Karl Raimund Popper (1902-1994), filósofo austriaco; su aporte intelectual está enmarcado en redefinir la lógica en la heurística científica; criticó la idea de que la ciencia es en esencia inductiva, y propuso un criterio de comprobación que él denominó falsabilidad, para determinar la validez científica, subrayando el carácter hipotético-deductivo de la ciencia. Popper se lo identifica con el realismo crítico, el criticismo o la escuela crítica, y su filosofía se asocia al modelo epistémico del racionalismo crítico. Por racionalismo crítico, debe entenderse la decisión de no dejar ningún enunciado, teoría o posición tomada fuera del ámbito de la discusión crítica.
En este aspecto, el racionalismo crítico, no se reduce a ser una metodología de la ciencia ni un proceder que esté ligado a determinados ámbitos de la praxis humana. La filosofía popperiana tiene consecuencias metodológicas en ciencia, la más importante es la de dar participación a la realidad, a fin de testear críticamente las hipótesis y teorías, que es lo llama Popper la falsación. La facultad crítica de Popper es humana, donde la ciencia es uno de los ámbitos adonde dicho sentido humano se diversifica y expande más allá de la abstracción. Según Popper el método de la ciencia es el método de conjeturas audaces e ingeniosas seguidas por intentos rigurosos de refutarlas. Popper siempre enfatizó que no existe tal cosa como “el” método científico y que, en el mejor de los casos, podemos encontrar algunas indicaciones que nos permitan conducirnos mejor en la resolución de problemas. Por tanto, creo que hay que reconocer los aportes de Popper a la metodología pero sin caer en una absolutización de los mismos.
El legado de Popper, a todas estas, plantea que la falibilidad humana hace que no podamos estar seguros de nuestro conocimiento. Lo que sí podemos hacer es proponer conjeturas explicativas sobre la realidad e intentar refutarlas mediante severos tests. De modo que, si bien no se puede probar la veracidad de una teoría, si se puede someter experimentalmente al control de la realidad y dejar que ésta les diga “no”. Popper critica al pensamiento positivista de verificación y propone la falsabilidad de las teorías como criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia.
Ahora bien, esa idea que surgió en el Positivismo Lógico del Círculo de Viena, fue un movimiento que surgió en el contexto filosófico europeo dominado por el neo-kantismo y el neo-hegelianismo, e inmerso en el ámbito de la ciencia en el mundo de habla germana; los neopositivistas se proponían restablecer a la filosofía como la más destacada de las Ciencias. En cualquier caso, lo que los hizo famosos fue esgrimir la verificabilidad como criterio de significación. Esto es, muy brevemente, el proponer que todo enunciado significativo debe tener un correlato observacional. En un sentido concreto, los neopositivistas creían que este tipo de enunciados eran característicos de la ciencia.
Ahora bien, Popper, con la falsabilidad, no está a la búsqueda de un criterio de significación sino de un criterio de demarcación. Demarcación entre lo que es ciencia empírica y lo que no lo es; se resalta que lo que no es ciencia empírica, la metafísica y la teología, comparte un lenguaje común con lo empírico en tanto y cuanto se complementan y ejemplifican. Volviendo a la falsabilidad, Popper cree que lo distintivo de la ciencia empírica es el hecho de que de sus teorías pueden deducirse enunciados contrastables desde la experiencia. La base empírica es el conjunto de afirmaciones básicas de carácter observacional acerca de la experiencia y los objetos; Popper considera como enunciados básicos aquellos a los cuales los científicos consideran como satisfactorios y suficientemente testeados, pero, coherentemente con el falibilismo del que venimos hablando, esta base no es de “roca sólida” sino más bien “pantanosa”.
Sin embargo, Popper no se queda anclado en el racionalismo crítico, va más allá, da lo que se conoce como el “giro evolucionista”, el cual se concreta con la publicación de su libro “Conocimiento objetivo”, en 1972; la base del mismo se encuentra la tesis de la continuidad existencial entre las mutaciones genéticas y las conjeturas, entre evolución y conocimiento; de este modo, las variaciones genéticas se retienen de acuerdo con los procesos de selección natural, las conjeturas explicativas que los humanos crean se retienen tras un proceso de discusión crítica y contrastación. Tanto la adaptación biológica como el crecimiento del conocimiento se dan por variación ciega y retención selectiva. En el caso de una mutación, su supervivencia la determinan las presiones de la selección natural; en el caso de una conjetura, por medio de la discusión crítica y la refutación.
En concreto, muchos pueden considerar el aporte de Popper en exceso oscuro y difícil de digerir; es ciertamente complejo su pensamiento, pero su aporte intelectual es elemental y sencillo. Popper considera el conocimiento científico como el tipo de conocimiento mejor y más importante que tenemos, aunque él está lejos de considerarlo el único. El conocimiento científico se logra mediante la aplicación del método científico a la solución de problemas de investigación; ese conocimiento científico posee varias características que hacen que este sea diferente de otros tipos de conocimientos, debido a que está sometido constantemente a la duda metódica, tiene un origen empírico, es decir que dichas teorías, hipótesis, conjeturas son contrastadas con la realidad para encontrar la falsedad, ya que no hay verdades absolutas puesto que el conocimiento científico es siempre provisorio o fundado en probabilidades y su validez se basa o exige el acuerdo de la comunidad científica. En cuanto al método científico, Popper lo define como el camino por el que se debe incursionar paso a paso el investigador para recorrer las etapas requeridas de la investigación que busca desentrañar el sentido a la solución de un problema específico; este alude a las maneras de proceder en la investigación científica, donde el científico debe cerciorarse firme y sólidamente de la validez que va alcanzando la empresa investigativa, la cual requiere de revisiones permanentes a lo largo del proceso para convencerse de que nada ha faltado o de lo que es imperioso superar, los problemas o posibles errores con que pueda tropezar. Lo que hoy se llama método científico no es una lista de recetas para dar unas respuestas correctas, a las preguntas científicas sino el conjunto de procedimientos por los cuales se plantean los problemas científicos se ponen a prueba las hipótesis científicas; el método es normativo en la medida en que se muestra cuáles son las reglas del procedimiento que puede aumentar la probabilidad de que el trabajo sea fecundo; dichas reglas tienen como utilidad la detección de errores. Popper aprecia que la racionalidad científica no requiere de puntos de partida incuestionables, pues no los hay; aunque la ciencia es inductiva, en primera instancia, el aspecto más importante es la parte deductiva. La ciencia se caracteriza por ser racional, y la racionalidad reside en el proceso por el cual sometemos a la crítica y reemplazamos nuestras creencias. Frente al problema de la inducción Popper propone una serie de reglas metodológicas que permiten decidir cuándo se debe rechazar una hipótesis. En la próxima entrega, se ahonda acerca de este pensamiento popperiano, no solamente para entenderlo, sino para ubicar su trayectoria en el inmenso espectro de la epistemología del siglo XX.
Popper propone un método científico de conjetura por el cual se deducen las consecuencias observables y se ponen a prueba. Si falla la consecuencia, la hipótesis queda refutada y debe entonces rechazarse. En caso contrario, si todo es comprobado, se repite el proceso considerando otras consecuencias deducibles. Cuando una hipótesis ha sobrevivido a diversos intentos de refutación se dice que está corroborada, pero esto no nos permite afirmar que ha quedado confirmada definitivamente, sino sólo provisionalmente, por la evidencia empírica. El método científico de Popper, consiste básicamente en la formulación de ideas innovadoras y en su sometimiento a las más razonables, rigurosas y eficaces refutaciones posibles. Popper llega, a “…una nueva teoría del método de la ciencia, a un análisis del método crítico, el método de ensayo y error: el método que consiste en proponer hipótesis audaces y exponerlas a las más severas críticas, en orden a detectar dónde estamos equivocados”.
En este aspecto, las ciencias sociales, que no deberían concebirse, en ningún caso, como un medio de moldear y manipular a antojo una sociedad, tal como quisieron Auguste Comte y muchos que le siguieron, el falibilismo popperiano implica instancias de control que impiden, la dogmatización del error; entre la naturaleza de los problemas de las ciencias naturales y de las sociales como las objeciones respecto a la imposibilidad de testeo empírico en ciencias sociales, el desarrollo de la física o de la biología contemporáneas vuelven la alusión a una supuesta mayor complejidad de las investigaciones en ciencias sociales, como mínimo, sospechosa. Para Popper, el ingeniero fragmentario sabe, como Sócrates, cuán poco sabe. Así, la praxis social fragmentaria consiste, grosso modo, en llevar a cabo pequeños ajustes y cotejar celosamente los resultados obtenidos frente a los esperados. Popper debería ser considerado uno de los teóricos más importantes del “socialismo democrático”. Su idea, acertada o no, de que el laissez faire no bastaba, y que incluso podía tener consecuencias negativas para la misma libertad que intentaba preservar; de ahí su postura a favor de un intervencionismo que, por sobre todo, apuntara a mitigar o eliminar los males sociales más graves: la miseria, la explotación, entre otras.
Ahora bien, Popper siempre puso gran énfasis respecto de los peligros que la acumulación de poder de una economía socializada traerían para la libertad, al punto de señalar que un socialismo combinado con el respeto por la libertad individual no era más que un hermoso sueño. Popper siempre mostró gran interés por encontrar formas en que la experiencia pudiera ayudarnos en nuestros esfuerzos críticos.
Recalcando lo anterior, Popper ve en la historia occidental el conflicto entre la sociedad cerrada y la sociedad abierta; la sociedad cerrada es más antigua que la abierta y se resiste a desaparecer. En la sociedad cerrada “nomos” es “physis”, es decir, el ordenamiento legal se equipara al orden natural. Las cosas son como son porque así, naturalmente, deberían ser. Ya no hay un orden rígido, plagado de tabúes y decretos, que impidan la autonomía personal; como se supone naturalmente, las libertades de una sociedad abierta socavan la monotonía y la estabilidad de las que se disfruta en una cerrada; la libertad y la discusión crítica abren la puerta al cambio social. Popper reconoce la lucidez de muchos de los análisis de Marx, pero lo considera un falso profeta; piensa así porque en el centro de la teoría marxiana se encuentra la idea de una transición inexorable de estadios históricos que conducirán al comunismo y al fin de la pre-historia humana. A su vez, Popper ve en Marx dos problemas adicionales: el primero, vinculado con el resurgir en su filosofía de una de las peores características de la sociedad cerrada: el tribalismo, en este caso de proletarios contra burgueses; y el segundo, tiene que ver la propuesta marxiana de una ingeniería social holística, que al entender de Popper se presenta fragmentaria, haciendo énfasis en los cambios graduales y controlados. En Marx, argumenta Popper, la transformación de la sociedad debe ser total siguiendo el modelo de sociedad ideal que advendrá en el futuro. Popper dedica su obra “La miseria del historicismo”, a las víctimas de la creencia en leyes inexorables de la historia; Popper piensa que la democracia no es el gobierno del pueblo, la democracia es un sistema que permite cambiar a nuestros gobernantes sin derramamiento de sangre y que proporciona un conjunto de instituciones preparadas contra la dictadura.