¿Hora oscura o apagón filosófico en la UPEL?

I Un recuerdo

Cuando cursábamos bachillerato en humanidades en el Colegio Santa María de Caracas, donde hoy es la Estación La Paz, 1987 aproximadamente. Pues vivíamos en El Paraíso, Quinta Alberione, (Centro Vocacional Sal Pablo) nuestros profesores de Geografía Económica y Francés habían sido alumnos dilectos de J. R. Guillén Pérez, notable profesor del Instituto Pedagógico de Caracas, a quien solían gastarle bromas: Profe, tenga cuidado no vaya a atropellar al ente al subir al ascensor, que es el modo de existir del ser, ¿o es al revés?; u otras más serias: Profe, ¿quién está más cerca de la verdad: la ilusión o el error? Quien padece la distorsión de la cultura moderna nihilista, existencialista o pragmática, ¿qué perspectiva le ofrecen la evolución de la ciencia y las humanidades para responder una pregunta elemental como qué es el vivir? Y otras preguntas de igual tenor trascendental pero que en este momento olvidamos porque la bruma de los años sólo nos permite evocar el tono festivo y lleno de afecto con que aquellos discípulos tardíos referían sus contactos con el maestro de filosofía.

También el Prof. Albornoz, quien fuera director del Instituto Pedagógico de Caracas, en un opúsculo de reciente data nos cuenta cómo ellos se formaban de manera informal en seminarios de lectura lenta en áreas fundamentales de la filosofía, en tiempos cuando los postgrados (especializaciones, maestrías y doctorados) no eran frecuentes en Venezuela y para cursarlos formalmente había cruzar las fronteras. De hecho Guillen Pérez se había formado en centros de altos estudios de Franciau otros lugares de Europa, a los que solían volver con frecuencia para cursos de reciclaje, como antes se decía, o cursos de actualización.

Eran personas que se desenvolvían en varios idiomas y culturas, entre ellas la de la Grecia clásica, cuna de la civilización occidental y de la filosofía. Al parecer nunca imaginaron que alguna vez en la UPEL las asignaturas humanísticas como Introducción a La Filosofía, Sociología de la Educación, filosofía de la Educación, Ética y Docencia, Epistemología, Sistema Educativo venezolano, Historia de la Ideas Pedagógicas entre otras iban a desaparecer de la maya curricular e integradas absurdamente en un solo eje transversal, al modo de la confusión que existe en los planos onto-epistémico y praxológico hasta el punto de pretender hacer en este momento una especie de injerto entre cachicamo y rabipelado en la infame transformación curricular que han llamado pomposamente, en cuyo plan de estudios apenas sí aparecen dos cursos: Hombre y sociedad o Filosofía y Pedagogía, ¿será de esa forma cómo la UPEL pretende responder a las demandas del Plan de la Patria. Programa del Gobierno Bolivariano 2013-2019? (Por cierto, en el documento de base curricular en varias secciones se menciona el plan 2007-2013, pero nada del Plan de la Patria nuevo, el 2013-2019, ¿por qué ese desfase? ¿Qué se ocultará en el trasfondo? ¿Formar técnicos de la educación que piensen la realidad solo técnicamente, como diría José Ortega y Gasset en su obra Meditación de la técnica?

II Transformación Curricular o Comprimido Neoliberal

De ser así, esa transformación curricular que ahora se pregona en la UPEL y que al parecer ya viene cocinada desde no se sabe cuál laboratorio de expertos, semejante a aquel serial televisivo tan trágicamente humorístico llamado “Perdidos en el espacio”, y que invoca confusamente un tal referente teórico que no es más que cierta cronología de eventos previos con vistas a la elaboración del esperpento que pondrán en ejecución prontamente a trancas y barrancas; pero que destierra de cuajo a la Filosofía, no hay sino que “calárselo”, porque total, ¿qué más da? No somos sino unos “Panes peculiam”, unos gana pan, con perdón, como diría Manuel Caballero. O para aumentar el agravio se diría que en la UPEL hay una hora oscura o apagón filosófico, pero frente a ello hay también mucha indiferencia, siguiendo el adagio pudiéramos también decir que “Al enhornar se hacen los panes tuertos”… Parece ser más bien un comprimido neoliberal.

Como fuere, tal vez sea mejor así. Ya que a la filosofía como suele decirse del búho de Minerva despliega su vuelo al anochecer y puede tomar nuevos aires fuera de los muros de la academia, esto es, que es dable también hacer filosofía mundana, en ambientes abiertos o tertulias informales, ahí tal vez se aprende, siguiendo a Julián Rodríguez, a cómo hacer filosofía contaminados, eso sí, con las ideologías, los sistemas de pensamiento que despliegan ciertas claves de razón práctica: ética, estética y política aderezadas como condimentos para la toma de decisiones en diversas dimensiones de lo real sobre las que habrá de tomar determinadas posiciones téticas, porque hoy la técnica como ejecutoria para la dominación de la naturaleza pareciera que está jugando el papel de la magia en la Grecia clásica, a saber, el poder oculto para abrir las llaves del desarrollo, ¿pero quién y cómo se reflexionará acerca de la autosuficiencia de la naturaleza? ¿El ingeniero y el docente que entienden su oficio solo técnicamente? Verdad es que el ser está en las cosas mismas, para recordar nuevamente las lecciones de J. R. Guillén Pérez sobre los llamados pre-socráticos, ¿pero quién reflexionará sobre ello si, por ejemplo, en la UPEL se elimina la enseñanza de la filosofía? (Ver: J. R. Guillén Pérez “Dios, el ser, el misterio”. Monte Ávila Editores. Caracas. 1972).

Entiendo que, como decía hace tiempo alguien del mundo político, los filósofos y/o los profesores de filosofía en la UPEL, los que los son de verdad, frente a esta cacareada reforma curricular, se van a ir a la clandestinidad, (¿?) imagino que ofertarán cursos en algún ambiente o plaza más o menos discreta para quienes estén verdaderamente interesados en aprender tanto historia de la filosofía como en filosofar. No hay mal que por bien no venga…

III La Filosofía y el Filosofar en la UPEL-IPB: ¿amenazada?

La filosofía o, mejor, su actividad como acción cognitiva y socio-afectiva, guardan una relación positiva alta con el proceso educativo de cualquier nivel y modalidad; pero ello pareciera concretarse de manera más palmaria en la educación superior o universitaria, cuando el y la estudiante posee mayor madurez física e intelectual, a tenor de las consideraciones de Jean Piaget quien alude al desarrollo del pensamiento abstracto en ese grupo etario adolescente. Así, nuestro apreciado profesor, Pbro., Lic., Francisco Santa Daría, quien “profesaba” como antes se decía en el Instituto Pedagógico de Caracas, en su opúsculo “Introducción a la Filosofía” (Serie Estudios N° 5. Editorial Núcleo de Investigaciones Filosóficas del IPC.,NIFIIPC. Caracas. 1997. Pp. 124), acota en su presentación que Sócrates centra su interés no tanto en la Filosofía sino en el filosofar, entendiendo por tal la manera de proceder racional y dialogante en la práctica pedagógica, en el quehacer didáctico, que es, en sus palabras: “inseparable e intrínseco al filosofar”, (p. 7). Ergo, el filosofar posee de suyo una: “… dimensión pedagógica, resultante del quehacer pedagógico”, (ídem).

Citaremos a otro catedrático, profesor nuestro también con su obra “Cómo hacer filosofía” (Editorial Instituto Superior de Filosofía. caracas. 1989. Pp. 109), igualmente Pbro., Dr., Julián Rodríguez, quien en su empeño de hacer fáciles las cosas tenidas como complicadas (“Lo difícil lo hace fácil”, diría el narrador deportivo Pascual Artiles) y acota Julián Rodríguez que: “Vivir es filosofar y viceversa: Filosofar es vivir”, (p. 13) ya que volviendo a Santa Daría (opcit) el ser humano representa el “sujeto del quehacer filosófico en su dimensión existencial (…) a partir del estilo que va imprimiendo a su vida como proyecto”, (p. 7).

Expuesto lo anterior, ¿en qué cabeza que en una Casa de Formación Pedagógica desaparezca o se difumine el Área de Teoría Educativa, que incluye a la Filosofía de un plumazo, a la manera de Harry Potter y las brujas de la muerte? ¿En nombre de qué? ¿De la Psicología y los psicologismos y/o sociologismos o de las tecnologías de nuevo cuño? ¿En nombre de cuál reduccionismo técnico-curricular?, ¿el de los doctores “aiga” (Franz, dixit) que pululan alumbrados con titulaciones de gran prestigio académico? Exabrupto semejante nadie suscribe formalmente pero sin duda ya tienen una nueva maya curricular trans y multidisciplinaria, siguiendo a autores de segunda mano pero que nadie sabe explicar racional y coherentemente, hasta creo ni siquiera el mismo Edgar Morin o Rigoberto Lanz. O debe ser que en la UPEL existen discípulos de Gianni Vattimo pero al no saber adecuadamente italiano se lee mal e interpreta peor el llamado Pensamiento débil, o sin asistir a los cursos del Dr. Morado o del Lic. Tulio Olmos, asumen la lógica difusa…

En tiempos como los que ahora corren parece más necesario que nunca el ejercicio de la filosofía y su aporte más fecundo: pensar los fundamentos, perforar la realidad, voltearla, para transformarla. En síntesis, creemos que disciplinas como la Filosofía y las ciencias sociales, como diría Marc Bloch, son un químico peligroso y posibilitan cuadros valorativos del ser humano y su tecnología, más allá de lo que es “pensar la técnica técnicamente”, como se quejaba en la década de 1930 José Ortega y Gasset en su obra ya referida “Meditación de la técnica”.

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Luís Saavedra

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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