Mientras el golpe de timón prosigue su paso dentro de PDVSA, purificación muy atrasada por cierto, el mundo petrolero y energético mundial sigue su paso también. En la dialéctica productores conservadores versus productores liberales se encuentra el campo de tensión: el cambio climático y el consumo mundial. Los liberales buscan a toda costa reducir la dependencia de los productores conservadores, tipo OPEP.
En este afán, los Estados Unidos han avanzado, y continúa su ruta, ahora con el respaldo de un presidente convencido que el cambio climático es una estrategia de sus competidores para frenar el America First. En estos pocos días, el presidente Trump ha dado luz verde en materia energética a las desregularizaciones internas sobre la producción del carbón, y también al proyecto XL.
¿Qué es el proyecto XL? Ya no es un proyecto, el oleoducto está construido, une el crudo extra pesado, mejor dicho las arenas petroleras de Canadá con Texas, es decir, atraviesa verticalmente a los Estados Unidos desde el norte hasta el sur para alimentar a la refinería Koch Industries Flint Hills, compradora del crudo extra pesado venezolano, el de la faja.
Canadá vende su crudo extra pesado entre 12 a 30 $ por barril por debajo del precio venezolano, según el nivel del precio internacional del momento. Los dueños se ahorrarán 1,3 millardos $ al año. Ya el oleoducto está listo. Por lo que PDVSA perderá un cliente que estaba en el bolsillo a la vuelta de la esquina.
¿Es momento de evaluar la estrategia de defensa de precios que se llevó adelante por más de 14 años?
Pienso que sí, y además es el momento de reinventarse en materia energética. Se dice fácil, pero es uno de los asuntos más complejos del presente momento de la humanidad. Estamos en la transición energética global. Venezuela podría retroceder al siglo XIX, aunque ya tiene aspectos de ese siglo pasado. Necesario es vencer la gran tormenta que está contra nosotros.
"Sólo el pueblo virtuoso se salva"
