Los conflictos bélicos tienen consecuencia de distinto tipo en distintos ámbitos de la sociedad. Las consecuencias humanitarias pueden llegar a ser devastadoras y tener un gran impacto sobre todo en los menores, por lo que es necesario hacer una evaluación de las mismas y, por ende, las que afectan a la infancia. Unicef (2021) sostiene que crecer en un país azotado por la guerra no es nada fácil, siendo niños y jóvenes los que más violaciones a sus derechos suelen recibir durante los conflictos. Estas violaciones pueden constituirse en seis grupos, estos son: asesinato y mutilación, reclutamiento, ataque a hospitales y escuelas, violencia sexual, secuestro y negación de la ayuda humanitaria.
En cada uno de estos grupos se llevan a cabo distintas acciones. Por lo menos en el caso de asesinato y mutilación, los menores son objetos de tortura, matanzas y mutilaciones que causan su fallecimiento, o lesiones debido al fuego cruzado, minas antipersonas, explosivos, armas, municiones de racimo, operaciones militares, demoliciones, operaciones de búsqueda y rescate o ataques suicidas. Cuando hablamos de reclutamiento nos referimos a niños soldados, pues se puede dar el uso de menores en grupos armados, su alistamiento forzoso o voluntario con la finalidad de servir en gran variedad de operaciones delictivas. También están los secuestros donde los niños son capturados, detenidos o desaparecidos de forma violenta o forzosa con la finalidad ejecutar represalias, generar miedo, obtener rehenes (Prieto, C., 2023).
Los ataques a la escuela y hospitales pudieran estar a la orden del día, por lo que dejan de ser un lugar seguro para los niños poniendo en peligro su vida, aprendizaje, economía y salud; la violencia sexual es un acto habitual en los conflictos bélicos, y están enmarcando las violaciones, esclavitud sexual, trata de personas, prostitución, embrazo precoz y matrimonio infantil forzoso, esterilización, explotación o abuso social, a fin de humillar a la población u obligarla a que abandone sus hogares. Sobre la negación de ayuda humanitaria, los oponentes suelen privar de esta en forma intencionada, siendo primordial para la supervivencia de civiles y menores. Durante los conflictos armados, la educación no se suele considerar como un derecho fundamental, por lo que a menudo se pasa por alto. Pese a ello, el cumplimiento de este derecho es primordial para la infancia, ya que la educación en tiempos de guerra proporciona a los niños, aprendizaje, bienestar físico y psicológico, así como protección social por lo que es considerada como una respuesta principal y fundamental para la garantía de los derechos fundamentales (Pérez O, 2022, citado por Prieto, C., 2023).
Formar a los estudiantes en los valores de la paz, ciudadanía, igualdad y tolerancia es primordial y se debería garantizar como contenido pedagógico, no solo durante conflictos armados si durante el diario devenir. Para conseguir un modelo educativo en el cual la convivencia pacífica sea una realidad, es indispensable que se genere la participación de toda la comunidad educativa, por lo que educar para la paz es procurar el desarrollo de habilidades y el provecho de herramientas que permitirán a las personas y pueblos vivir de forma pacífica, en esto se encuentra la asimilación de valores como la justicia social, igualdad, cooperación, solidaridad, respeto y autonomía según el movimiento por la paz (Educar para la paz s.f, citado por Prieto, C., 2023). Debemos de elevar nuestras expectativas con respecto a las aspiraciones que se buscan en la calidad de la educación de millones de niños afectados por conflictos armados en estos momentos, hoy hay más conflictos que en ningún otro momento desde la Segunda Guerra Mundial (Educación y Habilidades, 2024).
Cuando vemos en pantallas de televisión a niños afectados por las guerras muy rara vez pensamos en la formación a largo plazo. Es comprensible que con frecuencia la atención se centre en el agua, el saneamiento y el refugio en cualquier lista de prioridades. Pero en una guerra prolongada no se puede permitir que los niños no adquieran conocimientos fundamentales. La educación es un súper poder que ayuda a las personas y a los niños a prosperar en tiempos de estabilidad, así como en tiempos de dificultades. Las habilidades que ayudan a prosperar en un trabajo cambiante son las mismas que ayudan a transitar en un mundo lleno de imprevistos: la resolución de problemas, colaboración, comunicación, pensamiento crítico y el liderazgo. En tiempos críticos se deben reconstruir los sistemas educativos para que el desarrollo sostenible y la paz ocupen siempre un lugar fundamental. Está demostrado que las aptitudes interpersonales y los valores de paz se pueden cultivar en las matemáticas y en las ciencias, como la educación personal y social, los planes personales y material pedagógico debe plantar las semillas de la reintegración en las sociedades estables así como las que viven tiempos difíciles. Podemos tomar el sistema educativo de Finlandia como ejemplo de un sistema donde la equidad, la salud mental y la resolución de conflictos están atados a las aulas (Educación y Habilidades, 2024).
Bibliografía
Carla Marqués Prieto (2023). Educación en Tiempos de Guerra, Universidad de Oviedo, Facultad de Formación del Profesorado y Educación. https://digibuo.uniovi.es/dspace/bitstream/handle/10651/68950/TFG_CarlaMarquesPrieto.pdf?sequence=5
Educación y Habilidades (2024). Por qué necesitamos una educación construida para la paz, sobre todo en tiempos de guerra. https://es.weforum.org/agenda/2024/03/por-que-necesitamos-una-educacion-construida-para-la-paz-sobre-todo-en-tiempos-de-guerra/