia, es propiedad de cada quien.

Esa propiedad nos permite exigir amparo, protección, rectificaciones, reparaciones porque todos somos propietarios de la libertad, de participar más allá de las elecciones y de las asambleas de calle para auditar la guerra contra la corrupción, el burocratismo, inflación, inseguridad, eso no están haciendo los Consejos Comunales ni las ciudades socialistas. El gobierno no suma a la masa con una participación plena; la graciosa participación del pueblo es dependiente del ministro, alcalde o gobernador, esa participación no puede seguir perteneciendo al arbitrio de los diferentes poderes del Estado.

La titularidad de todos los derechos entendida también en su perspectiva económica constituyen el poder social sin los cuales el pueblo pasa a ser un simple dependiente del poder representado por burócratas y eso no es dignidad revolucionaria peor practica socialista, porque, la dignidad prospera con la libertad con la independencia de pensar y actuar fuera de la esfera de las determinaciones del poder, eso es participación revolucionaria.

Maduro tiene en sus manos el poder para cambiar esta situación, es una necesidad o interés que el temor ha frenado, en estos momentos la revolución requiere continuar con medidas radicales como las del precio justo para construir a partir de esas medidas otra cultura, otra economía, otro país industrializado capaz de preparar al nuevo hombre y mujer capaces de caminar juntos a la transición, pero no se puede porque la masa está rodeada de cercos de seguridad que impone la ley y la ignorancia socialista.

La participación del pueblo en la construcción del socialismo son derechos inalienables de las personas que no nace con la ley sino por su condición humanista; plantea de inmediato el problema y una pregunta ¿El estado puede limitar o confiscar esos derechos de participación? Es el drama por la paradoja que se esconde detrás del proceso.

De la respuesta dada a esta pregunta dependen los dolores del pueblo, estancamiento revolucionario, renuncias y las posibilidades para construir el socialismo, depende el concepto de autoridad, libertad, autonomía, de esa gestión depende el concepto de Estado socialista transfiriendo derechos al ámbito público.

De esa respuesta depende la legitimidad del poder, del servicio y el encausamiento de la ideología capaz de superar la participación electoral por una autentica participación organizada mucho más allá de los consejos comunales; consejos que deberán ser fortalecidos entregándoles más responsabilidades económicas para una mejor aplicación de la economía política.

Hasta hoy y sin desmerecer los logros obtenidos por la revolución chavista vivimos una especie de miseria humana que el PSUV no es capaz de mejorar, la oposición que ya no puede ni quiere ayudar frena la transición, así, para muchos miles de venezolanos y venezolanas el socialismo les es ajeno, suma que necesitamos para consolidar a nivel nacional la revolución.

Gente que debe integrarse a un proceso moral de ayuda, solidaridad, capacitación, conocimiento y empleo, con ello no solo predicamos, practicamos la liquidación del orden social impuesto por el capital. Hay que mejorar este terrible desorden Nicolás ya es una miseria para una cultura revolucionaria.

Socialismo no solo es ayudar a los más pobres, el socialismo necesita que se industrialice el país con la mejor tecnología y preparar con ella al obrero. Fuentes de trabajo que impulsen mejor la economía con soberanía alimentaria para poder definir de mejor manera el concepto de Estado socialista.

Este concepto que se pretende es propiedad pública entonces el concepto de participación supera largamente la connotación económica a la que usualmente se contrae el término. En un proceso revolucionario el patrimonio moral y material genera obligaciones de todos y obligaciones del Estado que, hasta ahora y así como vamos son limites, en esa perspectiva las doctrinas de las que se habla desconocen la verdadera participación del pueblo.

Masa que a ciencia cierta no entiende para que sirven las expropiaciones, no entienden que ayudan en el ejercicio del desarrollo sustentable para expandir las posibilidades de un Estado socialista dotado de contenidos materiales, culturales, que alimentan las libertades y autonomías que exige un socialismo.



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Raul Crespo


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