Ugalde sorprendido con las manos en la maceta

Cuando el cura Luis Ugalde llegó a Venezuela nos leyó la cartilla: “Y si no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiese sea a vuestra culpa y no de sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen; y de cómo lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presentes rogamos que de ello sean testigos.” (Arthur Helps, La Conquista Española en América, University of California Press, Berkeley, 1976, p. 249.)

Cada ser de estos condenados de la Tierra que hubiese tenido el valor para reflexionar sobre su condición de esclavo y que hubiese procurado buscar una salida para dejar de serlo tanto para sí como para su gente, de ipso facto el mundo de las Majestades le habría restallado la fusta en la cara, y darle lo que se merece: “bruto despreciable”, “mono feroz”, “déspota de corazón”, “tirano”, “enemigo nato de la libertad de expresión”, ¡¡¡¡¡¡¡TOMA!!!!!!!

El cura Ugalde, toda la vida se educó entre tiranos, donde no existe por supuesto eso por lo que ahora aboga tanto, “libertad de expresión”; toda la vida ha sido un hijo queridísimo de los valores impuestos por la dictadura de Franco. Ahora se lanza con furia contra la fiscal general de la República y dice: “Sus palabras me recordaban todo lo que protestamos y escribimos en las décadas de los años setenta y ochenta contra la "doctrina de la seguridad nacional" de los dictadores del sur, mientras por mi mente pasaban las terribles imágenes de miles y miles de perseguidos, asesinados y desaparecidos en Argentina, Uruguay, Chile, Brasil... Lo que para el poder militar era "seguridad", para millones de ciudadanos era persecución, terror y muerte.”. Qué cinismo, Dios mío. Cuando en esa época en esos países, Argentina, Uruguay, Chile, Brasil..., la Iglesia se encontraba totalmente amarteladita y embanderada con los represores, con los dictadores, con los militares y dictadores asesinos.

Sabemos que Ugalde hubiese sido feliz, sin chistar nada, en el Chile de Pinochet, así como hoy nada dice contra el dictador Roberto Micheltti quien está matando profesores, quien está allanando universidades y negándole el estudio a cientos de miles de jóvenes. El bárbaro jesuita que aún cree que anda a caballo con la sotana arremangada y con una espada toledana cercenándole cabeza a los indios, por los campos venezolanos, suelta su flema maldita para escupir: “Este proyecto de ley de educación, aprobado en comisión con nocturnidad (de noche aprobaron lo no leído) y alevosía ("a traición y sobre seguro", dice el diccionario) es impresentable de forma y de fondo, y suplantó al aprobado en 2001 en primera discusión.”

Busca Ugalde aplicarle a Chávez el mismo truco que le metieron a Rómulo Gallegos cuando éste trató de aprobar una nueva Ley de Educación en 1948. En aquella época los curas fascistas, casi todos españoles, regaron por todas partes que Gallegos estaba sacando los Cristos de las escuelas; hicieron correr bolas por los poderosos medios de comunicación social y sobre todo desde los púlpitos, que el gobierno iba a acabar con la religión cristiana; que se iba a eliminar los templos, que en escuelas, insisto, hasta de las casas se prohibiría la exposición de imágenes de Cristo y de la Virgen María; que no se iba a poder rezar más, que el nuevo dios de Venezuela sería Satanás y los dioses de las huestes comunistas. Imagínese el lector cómo calarían estas invectivas en aquella Venezuela casi colonial, hundida en un analfabetismo brutal y severa debilidad moral, en una región sometida por más de 450 años a servidumbres y miserias de toda clase con curas igualitos al Ugalde. Los oficiales que querían salir de don Rómulo Gallegos encontraron pues la mesa servida con el terror impuesto por la Iglesia; se habían creado las condiciones ideales para dar otro golpe de Estado, y lo dieron. Eso es lo que busca este canalla horrible de Luis Ugalde. Qué desgracia la de nuestro país que le llegó tanta escoria y pútrida sentina de España. Por eso no salimos de una…


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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