Sobre el Socialismo

Es indiscutible que la nueva ley del trabajo contiene disposiciones altamente beneficiosas para los trabajadores, eso es incuestionable. Sin embargo, en nuestra mente revolotea una interrogante: ¿será acaso igualmente beneficiosa para el país?

Hace relativamente poco tiempo, en un artículo publicado por este mismo medio, Rómulo Peso Silva reprodujo algunas palabras pronunciadas por Raúl Castro en la Asamblea Nacional de Cuba. Esas palabras decían textualmente lo siguiente:

“…la ausencia de una cultura económica en la población, incluidos no pocos cuadros de dirección, los cuales, evidenciando una ignorancia supina en la materia, al enfrentar problemas cotidianos adoptan o proponen decisiones sin detenerse un instante a valorar sus efectos y los gastos que se generan, ni si existen recursos asignados en el plan y el presupuesto con ese destino”. Se pasó a propiedad estatal casi toda la actividad económica del país. Se dio información inexacta, se mintió y engañó, se acostumbró durante 50 años a esconder las fallas con secretismos, se abultaron la plantilla de funcionarios. No se actuó pese a que se veía que se iba a un descalabro. En 1976 Fidel expresó “lucharemos denodadamente por elevar la eficiencia de la economía, ahorrar recursos, reducir gastos no esenciales, aumentar las exportaciones y crear en cada ciudadano una conciencia económica”. En l986 Fidel insistió.”Mucha gente no entiende que el Estado Socialista, ningún Estado, ningún sistema puede dar lo que no tiene, y mucho menos va a tener si no se produce; si se está dando dinero sin respaldo productivo. Estoy seguro de que las plantillas infladas, el exceso de dinero entregado a la gente, los inventarios ociosos, los despilfarros, tienen que ver mucho con el gran número de empresas irrentables que hay en el país” Y continúa Raúl: “Fidel hizo lo que le correspondía (…) y los demás no supimos asegurar y consolidar el avance en pos de esos objetivos”, “no fuimos suficientemente exigentes ante violaciones y errores de carácter económico cometidos por algunos dirigentes y también demoramos en rectificar decisiones que no tuvieron el efecto esperado pero supervivieron”. Hasta aquí las palabras del Presidente cubano.

Obsérvese que Raúl para nada menciona el bloqueo como la causa de las dificultades económicas por la que atraviesa actualmente la isla. Sino que las mismas son atribuidas exclusivamente a errores y desviaciones de la dirigencia de la revolución.

“Hace poco un alto dirigente del Proceso asoció indebidamente el socialismo con una vida modesta y llena de privaciones, una vida que, por austera, raya casi en la pobreza y en la austeridad espartana. Siempre que se habla de socialismo aquí se hace referencia a estas supuestas características del mismo calificándolas de valores. Sin embargo, debo decir que no hay nada más falso que tal cosa. Eso es así, porque además de sus otras virtudes políticas, morales y humanísticas, el socialismo es un sistema de abundancia en el cual se les garantiza a todos los ciudadanos, absolutamente a todos, repito, un estándar de vida superior al que es capaz de garantizarles el capitalismo. La razón es muy sencilla, porque mientras en el socialismo el producto del trabajo social se distribuye entre todos los miembros de la sociedad, en el capitalismo ese mismo producto social se distribuye entre un reducido grupo de capitalistas. Como se comprenderá, el socialismo no es un asunto de soplar y hacer botellas. Porque para lograr ese ideal, es necesario que se cumplan ciertos requisitos históricos inviolables. Como por ejemplo, que las fuerzas productivas hayan alcanzado un grado de desarrollo tal, que se pueda producir la mayor cantidad de bienes con la menor inversión y con el menor esfuerzo posibles, es decir, una altísima rentabilidad,y en Venezuela, país altamente sub-desarrollado y atrasado en extremo, no se ha logrado ni se logrará por muchísimo tiempo esas condiciones. Por lo que es poco menos que un error que en momentos en que ni siquiera somos capaces de fabricar un botón ni producir caraotas, se esté hablando de la instauración de este sistema tan avanzado en nuestro país.

El socialismo, que se incuba en las propias entrañas del capitalismo, sólo será posible cuando el sistema que lo engendra haya agotado toda su capacidad de generar progreso y, al mismo tiempo, sea incapaz de detener el empuje de las fuerzas socialistas emergentes. Cómo es fácil observar, ese momento no ha llegado todavía en ninguna parte del mundo y menos en Venezuela. Por lo que lo único que le queda al gobierno en estos momentos en el campo económico, es dedicar todos los esfuerzos y todos los recursos a mejorar la calidad de la enseñanza, modernizar y fortalecer la actividad agrícola e impulsar la industrialización del país. Es por aquí, y no por utopías irrealizables, completamente desvinculadas de la realidad, por donde se debe empezar la construcción del socialismo en cualquier país del universo y más en el nuestro.

Para ilustrar mejor esto último, tal vez sea útil decir lo siguiente: en su tránsito hacia superiores etapas de organización, la sociedad no puede saltarse, en su viaje hacia el socialismo, la etapa de las relaciones capitalistas de producción, como tan alegremente se viene proponiendo. ¿Por qué? Porque, como ya dijimos, es en el seno del capitalismo y no en ninguna otra parte donde nacen, crecen y se fortalecen los factores históricos que habrán de permitir el surgimiento del socialismo. Esto es tan cierto, que puede afirmarse con la más plena y absoluta seguridad, que sin capitalismo no podrá haber nunca socialismo. Lo cual significa que, una vez surgido éste, será porque el viejo orden capitalista habrá desaparecido, y ya no existirá la menor posibilidad de retorno hacia el mismo.

Pero por si hiciera falta algo más para comprender que el avance de la sociedad tiene que ser necesariamente por etapas, tenemos el lamentable caso de la desintegración de la Unión Soviética. En efecto, como todos sabemos, el socialismo en la URSS se construyó casi inmediatamente después del derrocamiento del zar, que era la cabeza visible e institucional del sistema político, económico y social imperante para ese momento, es decir, del feudalismo. Después de inenarrables e inconmensurables dificultades imposibles de describir, y después de vencer con inmensos sacrificios las agresiones de los países occidentales, que se coligaron en una “Santa Alianza” contra la naciente revolución socialista, la cual pretendían estrangular en la cuna, finalmente ésta, bajo la genial conducción de Lenín, vence a todos sus enemigos y comienza, a partir de la nada, una impetuosa recuperación sin precedentes en la historia de la humanidad. Los logros alcanzados por la URSS en todos los campos fueron tan espectaculares, que en el corto tiempo que tuvo de vida no sólo llegó a tutearse con la potencia más desarrollada de la tierra, sino que incluso en muchos campos hasta llegó a superarla, como fue el caso, entre otros muchos, de la carrera por la conquista del cosmo.

Al respecto, es digno de mencionarse, por lo que tiene de significativo y jocoso a la vez, el hecho de que mientras los cohetes norteamericanos explotaban por docenas en Cabo Cañaveral, buscando emular las hazañas soviéticas, a cuyo frente se encontraba el camarada Stalin, la perrita Laika y Yuri Gagarin, desde el espacio exterior, se entretenían felices tirándoles trompetillas a los frustrados gringos.

Sin embargo, pese a todos estos avances y conquistas logradas por esta heroica nación y por su extraordinario líder, un día los soviéticos se acostaron despreocupados, sin sospechar siquiera lo que estaba a punto de ocurrir, y se levantaron con la sorprendente noticia de que el socialismo, que tantas batallas había librado para su instauración; que había salido airoso de la gesta más heroica que nación alguna haya protagonizado jamás, como sin duda fue la batalla de Stalingrado, que a costa de 20 millones de muertos y de una devastación apocalíptica derrotó al nazismo alemán, este sistema, el socialismo, había desaparecido. Y no sólo eso, sino que, además, se había regresado a la etapa históricamente inferior, es decir, al capitalismo. Y todo, en santa paz y sin dispar un miserable tiro.

¿Qué cosa tan extraordinaria había ocurrido? ¿Cómo toda una señora potencia mundial, que se creía fuertemente consolidada, pudo virtualmente desvanecerse como un espejismo y sin que ninguno de sus enemigos externos hubiera hecho nada para que tal cosa ocurriera? Hasta ahora, que yo sepa, las ciencias sociales no han intentado ninguna explicación racional y coherente sobre ese fenómeno. Lo más que han llegado a decir es que la dirigencia de la revolución se burocratizó. Olvidando que los hombres son el instrumento de los que se vale la historia para logras sus fines. De manera que esa explicación existe y se llama Historia. Efectivamente, la Historia, que no se anda con contemplaciones con nadie, volvió por sus fueros y puso las cosas en su lugar, cosas que en la Unión Soviética se habían trastocado de tal manera, que se pusieron a correr antes de haber aprendido a gatear. Me explico, para que una persona pueda correr tiene primero que aprender a gatear, luego a caminar para finalmente poder correr. Y en la construcción del socialismo en la Unión Soviética se violó este símil, esto es, se desconoció, lamentablemente, la secuencia histórica de los cambios de las sociedades humanas.

Para construir el socialismo en la URSS se destruyó el feroz régimen feudal, pero dejaron intactas las fuerzas capitalistas que ya se habían empezado a formar en las entrañas del viejo régimen. De allí que el anti-histórico regreso del socialismo al capitalismo se efectuara prácticamente sin mayores traumas y dificultades. Para poder comprender la magnitud de esta aberración, imaginémonos que en cualquier país capitalista desarrollado de hoy se quisiera retornar a la época de Luis XVI. No se podría. ¿Por qué? Porque todo el orden feudal se destruyó con el nacimiento del capitalismo, y ya no hay feudalismo al cual poder regresar.

Todo lo anterior sirve para comprender que las transformaciones que experimentan las sociedades humanas en busca de mejores formas de organización política, social y económica se caracterizan por ser progresivas, es decir, por cumplirse rigurosamente por etapas sucesivas. Pero también sirve para comprender que en un país tan atrasado como el nuestro y otras naciones latinoamericanas y, entre ellas, Cuba y otros del tercer mundo, pensar en el socialismo, aunque sólo sea en su nombre, es una quimera que no tiene la menor base de sustentación. En este sentido, el socialismo sólo se podrá construir en un país altamente desarrollado. Sin embargo, como el capitalismo se ha convertido en un sistema integrado e interdependiente, también es posible que el socialismo surja entre ellos simultáneamente o con una muy escasa diferencia de tiempo, como lo señaló Federico Engels.

Lo anterior debe servir para indicar el error en el que se puede incurrir si para “construir” el socialismo se emprenden acciones y medidas que, por desfasadas históricamente, pueden colocar el país en gravísimos riesgos; Es decir, en dificultades cuyos negativos efectos podrían ser, además de irreversibles, tremendamente catastróficos. Por eso, no es nada recomendable actuar como el aprendiz de brujo.

alfredoschmilinsky@hotmail.com



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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