Verdades de la política cambiaria

En nuestro país está en pleno desarrollo una discusión relacionada con la política cambiaría en ejecución desde el año 2003, sus grandes aciertos, limitaciones y la necesidad de una alternativa que de un lado, sea creíble y de otro, pueda producir efectos positivos para el bienestar de la inmensa mayoría del pueblo venezolano.
De entrada una aclaratoria: no somos economista, pero si somos parte de esta Venezuela que padece diariamente el trajinar con los bolívares que, no sólo se hacen escasos, sino absolutamente insuficientes para adquirir los productos más importantes de la dieta alimentaria.

Se atribuye a Mahatma Gandhi haber afirmado “que siempre existen tres enfoques en cada historia: mi verdad, tu verdad y la Verdad”.

En el caso que nos ocupa estamos en presencia de esas tres verdades.
Una, la que defiende la política cambiaria actual, denominada administración de divisas, que rige, con distintas modalidades, desde 2003, cuando se implementó, fundamentalmente para detener la fuga de capitales, que se desarrolló en el marco del paro petrolero-empresarial de 2002, impulsado por la oposición para producir un golpe de Estado o la renuncia del presidente Hugo Chávez. Esta ha sido la política del control de cambio, que ha permitido que gran parte de los ingresos por concepto de petróleo queden en la economía venezolana para “tributar a producción nacional y cubrir esa gran deuda social que se tenía desde la década los 80 y 90”, particularmente a través de la puesta en marcha de las misiones sociales.

La segunda verdad, la que defiende la liberación cambiaria, plantea que las cotizaciones de las divisas, en particular el dólar y el euro, respecto del bolívar, se hagan por vía de la oferta y la demanda de quienes necesitan hacerse de ellas, sea para importar productos, materias primas, insumos o viajar al exterior. Se insiste en esta propuesta que ese “mercado libre de divisas” se haría solo para los actores privados que actualmente tranzan al dólar "negro". “El Estado no pondrá divisas ahí, entre otras cosas, porque no las tiene”, fundamentalmente porque “las divisas en manos del Estado se contrajeron brutalmente con el control de cambios".

La tercera verdad, escapa de las disquisiciones anteriores, propias de los “especialistas” en materia cambiaria. La representa quienes son los grandes afectados por la cotidianidad que viven diariamente cuando van al mercado a adquirir cualquier bien o servicio y se consiguen con la dura realidad: colas, hiperinflación, especulación, acaparamiento, escasez, deterioros en cuestiones de horas de sus ingresos y, por extensión, de su calidad de vida.
Sobre la primera verdad, debe afirmarse que la política de control de cambios cumplió su objetivo de proteger las reservas internacionales del país durante toda una década, pero la realidad hoy es que estas reservas están en niveles muy bajos, ha florecido el mercado “negro” del dólar, con un precio exponencialmente superior a la tasa de cambio oficial, y la corrupción ha permeado a usuarios del servicio, particularmente empresarios, y funcionarios de las instituciones encargadas de velar por el buen uso de las divisas.

Como comentario colateral digamos que el control de cambios existe en pocos países de América Latina.
Sobre la segunda verdad, se le acusa de ser una propuesta que pretender colocar a “Venezuela de rodillas al sometimiento del FMI, conducirla por los senderos de un plan de ajuste estructural, tipo febrero de 1989”, querer beneficiar a los dueños del capital y acabar con las bondades sociales que tendrá la primera verdad. Que ello, además, no sería compatible con un discurso socialista.

Algo de eso encierra elementos que se corresponde con experiencias pasadas en nuestro país, donde la política de liberación cambiaria no tuvo buenos resultados, pero debemos acotar, sin dogma por delante, que Bolivia y Nicaragua la tienen como política y el gobierno cubano está discutiendo una reforma constitucional donde se reconocería nuevas formas de propiedad como la privada, la mixta y la cooperativa, además de la socialista.

El filósofo Friedrich Nietzsche decía que: “No existen hechos, sólo interpretaciones”. Nosotros pensamos que la verdad, como creación humana, no es absoluta pero la realidad existe y sobre ella hay múltiples interpretaciones. Por tanto, los que hablan y defienden el control de cambios hacen una interpretación de la realidad e igual lo hacen quienes proponen la liberación cambiaria.

¿Pero dónde queda la verdad del pueblo que vive todos los días la realidad de la calle, la realidad de su drama personal; lo que necesitan viajar o hacer alguna compra en el exterior o deben adquirir un inmueble o un vehículo?
Responder esa pregunta pasaría primero por descartar de plano, en materia cambiaria, el método de error y el ensayo, que postula el uso del método heurístico en la búsqueda del conocimiento, tanto proposicional como procedimental, a través de probar una alternativa tanta veces como sea posible, y verificar si funciona hasta lograr la solución.

Cualquiera sea la decisión que termine adoptándose: o se modifica la política cambiaría actual o se establece otra, lo importante es que se debería tomar muy en cuenta una nueva concepción de poder bajo el postulado planteado por el escritor argentino Enrique Dussel y defendido por el comandante Chávez de la potentia (la comunidad como portadora de poder, esto es, de soberanía popular) al lado del poder constituido (potestas) con instituciones sociales y políticas que materialicen el principio expuesto de mandar obedeciendo al pueblo (poder obedencial).

De lo contrario, cualquiera sea la fórmula que se aplique, se estrellará contra una realidad y terminará el dueño de la soberanía popular, razón de ser de la revolución bolivariana, sometido a los grandes intereses del capital.

En estas reflexiones no se menciona el tema de la dolarización que también ha estado gravitando como propuesta, pero sí preguntamos: ¿Qué pasa por fin con la criptomoneda llamada petro?
























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Franklin González

Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Sociólogo, Profesor Titular, Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Altos Estudios ?Pedro Gual? del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

 framongonzalez@gmail.com

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