"El economista criollo" explica la crisis cambiaria y monetaria venezolana actual

INTRODUCCIÓN

Según la teoría económica, uno de los principales objetivos de las políticas económicas es garantizar la estabilidad del tipo de cambio. El Gabinete económico venezolano ha insistido que hay que "ahondar en la política cambiaria". La crisis cambiaria sigue siendo un desafío. De hecho lo han calificado como el "gran distorsionador" de los equilibrios macroeconómicos.

Es un hecho público, notorio, comunicacional, vivencial y latente, que el Gobierno de Nicolás Maduro no ha podido garantizar la estabilidad cambiaria a lo largo de su primer mandato que se vence a inicios de enero de 2019. Esto, a pesar de las distintas modalidades y estrategias de controles cambiarios aplicados en los últimos seis años, que se conoce en economía como "flotación sucia o intervenida", que evidentemente no fueron exitosas para contener los efectos perniciosos en la economía del dólar paralelo.

Incluso, el PETRO se diseña como una estrategia para intentar darle cierta dosis de estabilidad al tipo de cambio, que como se sabe, también es un problema de índole monetario. Pero los acontecimientos económicos durante los primeros 102 días del Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad donde se anuncia el método del anclaje del Bolívar Soberano y del salario mínimo al Petro (el 20 de agosto de 2018), nos ha demostrado que esa experiencia del "anclaje nominal" de la moneda local a una moneda digital (criptomoneda) de origen nacional, algo inédito en la historia de la economía mundial, aún no ha tenido el efecto deseado de contención del avance alcista del dólar paralelo, y sobre todo, del alejamiento colectivo a esa referencia ilegal y conspirativa.

Aunque duela, la empírea no miente. Al 20 de agosto de 2018 el Dolartoday promedio cotizaba en BS. 60 y al 30 de noviembre de ese mismo año promediaba BS. 400. Un incremento de 567% en 102 días. Mientras que el salario mínimo fue incrementado de BS. 1800 a BS. 4.500 en el mismo período, que representa una variación de tan sólo 150%.

No obstante, el ritmo de la pérdida del poder adquisitivo del salario, valga decir, la consecuencia inmediata de la inflación exponencial que padecemos, se incrementó en los últimos 3 meses a un ritmo superior que en los pasados 22 meses. Léase bien, el daño infringido a la población por los manipuladores de precios en un período de 20 meses que va desde enero de 2017 al 30 de agosto de 2018, donde llevaron un salario mínimo que podía comprar hasta 13 cartones de huevos a uno que tan sólo compraba 0,6 cartones de huevos, ahora hicieron el mismo daño pero en tan sólo 3 meses desde el 01 de septiembre al 28 de noviembre de 2018. (Ver Cuadro 1). Lo que refleja un cuadro de empobrecimiento colectivo que se incrementa a un ritmo acelerado.

 

CUADRO 1. Poder adquisitivo del salario mínimo integral.

 

 

En el siguiente artículo se analizan los elementos teóricos, empíricos y expectativas de LA CRISIS CAMBIARIA Y MONETARIA VENEZOLANA ACTUAL. Una problemática que a la vez es alimentada por las sanciones unilaterales impuestas por el Gobierno de Donald Trump el 25 de agosto de 2017 y el 21 de mayo de 2018, donde por medio de órdenes ejecutivas prohíbe a sus nacionales y a sus aliados en el mundo renegociar o adquirir nuevas deudas externa emitidas por el Gobierno de Venezuela y la petrolera estatal PDVSA, incluso, vender sus propiedades en Estados Unidos. Son sanciones políticas que buscan asfixiar financieramente al Gobierno y provocar el default con fines de embargo internacional.

 

 

ANALISIS CAMBIARIO DESDE EL ENFOQUE CLÁSICO Y MONETARISTA

 

Para la ortodoxia económica, la estabilidad en el mercado cambiario viene determinada por la estabilidad en el mercado monetario. Ambas son como un espejo del otro.

El enfoque clásico del análisis de las crisis cambiarias se centraba en los "ataques especulativos" que se dan por medio de la venta masiva por parte de los operadores en los mercados financieros de los activos denominados en la moneda de un país, buscando la devaluación de la divisa (dólar) en un país.

Para contener eso, los clásicos Krugman (1979), y Garber-Flood (1984) recomendaban que los gobiernos asumieran compromisos de estabilidad del tipo de cambio, que implicaba que su oferta monetaria no creciera más rápido que la de sus principales socios comerciales, en especial que la del país cuya moneda es usada como referencia, típicamente el dólar estadounidense para los latinoamericanos y asiáticos, el marco alemán hasta 1998 y el euro para los países europeos). Recomendando, que para alcanzar la estabilidad cambiaria se requiere que la Oferta Monetaria (M) se mantenga constante en el tiempo, siendo esta igual a la totalidad de las reservas internacionales (R) más la cantidad de créditos internos otorgados por el Gobierno al propio sector público o privado (D).

M = R + D

Por ejemplo, en el caso de que se incremente el crédito interno que eleva D, entonces para mantener la estabilidad debe reducirse paulatinamente R, es decir perdiendo reservas internacionales. En este caso, la estabilidad cambiaria se alcanza por la vía de la intervención del Gobierno a través de la política de expansiva o restrictiva de los créditos a la economía interna.

El enfoque clásico de ataques especulativos postula que la estabilidad cambiaria se vendría abajo, entrando en la fase de inestabilidad, cuando las reservas internacionales comiencen a decrecer rápidamente, incluso en un momento anterior antes que se agoten en su totalidad. Gracias a este enfoque se determinó el concepto de "tipo de cambio de sombra o implícito", que permite estimar el tipo de cambio vigente real, que es aquel que se da si el gobierno dejase de intervenir en defensa de la economía nacional. Se calcula dividiendo la liquidez monetaria entre las reservas internacionales.

Si analizamos la crisis cambiaria venezolana desde esta perspectiva clásica, los datos oficiales, emitidos por el BCV, nos indican que el comportamiento de la liquidez monetaria venezolana (M), ha estado creciendo en los últimos años, y el comportamiento de las reservas internacionales, mantenidas alrededor de los 8.500 y 9.000 millones de dólares en los últimos tres años (mínimos históricos). Según las cifras del BCV disponibles al momento de este escrito (02 de diciembre 2018), a septiembre de 2018 el dólar explícito era de 17 BS/US$, mientras que el dólar paralelo era de 92 BS/US$, cinco veces más que el tipo de cambio recomendado por los economistas clásicos.

Por tanto, la crisis cambiaria venezolana, desde la perspectiva clásica, estaría siendo generada por la cantidad de dinero que se está inyectando en la economía por la vía del crédito público y privado, inyección que no es compensada temporalmente por su "variable de ajuste" que son las Reservas Internacionales debido a lo menguado en que se encuentran, limitando la posibilidad de intervenir en defensa del compromiso de estabilidad cambiaria, forzando a la devaluación continua.

Una conclusión que conllevan a los economistas venezolanos seguidores de la Escuela monetarista, críticos al Gobierno de Maduro, a argumentar que la excesiva oferta monetaria generada por la inyección de dinero inorgánico es la causante de la hiperinflación interna.

Para compensar esa situación en el mediano plazo se requería incrementar las Reservas Internacionales, que dado las características estructurales de la economía venezolana, 96% de las divisas las genera la industria petrolera, sólo podría alcanzarse reactivando Petróleos de Venezuela (PDVSA), recuperando su producción, las exportaciones petroleras, y por ende, la entrada de divisas.

 

ANALISIS DE LA CRISIS CAMBIARIA DESDE EL ENFOQUE ECONÓMICO MODERNO

 

El enfoque clásico entró en desuso en tiempos de las tormenta monetarias que azotó a Europa entre 1992 y 1993, porque no explicaban los ataques sufridos por economías estables, con coherencias entre la política monetaria y cambiará como fue el caso de Francia.

Como alternativa surgió el enfoque "moderno", también llamado de "segunda generación" (Obstfeld: 1994), que develó la existencia de los mercados financieros internacional sin regulación, muy volátiles y dominados por agentes sin control social, que actúan de manera irracional y sin la responsabilidad adecuadas con los países. Estos operadores privados, que manejan enormes recursos, actúan con mucho poder en los mercados financieros nacionales e internacionales, y actúan con base en las expectativas de devaluación que se dan en los países.

Se basan en dos estrategias:

a) Esperar que haya expectativas de una devaluación en los países donde han adquirido activos financieros gubernamentales o privados para beneficiarse de ella, vendiendo (ex-antes) masivamente los activos denominados en monedas locales, es decir, atacando esa moneda, y como resultado de esa masiva venta, obliga al Gobierno a ejecutar la devaluación y se produce.

b) Caso contrario a lo anterior, los operadores ante la información que no va haber devaluación, no venden los activos en esa moneda (no atacan) y no ocurre la devaluación. En ambos escenarios se cumple las expectativas de los operadores, determinando su poder de incidencia en la estabilidad cambiaria de los países. Un poder que lo da ese elemento psicológico denominado "expectativas", que se transforma en decisivo, más allá de los factores económicos fundamentales que subyace la lógica del pensamiento clásico. Poder que es capaz de crear crisis incluso en economías sólidas.

Ante ese factor perturbador, el enfoque moderno resalta el rol fundamental del Estado, por medio de algún organismo que actúa como autoridad para contender, regular y supervisar el comportamiento de los operadores financieros nacionales e internacionales y su impacto en la economía, limitando su movilidad interna y externa a fin de garantizar la estabilidad cambiaria.

Ese rol contralor del Estado regulador, del Estado fuerte, que limita los capitales "golondrinas" y la migración de capitales de los sectores productivos (economía real) al cambiario, que regulariza a fin de crear las condiciones económicas idóneas, va atado al compromiso de garantizar esa estabilidad cambiaria. De lo contrario, se deteriora la credibilidad internacional del país alejando las inversiones extranjeras y cohibiendo las nacionales. Cómo consecuencias, esa economía se torna tendente a la aparición de situaciones de ataques especulativos y de crisis cambiarias.

La economía venezolana en tiempos de Nicolás Maduro ha sido objeto de continuos ataques a la política cambiaria, que ha intentado contener con la aplicación de diversas estrategias Venezuela no efectivas para contenerlas, como CADIVI, SICAD 1, SICAD 2, SIMADI y el DICOM. El dólar paralelo se ha expandido de una forma tal que hoy explica el 90 por ciento de la inflación inducida del país como se explicó anteriormente.

 

ANALISIS DE LA CRISIS CAMBIARIA DESDE UN ENFOQUE ECONÓMICO COMPLEMENTARIO

 

La crisis cambiaria venezolana no sólo la explica los factores identificados arriba, explicados desde los enfoques clásicos y modernos. También pueden explicarse desde enfoques complementarios, por medio de análisis más complejos, que relacionan e integran una diversidad de teorías, elementos, circunstancias y variables utilizadas en diversas perspectivas de la economía. En ese sentido, las interacciones entre los aspectos cambiarios y los de solvencia financiera gubernamental adquieren mayor dimensión. La idea es identificar los "factores de vulnerabilidad" gubernamental, entre ellos los fiscales, monetarios, cambiarios, crediticios, laborales y productivos, que en su interacción pudieran estar ocasionando las crisis cambiarias.

En la mayoría de los análisis se utilizan técnicas econométricas para estimar las proporciones de las variables económicas que explican la estructura donde se dan los "factores de vulnerabilidad" identificados y que generan la crisis. Frankel and Wei (2004), realizaron un estudio donde explican la experiencia gubernamental de varios países previniendo y gerenciando crisis. Sobre todo, las decisiones de políticas que se toman durante la fase en que las entradas de capital se detienen repentinamente, generando déficit de la balanza de pagos y problemas fiscales.

Llegan a la conclusión que las crisis son más frecuentes y más graves cuando los préstamos a corto plazo y la adquisición de deuda externa en dólares son altos, en un contexto de inversión extranjera directa (IED) y de reservas internacionales bajas, en gran parte, debido a que los balances son muy sensibles a los aumentos de los tipos de cambio en el corto plazo.

Por su parte, Gilchrist y otros (2016), demuestran como las distorsiones financieras generales crean un incentivo para que las empresas aumenten los precios en respuesta a choques financieros o de demanda adversos. Esta reacción refleja las decisiones de las empresas de preservar la liquidez interna y evitar el acceso a financiamiento externo, como respuesta a la inflación y su relación con las fluctuaciones en la producción.

No obstante, en el caso de la Venezuela actual (2018), es altamente conocido, el largo periodo de inestabilidad cambiaria que ha sufrido, pero las características de los ataques especulativos no son explicados por las teorías o enfoques económicos que estudian las crisis cambiarias. Cómo hemos visto, esos enfoques hacen énfasis en los ataques que se dan desde el mercado financiero internacional (valores), que según la Teoría de Ajuste Presupuestario (Mata Mollejas: 2006), este mercado tiene su imagen en el mercado cambiario, y éste último en el mercado monetario, determinando un equilibrio dinámico que relaciona la economía interna con la externa.

Según esta teoría, en el caso de economías pequeña, como la venezolana, "será el mercado cambiario quien tome el centro de la escena" (Mata Mollejas: 2006, pág. 70), donde predomina la influencia externa, siendo la tasa de cambio la variable clave a manipular para enfrentar la especulación cambiaria. A diferencia, de las economías grandes, que "por tener el mercado interior una magnitud significativamente mayor que la del comercio internacional, se minimiza a influencia de los acontecimientos externos; privilegiando la política las variaciones de la tasa de interés, como en el caso de la economía Norteamérica." (Ibídem). Es así como las autoridades monetarias actuarán en función de estimular el crédito para impulsar la producción.

El caso venezolano actual, tiene la peculiaridad que no existe un mercado de valores fuerte donde los operadores privados puedan destinar parte de sus recursos en moneda nacional para invertirlos en activos empresariales (Bolsas de Valores o mesas de dinero). Esto debido a que en los últimos años las bolsas de valores nacionales han estado menguadas en su funcionamiento como para servir de estrategia para contener futuros ataques al sistema cambiario que ocasionen la crisis. De esa forma, la economía actualmente sufre una autarquía financiera que limita la integración del mercado de bonos (interno con el externo) y la integración del mercado de valores (interno con el externo). Inclusive, se ha restringido la interacción los mercados: bonos y de valores.

Devereux y Yu (2014), sugieren que la integración financiera puede aumentar o disminuir el bienestar, dependiendo de la escala del riesgo macroeconómico del país. El impacto de la integración financiera en los agregados macro es relativamente pequeño. Pero, el impacto de una crisis con mercados financieros internacionales integrados es mucho menor que el de la autarquía del mercado financiero. Estos autores demuestran la existencia de una compensación entre la probabilidad de que ocurra una crisis y la gravedad de las crisis con base en el nivel de integración financiera de los países (mercado de bonos, valores y créditos). Por su parte, Mata Mollejas (2006), en su teoría del preajuste financiero, precisa la interacción dinámica entre las reglas monetarias, financieras y los mercados reales ejerciendo influencia de primer orden, postulando que:

(…) Los recursos proporcionados por la banca (crédito) y por el mercado de valores, constituyen factores determinantes del crecimiento, aunque su dinámica sea inestable, afectada por la incertidumbre y la especulación, como consecuencia del comportamiento de agentes independientes (empresas inversionistas financieros y banca) en mercados imperfectos e ineficientes. (p. 70)

Como vimos arriba, si la economía es pequeña es más propenso a riesgos cambiarios. En el caso de Venezuela por sus fallas estructurales de altamente dependiente de las importaciones y de los ingresos petroleros, con ciclos de alta volatilidad y caídas fuertes, es considerada una economía altamente riesgosa, indistintamente que las Calificadoras de Riesgo así lo determinen en su estrategia de manipulación de los indicadores de riesgos con fines políticas.

 

LOS ESCENARIOS DE ACTUACIÓN DE LOS OPERADORES PRIVADOS EN LA VENEZUELA ACTUAL

 

Los otros dos escenarios que les quedaron a los operadores privados venezolanos con grandes recursos en bolívares fueron:

a) el mercado de crédito público o la adquisición de títulos valores estatales (deuda interna) y;

b) acudir al mercado cambiario (oficial o paralelo), para adquirir dólares como mecanismo de resguardo antinflacionario o como fuga de capital.

En el caso de los operadores privados extranjeros, les quedó el mercado de títulos valores estatales (deuda externa) y de grandes empresas públicas como PDVSA y otras empresas básicas con la capacidad de emitir títulos de deudas.

En ese sentido, la interpretación de la crisis cambiaria venezolana actual desde el enfoque moderno, es generada, en cierta medida y entre otras cosas, por el mismo Gobierno al limitar el acceso del capital en bolívares a un mercado alternativo al cambiario (también limitado por los controles), como el bursátil interno donde se venda y compre activos financieros en bolívares.

Se ha obligado a la búsqueda del dólar paralelo como mecanismo de inversión para resguardarse de la hiperinflación inducida desde el mercado de bienes y servicios, afectándose las reservas internacionales. De manera evidente, las reservas operativas han sido absorbidas casi por completo (US$ 8.500 millones) dejando indefenso al Gobierno para defender la moneda nacional y garantizar la estabilidad cambiaria, porque no dispone de recursos suficientes para tal fin, obligándolo a la devaluación/depreciación, escenario ideal para los especuladores cambiarios y el sostenimiento del mercado paralelo.

De esta forma se comprueba que la debilidad gubernamental para hacer frente a los ataques especulativos en el mercado cambiario, ha conllevado a los agentes privados internos y externos, la mayoría opositora política del Gobierno, a actuar bajo una lógica económica de ataques continuos. En la jerga de teorías de los juego, atacar es una estrategia estrictamente dominante para cada agente privado.

Esa situación se agrava, debido a las sanciones unilaterales impuestas por el Gobierno de Donald TRUMP el 25 de agosto de 2017, donde por medio de una orden ejecutiva les prohíbe a sus nacionales y a sus aliados en el mundo renegociar o adquirir nuevas deudas externa emitidas por el Gobierno de Venezuela y la petrolera estatal PDVSA. Siete meses después, el 21 de mayo de 2018, un día después de la reelección del presidente Nicolás Maduro por la vía democrática, el gobierno de Trump impuso nuevas sanciones contra el Gobierno venezolano, al firmar otra orden ejecutiva donde prohíbe a cualquier ciudadano, institución o empresa estadounidense adquirir deuda venezolana o activos y propiedades pertenecientes al Gobierno de Venezuela en Estados Unidos, incluidas aquellas inversiones derivadas de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Ambas sanciones son acciones políticas que buscan asfixiar financieramente al Gobierno y provocar el default con fines de embargo internacional.

Y finalmente, otro factor clave que explica la crisis cambiaria es la caída de la producción petrolera que limita el ingreso de divisas al país, en un contexto de precios altos del petróleo, generando un problema de déficit fiscal que el gobierno ha intentado paliar con más endeudamiento externo y la emisión de créditos internos al sector público por medio del Banco Central de Venezuela, lo que se conoce en economía como la emisión de dinero inorgánico.

Como vemos, estamos entrampados por perturbaciones externas difíciles de contener, que requieren de una política cambiaria más agresiva y contundente como para motivar o detener a los actores económicos en su búsqueda del dólar paralelo como opción viable para defender su inversión y el poder adquisitivo de su dinero.




 



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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