250.000 venezolanos que migraron a Estados Unidos pierden hoy su permiso de estadía

Hoy terminan el TPS para venezolanos (La presión de MCM y Donald Trump)

Hoy terminan el TPS para venezolanos (La presión de MCM y Donald Trump)

Credito: Agencias

Hoy, a las 11:59 de la noche, será revocado el estatus de protección temporal, TPS, de 250.000 ciudadanos venezolanos que recibieron este beneficio en el año 2001.

El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) publica en su página oficial la inminente advertencia: "Si usted es extranjero y actualmente es beneficiario del TPS para Venezuela, debe prepararse para regresar a Venezuela si no tiene otra base legal para permanecer en Estados Unidos".

Aunque hay numerosos venezolanos viviendo en Nueva York, Texas Atlanta y California, la inminencia de lo que ellos sienten como una expulsión, se siente con mayor fuerza en Florida y especialmente en Doral.

Doral es una ciudad de 80.000 habitantes de mayoría venezolana y de nuevos inmigrantes.

Allí funciona El Arepazo, un lugar de comida rápida que se convirtió en referente para la comunidad.

En un pequeño centro comercial está Kamiko, un conocido lugar de sushi que mezcla magistralmente sabores japoneses con peruanos pero cuyos propietarios son venezolanos.

Es en Doral donde la orquesta Free Cover, ha producido conciertos inolvidables reinventando los clásicos de la música latina, entre otros el inolvidable Joe Arroyo, una agrupación de virtuosos dirigida por Rafael "el pollo" Brito.

También en Doral, César Muñoz, artista y humorista de talla mundial egresado de Berklee College, ha lanzado ‘La Cata musical’, el mejor sitio de historia musical que se pueda encontrar en línea.

El talento y la capacidad de trabajo de los venezolanos han hecho de Doral uno de los sitios más pujantes de Miami Dade.

Hay zonas que tienen su parecido con barrios de Caracas. Mirando con cuidado hay arquitecturas que imitan nostálgicamente a Altamira o Baruta.

Mucha gente se refiere al municipio como Doralzuela.

La verdad es que Doral nació antes de que el primer venezolano llegara aquí.

Fue llamado así, Doral, por la mezcla de los nombres del matrimonio judío polaco que lo fundo. Ella se llamaba Doris y el Alfred y su apellido era Kaskel.

La semilla de la ciudad fue un hotel con campo de golf que por décadas se llamó el Doral Country Club y que en 2012, hace apenas 13 años, fue comprado por un empresario de Nueva York que le cambió el nombre por el suyo: Ahora se llama el Trump National Doral Conuntry Club.

Lo que pocos esperaban es que el vecino, Donald Trump, revocara ese estatus de protección temporal y ahora buena parte de los habitantes del Doral tengan que irse o pasar a la temida ilegalidad migratoria.

Ellos realmente creían que los expulsados serían los delincuentes, no las personas que estaban trabajando y que además tenían permiso legal de estadía.

En los últimos dos meses, muchos venezolanos se han quedado sin empleo. Los empleadores no quieren esperar hasta el último del vencimiento de sus permisos de trabajo y prefieren curarse en salud ante eventuales sanciones del gobierno.

Muchas familias que tienen hijos nacidos en Estados Unidos y que no conocen país distinto, no saben que será de ellos. Si deben llevárselos o dejarlos confiados a alguien para que crezcan en el país que sienten de ellos.

Las casas y apartamentos que, como el resto de Miami, habían subido astronómicamente de precio, hoy están bajando por sobreoferta. Muchos han puesto en venta de afán sus propiedades preparándose para irse.

La mayoría de ellos quiere salvar unos dólares porque compraron sus viviendas, como puede hacerse aquí, con una cuota inicial del 10 o el 20 por ciento, y un crédito hipotecario a 30 años que ya no van a poder pagar.

Los carros se consiguen a precio de quema. Cientos de ellos no esperan recibir un centavo por su carro, solo quieren encontrar a alguien que se haga cargo de pagar el leasing para no dejar esa obligación viva en Estados Unidos.

Una de las vivencias más dolorosas es que algunas familias han tenido que entregar a sitios de adopción de animales sus perros y gatos ante la incertidumbre de su destino.

Doral, que siempre fue tan alegre, hoy es un sitio de nostalgia.

A medianoche muchos de sus 80.000 habitantes se habrán ido o tendrán que pasarse a vivir a las sombras para poder seguir intentando un sueño americano que se les escapa.

Yo vivo en otra parte, pero trabajo en Doral todos los días. Hoy no soy capaz de pensar en algo distinto a la desgarradora realidad de estos hermanos nuestros, de estas personas tan parecidas a nosotros, que hasta hace un año pensaban que este era su mundo, que aquí iban a crecer, a criar hijos y a prosperar.



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